Desde muchos años atrás anoto, recorto publicaciones, selecciono e imprimo de Internet y llevo en mi memoria datos sobre dominicanos y personas de ascendencia dominicana que han participado en escenarios extraterritoriales de impactos importantes, de modo pues que para nada me ha sorprendido el homenaje del Museo Memorial de la Resistencia a más de 300 hombres y mujeres de ascendencia dominicana veteranos y veteranas de la Segunda Guerra Mundial.
La exposición gráfica y documental desde el martes 9 de este agosto en su local de la calle Arzobispo Nouel, próximo a la Librería Trinitaria, es un merecido homenaje, por cuanto lucharon al lado de las fuerzas aliadas, encabezadas por Estados Unidos, Inglaterra y Rusia, que simbolizaron la lucha por la libertad y contra el mal horrendo representado por Alemania.
Dominicanos lideraron en alguna medida la lucha armada por la independencia de Cuba contra las tropas españolas, y también por la de Nicaragua al lado de Augusto César Sandino contra las tropas de ocupación norteamericanas. Resultaron memorables las participaciones de Máximo Gómez y de Gregorio Urbano Gilbert, el primero considerado en Cuba como cabeza armada de su independencia y el segundo asistente de Sandino, a cuyo lado llegó luego de matar a tiros al comandante de las tropas norteamericanas de ocupación de San Pedro de Macorís en momentos en que desembarcaban en 1916.
La impronta dominicana aparece en numerosos escenarios bélicos trascendentes como el de la Guerra Civil Española, pero no se ha podido contactar su participación en la Guerra Bolchevique de 1917 en Rusia.
Hemos estado en otros escenarios no bélicos, a veces de pioneros importantes como cuando un dominicano de apellido Bonnelly diseñó el sistema de ferrocarriles de la ciudad de Nueva York… pero otro día enfocaremos en detalles tan atractivas participaciones.
Valga decir que durante la memorable Segunda Guerra Mundial, transformadora radical del mundo, se inició la técnica de la despoblación, de hechura nazi, que actualmente aplican poderes supranacionales que al sufrir parte de sus consecuencias por la presencia de centenares de miles de supuestos refugiados, que en sí son desalojados inducidos, le sirve de simulación de su responsabilidad directa en un claro crimen de lesa humanidad pautado por el afán de dominio y la apropiación simulada de los grandes recursos de las naciones bombardeadas y ocupadas por el invento e infeliz instrumento denominado Estado Islámico.
En varias memorias de sus altos oficiales y líderes políticos nazis aparecen las medidas de las técnicas de despoblación, un programa diabólico para ”destruir millones de hombres de razas inferiores, que se multiplican como los parásitos”, según Hermann Rauschning, presidente del senado nazi de Danzig, Alemania.
Hoy como ayer, pues, los poderes supremos, incluyendo a la renovada Rusia, hacen cuanto les sea dable para reforzar sus poderes sobre los infelicitos parásitos que somos nosotros, los ciudadanos desprotegidos de todas partes del mundo.