Villaviciosa, Asturias, España.  “Aquí están las llaves de mi Hondita Civic. Puede usarlo cuando quiera”- me dice Marcos, un joven dominicano de 25 abriles.

Marcos es oriundo de Tamayo, camino a Barahona, seis pies y tres pulgadas de puro alambre. Camina balanceándose como un junco de la sierra de Bahoruco.

No olvidemos que el Tamayo original fue el lugarteniente del cacique Enriquillo, cuando se sublevó con su tribu en la sierra del Bahoruco. Fue el padre de la estrategia militar hoy día conocida como “la guerra irregular” o “la guerra de guerrillas”. A Tamayo le encantaba coleccionar las orejas de aquellos blancos a quienes les limpiaba el pico y Enriquillo llegó a censurarlo por tan cruel costumbre.

El asunto es que nos encontramos en la calle del Carmen, cerca de la Barbín Bustos y de la plaza del Mercado, no lejos del parque principal del Municipio.

Villaviciosa, con una población de 30,000 habitantes, es la capital de la comarca de la sidra asturiana, tanto de la sidra carbonatada (que degustamos en Las Antillas en las navidades) como de la sidra pura y dura que abunda por estos lares.

“¡Un culín, por favor!” Un culín es una especie de surrapa (traguito) de sidra asturiana pura, asentada en el fondo de un vaso transparente de cristal, especial para degustar la sidra, escanciada desde el hombro izquierdo y al aire libre para que mantenga su sabor original.

Después de varios culines comienza uno a ver diablitos comiendo manzanas por todas partes y escupiéndolas por las orejitas, diciendo cosas como: “pola de maliayu”, el nombre original de la manzana en la “llingua” asturiana; “escarabaya el peyeyu” (quema el pellejo). “Fíu, má llena el gueyu qu’el butieyu” (hijo, te llenas más por los ojos que por la panza); “¿Qué yé, ho?” (¿Qué pasa, eh?). “¡Asín pónete les culines! Pónete a falar asturianu, manín”. “¡Cuidáu con les culines. manu!”

Dicen que fue Carlos V (1517), Carlos V de Alemania y I de España quien, al desembarcar en el vecino puerto de Tazones desde Flandes (Bélgica) y observar tantos pomares, exclamó entusiasmado: “¡Qué tierra más viciosa!”- bautizando así a la Villa. No olvidemos que su lengua original era el alemán de los Habsburgo (austríacos) y que lo que en realidad dijo fue: “Was mehr frutchtbar Land!” (¡Que tierra más fértil!) Que nada tiene que ver con el vicio ni con la mala vida, aunque esos Habsburgo se las traían y la vida de Carlos no fue tan ejemplar como dicen.

De hecho, uno de los balcones de la casa donde pernoctó Carlos V, vástago de Juana, la segunda hija de los “Reyes Católicos” (Fernando de Aragón e Isabel de Castilla) y el austríaco Felipe, el Archiduque de Habsburgo, llamado también “Felipe el Hermoso”, todavía se exhibe al público con la leyenda: “Aquí pernoctó Carlos V”.

De ahí que, además de la sidra asturiana, famosa en toda esta comarca y en el mundo, Villaviciosa, con sus callejas romanas, vive también del turismo.

Es en esta villa donde se manufacturan la sidra “El Gaitero” y “El Escanciador”, está incrustada en un valle que antiguamente era el centro donde confluían las cosechas de las montañas aledañas: Infiesto (de donde son los García de “La Ferretería Americana”), Cabranes, Torazu (de donde es la familia Naredo), Libardón, Sariego, Cabrales (famoso por su queso de cueva rancio). Todos pueblos de montañas que confluyen en el valle.

-Aquí viven varias familias dominicanas, todas del Sur- nos dice Marcos-

Unos han traído a los otros y algunos hasta se han casado con asturianos, incluyendo a mi mamá que vive en Gijón y regenta allí un salón de belleza.

Screen Shot 2015-05-11 at 08.29.24Gijón (Xixón, nombre original en el bable asturiano y la ciudad más grande de Asturias con casi un millón de habitantes, incluyendo a sus pueblos aledaños), queda a menos de media hora de automóvil por la autopista.

Oviedo, la capital de Asturias, se encuentra a menos de una hora. Es una ciudad señorial, no tan grande como Gijón, que está a la orilla del mar Cantábrico. Oviedo u “Oviéu” en el bable original asturiano y donde se encuentra el teatro Campoamor (famoso por los premios Cervantes), es una área montañosa de unos 300,000 habitantes. No muy lejos, en Pola de Laviana, nació el famoso novelista y abogado asturiano Armando Palacio Valdés, el autor de  “Polifemo”, de “La hermana San Sulpicio” y de “La novela de un novelista”. Murió de inanición en Madrid al final de la Guerra Civil del 1936-39, al principio de la cual asesinaron en Granada al poeta Federico García Lorca, a quien Pablo Neruda le dedicó un poema que empieza diciendo: “Por ti pintan de azul los hospitales”

Asturias, cuya raíz proviene de la palabra celta, “astur” (sur de Irlanda, la raíz de los celtas) es la cuna de los “asturcones”, los famosos ponis rústicos del mismo nombre. Como Gales, en Inglaterra, Asturias, además de provincia, es un principado cuyo ejecutivo protocolar es siempre el heredero o la heredera al trono de España.

– Si cruza la calle principal-me dice Marcos- va a encontrarse con un locutorio (lugar para llamar por teléfono a larga distancia). Allí hay dominicanos jugando dómino por pipaf. Los hay de Jimaní, de Elías Piñas, de Gaspar Hernández, del Oviedo dominicano, de Neiba y hasta del Cercado. Toditos del sur profundo, por eso son quemaítos como yo.

-No muy lejos de donde nos encontramos está la residencia de Pepín Corripio- añade Marcos- Pepín nació no muy lejos de aquí, en un pueblín cercano- lo dice como si eso fuera la hazaña más grande del mundo. 

-Al doblar la esquina se encuentra la calle Cavernillas, donde está el chalet más cotizado de la Villa, que pertenece a los González Cuesta de Santo Domingo-nos informa Marcos- Al fondo del edificio del Mercado, está la casa de los Vitienes.

-Pero dime una cosa, muchacho err diablo- le interrumpo enfrentándolo:

-¿Cómo es posible que me entregues las llaves de tu Hondita Civic si apenas me has conocido esta mañana? ¿Por qué haces eso conmigo?

-Porque usted es dominicano.

-Entonces… ¿Por qué no hacemos lo mismo en Santo Domingo?

-Porque allí todo nos da un carajo y no nos reconocemos unos a los otros.

– ¿Y a qué crees tú que se deba eso?

-A los jodíos políticos.