¡Tremenda noticia!!! El Johnny Ventura y Maridalia Hernández en Santiago de Cuba!! ¡Qué alegría saberlo! ¡Brindemos! Es que venimos juntos desde muy lejos, todos mezclados, como dijo el poeta Guillén. Traemos historias compartidas y corazones solidarios, dándonos el uno al otro, y cuánto de admiración y de entrega entre estos pueblos en el siglo XIX. Hoy se profesan cariño pero desde la distancia que imponen la política y las leyes migratorias que ni una ni la otra debieran obstaculizar los intercambios, deportivos, culturales de pueblo a pueblo, entre lo que somos: hermanos de historias, de culturas, de corazones.
Con qué cariño hablan los dominicanos de los cubanos y de cuánto desearían ir a Cuba. Cuánto han gozado y gozan los cubanos con la música dominicana, aún sin saber bailar Merengue. Los cubanos creen, en la isla que bailan Merengue, pero es más una mezcla de Guaguancó, Conga y Rumba a ritmo de la música de sus ídolos como Juan Luis Guerra, Jhonny Ventura, Sergio Vargas y tantísimos otros. Por ejemplo, no hay una Iglesia Evangélica en Cuba que no tenga como música la de Juan Luis Guerra. No hay un Bici-taxi (transporte intra-citadino: invento derivado de una bicicleta con asientos de ómnibus) que no lleve por toda la ciudad, un alto parlante con música dominicana, preferiblemente, Bachata. Este fenómeno se da más en el Oriente cubano que comprende: Las Tunas, Holguín, Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo. Provincias en las que sus carnavales tienen como base musical el Merengue dominicano. Carrozas con bellas cubanas en coreografías de un merengue que dista mucho de serlo. ¿Pero… Cómo consiguen esta música si en la red comercial estatal no se venden CD´s de música dominicana? Por otro lado, vemos como traen películas cubanas a Festivales en Santo Domingo, pero los dominicanos “de a pie” no pueden acceder a ellas. Tampoco se encuentran ni en Home Movies ni en Moviemax, ni siquiera en los semáforos, ni en las carteleras de cine, ni en otros espacios. Similar sucede en Cuba. El pueblo para escuchar la tan gustada música dominicana, tiene que piratearla por quienes pueden acceder a internet y grabar CD que venden clandestinamente, y así mismo con las películas dominicanas que han sido conocidas gracias, lamentablemente, a los “bancos de películas ilegales” y no por la red de distribución del Instituto de Cine Cubano (ICAIC). Lamentablemente nos falta establecer canales oficiales de intercambio cultural.
Sueño con un flujo de artistas-profesores de aquí para allá y de allá para acá. Por ejemplo, podrían ir a Cuba los alumnos multi-premiados de nuestra Escuela Nacional de Danza (ENDANZA) y enseñar Merengue, Bachata y otros bailes de la cultura popular y tradicional dominicana a los alumnos de danza, en cualquiera de las Escuelas Vocacionales de Arte en las provincias de Cuba; allá, los nuestros, aprenderían a bailar Rumba, Guaguancó, Danzón, Son y otros ritmos.
En muchos aspectos el intercambio cultural se hace necesario. Por ejemplo, los dominicanos enseñarán a los cubanos cómo se hace un mofongo o un sancocho de siete carnes que desmontará la idea cubana de que ese término solo se refiere a comida para puercos. La culinaria dominicana es de envidiar, con sus ingredientes árabes, afro, europeos, es exquisita y bien saludable. Los cubanos no pasamos de carne, arroz y vianda. Mucho tenemos que aprender de los dominicanos.
¡Vámonos, Sergio Vargas!!! Maestro, en Septiembre lo invitamos a los carnavales de Las Tunas. Perla Marola, “Diiiiile" que como él me confesó en el Teatro del Ministerio de Cultura que ama a Cuba (como la mayoría de los dominicanos) y que quisiera ir allá, pues sepa: como los carnavales del Oriente, no hay. En Las Tunas, Cuba, el pueblo goza día, noche y madrugada, amanece bailando merengue -y no es un poema de Mieses Burgos- doy mi testimonio. ¡Ayy sí!! Como dijo Luisito Martí, el pueblo goza bailando en las calles. Antes de conocer La Habana, vaya a Las Tunas, Capital de las Esculturas, Balcón del Oriente Cubano y Capital Iberoamericana de la Décima. Vámonos Sergio Vargas al carnaval de Las Tunas a arrollar tras las comparsas y las congas, pues: “Al carnaval de Oriente me voy, donde mejor se puede gozar".