No es que pueda vivir, es que quiero. Es que yo quiero. La vieja carne al fin, por vieja que sea. Porque si la memoria existiera fuera de la carne no sería memoria porque no sabría de qué se acuerda y así cuando ella dejó de ser, la mitad de la memoria dejó de ser y si yo dejara de ser todo el recuerdo dejaría de ser. Sí, pensó. Entre la pena y la nada elijo la pena. (William Faulkner, Las Palmeras Salvajes, 1983; p 156).
Al hurgar en la conciencia de lo que hemos sido, nos dice que lo transido ha sido la experiencia que hemos transitado los dominicanos. No obstante, se ha estado dando una intensa huida de nuestra condición histórica hacia el refugio de lo virtual, lugar, de los no lugares, de donde brota la posexperiencia de una parte de la generación de nativos digitales, de manera específica, La generación de las aplicaciones APP, abordadas por Gardner & Katies (2014), la que viven más en sobreabundancia de información y la que más padece el síndrome de la infoxicación. El sujeto cibernetico, que no navega con una estrategia específica en el ciberespacio, se infoxica.
Es desde la infoxicación, no del conocimiento, que la posverdad logra penetrar en estos tipos de sujetos cibernéticos, porque en estos tiempos: “Hemos pasado de la reverencia por la letra impresa de antaño (‘lo dice la prensa’) como criterio de verdad, a tomar como verdadero todo lo que aparece en las redes sociales” (McIntyre, 2018). El construir la verdad, preguntarse y el reflexionar sobre esta, el debatir y construirse en torno a ella, ha sido para la tradición científica, filosófica, sociológica y periodística, una experiencia social, cultural y encantadora; ese encantamiento, es despreciado por la posverdad y coloca la verdad en lo inútil, en un sin sentido, porque están fuera de los hechos alternativos y emotivos.
Es por eso, que vemos cómo en el Wikinforme con Alicia , se van tejiendo secuencia de hechos que se articulan y rearticulan en un proceso de hipercorrupción que gira en torno al caso de la Termoeléctrica Punta Catalina y la empresa Odebrecht; en la que los imputados trataran de imponer hechos alternativos a dicho informe, sin que por esto lo nieguen, como tampoco les interesa en el fondo lo que dice, ellos tendrán sus propios hechos alternativos, que es la posverdad legitimada por las mismas leyes jurídicas y políticas del Estado, que han sido las que legitimaron la adjudicación del contrato; es de ahí, que estas leyes forman parte de la misma estructura de poder que legitima el orden político que representa. Sin embargo, esta clase de Wikinforme , agrieta “posverdades burdas”, como muy bien apunta, Rodríguez Ferrándiz, y las cuales (…)”son vomitadas a diario por medios oficiales y extraoficiales, hay hechos que se van imponiendo tozudamente, como pronosticó esperanzadamente Arent, contra las maniobras que intentan ocultarlos, destruir las pruebas u obstruir las investigaciones”(2018,p.43).
El simulacro, los bulos alimentan todo este escenario que tiene como estrategia las filfas vestidas de verdades emotivas y desvergonzadas, carentes de reflexión. En el cibermundo, en sus entramados de poder, existen “los ciberentusiastas de la cultura participativa y la democracia digital” (ibíd., 26) y la posverdad es una conspiración a dicha participación, porque parte de “algún argumento cibersceptico (…).
Lo transido en dominicana va cabalgando espacios virtuales y reales, sin dejar de danzar al compás de la muerte, de acontecimientos violentos. Así vemos cómo se accidentan motoristas que mueren y reviven en cualquier momento en las redes sociales, o sea que tales sucesos se pueden reeditar, cada vez que sucede en lo real, aunque no con el mismo muerto, el cual sí aparece en lo virtual. Además de estos sucesos, los mismos motoristas, se convierten en una sala de emergencia o una Morgue ambulante, ellos recrean escenarios, que desbordan toda imaginación, son especialistas en llevar a enfermos crónicos o colocar entre el medio de otro pasajero a un dominicano muerto y llevarlo a domicilio, como si fuese un delivery.
Desde un microespacio geográfico, de esta media isla, se visualizan en las redes sociales del ciberespacio, videos e informaciones de cómo se trasladan cadáveres en motocicletas, los cuales son sacados (sin que las autoridades estén presentes) de una morgue u hospital y llevárselos a otro destino. Aunque el acontecimiento fue local, cuando entra al ciberespacio trasciende cualquier espacio del mundo, ya que se coloca en el cibermundo. Tales imágenes o videos que se expande por este mundo virtual, forman parte de la cibercultura y lo transido del dominicano.
Estos sucesos, que se dan cada cierto tiempo, se comprenden mejor, porque permanecen en esos espacios virtuales y no nos damos cuenta porque vivimos obnubilados en ese escenario de infoxicación y los nubarrones de lo posfactual, que es (…) “la pérdida del valor persuasivo de los hechos en el debate público (…), la posverdad nos indica que la propia noción de verdad, y más concretamente de verdad pública, habría dejado de tener sentido. (Manuel Arias, 2017; Pp.66-67). Esta ha dejado de tener sentido, porque entra en el marco de la lógica del pretexto, el cual “es una explicación o justificación falsa que se ofrece para cierto curso de acción porque el motivo tras él es ilegal o vergonzoso, o no se considera lo bastante persuasivo de cualquier otra manera. Se trata de una táctica retórica ilegítima por la que el orador reemplaza la verdad con un argumento mejor”. (Thompson, 2017; p.292)
Cuando se vive por y para el ciberespacio, se pierde el asombro y se anestesia la mente. Es por eso, que la lucha por la Constitución de la República se ha convertido en acontecimiento de la posexperiencia, de lo fluido, de lo líquido como bien dice Zygmunt Bauman, de lo no permanente, del arrebato y luego se esfuma hasta nuevo aviso. ¿Cuál será la posverdad de Danilo Medina y la de Leonel Fernández?, ambos tienen sus hechos alternativos, al igual que el Jefe de la seguridad del Estado, que vive midiendo todo lo que se escribe en la redes sociales, tiene sus hechos alternativos de todo lo que está aconteciendo en el Congreso Nacional de la República Dominicana.
Ante ese suceso histórico, que se vive más en las redes sociales, es bueno recordar, que el freno a la relección para la elecciones de 2012, tenía enfrentados para ese entonces al presidente Leonel Fernández y al candidato presidencial Danilo Medina, ambos por el PLD, al igual que lo tuvo en el 2015 y lo tiene en este verano 2019. Este escenario se ha dado, como si no hubiera otras alternativas. Lo importante que se ha de destacar, es que no está en juego la Constitución pura y simple o su posible reforma, más bien son todos los interés que giran en torno a ella y esto sí cobra importancia, porque puede llevar al país, a una pendiente no de transido sino de hipertransido, tal como está ocurriendo en Venezuela, con la única diferencia, que no tenemos pozos petroleros.
De ahí, que más que la Constitución lo que está en juego es el presupuesto nacional y la lucha por ser dueño de este. Hoy más que nunca, después de la reforma a la Constitución, que hiciera el gobierno de Hipólito Mejía (2000-2004), de la que hiciera Leonel Fernández (2010) e intentó hacerla en el 2011, lo que está sucediendo en este verano de 2019, en el Congreso Dominicano, es un espectáculo de podcasting, de campos minados sin minas, de eventos virtuales no reales, de constitucionalistas light que quieren la Constitución para seguir acumulando fortuna. Y de un Imperio Norteamericano, que para muchos, no significa injerencia en los asuntos internos de nuestra nación, pero que deja mucho que desear de nuestra democracia de sujetos sociales sin conciencia cívica y ciudadana.
En esta tesitura, la única vía es lograr romper ese dualismo del propio PLD (Danilo- Leonel y los memes que abundan en tornos a ellos) y abordar los problemas sociales y la lucha del caso Odebrecht, del cual Leonel es mudo. La única manera es, por medio de la movilización nacional (La Marcha Verde y otros movimientos), de todos los interesados en una ética cívica, que busque profundizar los espacios democráticos e institucionales y que comprenda que hay que pasar de sujetos consumidores a sujetos con conciencia ciudadana. Si logramos trillar ese vida de ciudadano responsable de expandir los espacios de la cultura democrática, podremos lograr ser una sociedad no transida, ni cansada y agobiada de tanta injusticia y de tantas impunidad e hipercorrupción.
En fin, hay que luchar por una sociedad transida transitoria, donde tenga momentos de abatimiento y agobio, pero no que sean permanente como los hemos tenido durante toda su historia (siglo XVII- XX).