El pasado 27 de junio, el presidente Danilo Medina presentó a la opinión pública el programa Dominicana Limpia, con el cual se persigue regular e intervenir los vertederos y rellenos sanitarios, fomentar el reciclaje de la basura y capacitación a los gestores de los ayuntamientos y juntas de distritos municipales. El presidente planteó que el caos en la gestión de la basura, un cuestionamiento directo a la ineficiencia de los gobiernos locales, podría ser una oportunidad para la industrialización de los residuos sólidos a nivel nacional.

El compromiso financiero de la Presidencia será compartido con la Cervecería Nacional Dominicana, a través de una alianza pública privada en la que el presidente Medina comprometió en lo inmediato 318 millones para compras de equipos y 1500 millones para los próximos 3 años. Cervecería aportaría 5 millones de dólares.

La iniciativa presidencial, aplaudible por unos y cuestionada por otros, aporta a la demanda de una cultura de cogestión y coordinación en los dos niveles de gobiernos: central y local; la cual responde a una vieja demanda de la aplicación de la reforma del Estado. Esta iniciativa tiene acierto, pero también se ejecutaría sobre riesgos para las administraciones territoriales y sus éxitos institucionales se pueden analizar en función de los siguientes paradigmas:

Primer paradigma: la descentralización de competencias. La gestión de los vertederos, que ahora pasan a la modalidad de controlado, y de los rellenos sanitarios es una competencia de vocación municipal. El control por parte del Ministerio de Medio Ambiente es una idea que debería ser de aplicación transitoria y bajo el principio de subsidiariedad; el cual se concretiza de modo que el gobierno central transfiere capacidad de gestión para que las competencias se ejecuten desde el nivel inferior de la administración territorial. Medio Ambiente hace bien con regular la calidad y los factores de riesgos ambientales que están insertados en el funcionamiento de un vertedero o relleno. La baja capacidad de las entidades municipales, mostrada por décadas, deviene en oportunidad para limitar su autonomía municipal y pérdida de legitimidad para la demanda de descentralización.

Por otro lado, la transferencia de capacidades para mejorar el indicador de descentralización futura de las competencias se hace bajo una débil base institucional. Quiere decir, que tanto la Liga Municipal Dominicana y la Federación Dominicana de Municipios tienen que ser fortalecidas en sus capacidades, porque han operados y siguen operando bajo muchas falencias institucionales. La construcción de procesos de competencias requiere recursos humanos con vocación de ser servidor público, en alta capacidad multifacética en gestión pública y profesionalización. Las capacidades institucionales, y tener buena gerencia pública, son determinantes en cualquier programa o política pública.

Segundo paradigma: la transparencia. El modelo de accountability, equivalente a la obligación de rendir cuentas y de dar cuentas, es un imperativo en Dominicana Limpia, y más aún en el sector de residuos sólidos que está compelido a superar vicios en los sistemas de contrataciones. La adjudicación del contrato a la empresa Lajun para la gestión del vertedero, antes relleno sanitario, es un ejemplo a superar. Lo mismo que las tácticas de retrasar el funcionamiento el relleno sanitario de Villa Altagracia, por pretensiones de manipular el proceso de licitación. Dominicana Limpia es una oportunidad para limpiar los esquemas pocos transparentes en la adjudicación de contratos a las empresas recolectoras, cuestionados por los propios alcaldes y la opinión pública. Con Dominicana Limpia, la Liga Municipal Dominicana deberá encontrar el cauce o iniciar el camino de la rendición de cuentas ciudadana, ausente en su historia; en contrario seguirá sembrando el espíritu social de cavar su sepultura. Dominicana Limpia, tiene que estructurarse con sentido democrático y del deber de informar, explicar y justificar sus actuaciones. Con sentido de estar abierto al control y la veeduría social, al seguimiento ciudadano.

Tercer paradigma: le eficiencia. Dominicana Limpia debería aportar a la eficiencia del gasto municipal; es decir, reducir costos y producir más beneficios. Los municipios dominicanos invierten en promedio el 60% de su presupuesto destinado a servicios, que es el 31%, en el renglón recolección y disposición final. Los formuladores del proyecto deberían tener estudios, es probable que los tengan, que orienten o justifiquen la factibilidad técnica y financiera de la ubicación de los vertederos o rellenos provinciales o regionales de modo que se asegure la equidad en el gasto municipal. Un incremento de la inversión municipal en transporte de residuos sólidos, como consecuencia de la ampliación de la distancia, traería limitaciones para aportar recursos a los servicios de mataderos, mercados, cementerios, bomberos, mantenimiento de parques y áreas verdes, alumbrados públicos, Etc. Se podría afirmar que la equidad del gasto de podría subsanar con la industrialización de los residuos sólidos, lo cual podría ser cierto; también con el cobro del servicio y la industrialización de los residuos por efecto del reciclaje. No obstante, este propósito es de largo plazo, e incluso trasciende los tres años informados por el presidente Medina

Cuarto paradigma: la sostenibilidad. ¿Y después? El Gobierno dominicano debería tener como punto de partida, desde ya, los principios de autonomía y subsidiariedad. Estos son básicos para la cultura democrática municipal y de superación de las prácticas centralistas. La sostenibilidad, en políticas de descentralización, descansa en el poder que tengan los territorios para actuar de modo autónomo en las competencias que les confieren y en la capacidad de coordinación con las diferentes entidades del Estado. Pero para actuar de modo autónomo y ejercer funciones acordes con las expectativas ciudadanas se requieren recursos económicos, que es lo menos que hay. En estos próximos 3 años de Dominicana Limpia, el Estado dominicano tiene el desafío de decidir sobre el % de transferencia que necesitan y demandan los gobiernos locales, poner en funcionamiento el Fondo de Cohesión Territorial y Fondos de Incentivos para los municipios más vulnerados. Pero también, los ayuntamientos, la Liga Municipal Dominicana y Fedomu, con mayor responsabilidad en Dominicana Limpia, tienen que: 1-superar los déficits institucionales por los que están atravesados; 2-apostar a la responsabilidad social; y, 3-abandonar el manejo discrecional de los fondos públicos. Estos tres pilares son los que tributan legitimidad a la demanda de más recursos.

Finalmente, los fondos disponibles para la compra de equipos (tractores, camiones, excavadores, Etc.) deberían enfocarse a los municipios con menores posibilidades financieras, con más voluntad política y potencial para el desarrollo económico y ecoturístico. Estos, regularmente son demográficamente intermedio y de baja población. Aporta equipamientos y recursos para los que más dinero reciben, por concepto de transferencia del Gobierno y por recaudación propia, significaría la continuación del fomento de inequidades sociales y territoriales.