Para pocos es secreto el empuje económico con que emerge China, que ya se puede afirmar sin temor a equivocación que pasará a ser una superpotencia mundial.

Con el advenimiento al poder del presidente Donald Trump, los Estados Unidos han adoptado una política exterior que aleja a la Nación del Norte de su postura anterior que lo erigía en potencia líder del planeta, cerrándose a la interconexión internacional. En cambio, el actual líder chino, el presidente Xi Jinping, se ha manifestado proclamándose como defensor a ultranza de la lucha contra el cambio climático, la globalización y los tratados de libre comercio; justamente acciones contrarias a las de su homologo estadounidense que ha llegado a considerar como un engaño el calentamiento global y que ha sacado a los Estados Unidos del Acuerdo de París.

Este acuerdo internacional fue firmado por todos los países del mundo con la sóla excepción de Nicaragua y Siria, en el que se comprometen a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. El Presidente Trump se ha mostrado defensor de las políticas económicas proteccionistas alejándose de los procesos de globalización y de integración económica – que sólo favorece a los grandes – y ha propuesto revertir por completo el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), mostrándose en contra de todos los tratados de este tipo.

Para enero del presente año, el Banco Mundial, llegaba a calificar el desempeño económico Chino, otorgándole un crecimiento que presentaba un 6.9%, mientras EE. UU. se quedaba con un 1,5%. También ha pronosticado la institución bancaria mundial que entre 2020 y 2030 China podría pasar a ser la primera potencia mundial, superando a los Estados Unidos. Su desarrollo ha venido desempeñándose con estabilidad y solidez en el que las grandes empresas registran beneficios nunca alcanzados producto del crecimiento de las exportaciones en un 10%. Sin embargo, no ha vuelto a registrar el ritmo de expansión de dos dígitos que mostraba hace unos años y que la llevó a ser aquella gran potencia emergente.

El Dragón Rojo experimenta un proceso de transformación económica muy novedoso, considerando sus políticas económicas anteriores. En la actualidad y desde hace más de una década, este proceso lo ha llevado a grandes transformaciones económicas mediante un modelo productivo que descansa en los servicios y el consumo. Mientras Estados Unidos se cierra, China se abre al mundo, y lo hace con grandes aspiraciones; en ese sentido, el año pasado invirtió sólo en diplomacia, la friolera de 7800 millones de dólares, representando esto, un aumento del 60% comparado con el año 2013 y se ha convertido en el tercer exportador de armas del mundo suministrando a 38 países, todavía muy por detrás de Estados Unidos y Rusia. También ha venido integrándose a muchas organizaciones internacionales a las que no pertenecía como es la Organización Mundial de Comercio (OMC).

Sin embargo no todo es color de rosa en la República Popular China Comunista, pues allí los líderes, en lo económico, han abrazado el capitalismo en su máxima expresión pero en lo político se mantiene bajo un régimen totalitario. Se obsesionan en la creación de empleos, pero en gran proporción, todavía muy mal pagados.

En la República Dominicana desde hace mucho tiempo China ha tenido una gran influencia en términos económicos. El “made in China” es conocido por casi todos los países en desarrollo y los del Caribe, aún sin establecer relaciones diplomáticas como en nuestro país, en donde puede usted encontrar productos y automóviles de fabricación china. Según Yuan Li, “en 2012 el país asiático era la segunda fuente de importaciones más importante (1930 millones de dólares estadounidenses, lo que equivale a un 10.04% del volumen total de importaciones) y el tercer destino más importante de exportaciones de la República Dominicana (356 millones de dólares, un 5.4% del volumen total de exportaciones)[1] Los productos que importa la República Dominicana desde China, son de manera principal, vehículos, dispositivos electrónicos, calzados, textiles, maquinarias y equipamiento, entre otras; mientras que se exporta a China minerales mariscos, chatarra, residuos de hierro y acero, residuos de papel y carbón, y pieles de animales.

En la segunda parte de este artículo seguiremos haciendo nuestro humilde análisis de intercambio y comercio entre la República Dominicana y la República Popular China, hasta llegar recientemente a establecer relaciones diplomáticas.

 

[1] Yuan Li.- Citando Estadisticas del Banco Central 2012. La República Dominicana y la República Popular China: intercambio, comercio e inversión. GFDD/ FUNGLODE