Resultó difícil escoger un tema para este artículo debido a que con pocas horas de diferencia se sucedieron hechos que coparon la atención del país, comenzando por la presencia de Dominguez Brito en la audiencia preliminar contra Félix Bautista, el discurso del presidente Medina con motivo del 27 de Febrero y la llegada sorpresiva de Quirino Ernesto Paulino Castillo.
Al final decidí que habría tiempo de tocar todos los temas, comenzando en este artículo por la presencia del Procurador General de la República en la parte final de la audiencia preliminar que se sigue al senador Félix Bautista y comentar la defensa material ejercida durante cuatro horas por el principal imputado.
Los abogados de los imputados reclamaban la presencia de Francisco Domínguez Brito en estrado, recibiendo el apoyo del Director de Ética e Integridad Gubernamental, Marino Vinicio Castillo, en una actitud que ya no sorprende a nadie. Pero ocurrió que una cosa es llamar al diablo y otra muy distinta es verlo venir, y cuando el Procurador General hizo presencia y tomó la palabra, hubo un cambio radical de estrategia, y se intentó impedirle hablar, sucediéndose las interrupciones no solo por parte de los abogados de los imputados sino incluso por el mismísimo Félix Bautista, quien intervino en forma airada pero dejó ver su condición cuando lamentó que no dirimieran el caso como compañeros de partido, como miembros que ambos son del Comité Central.
El argumento que utilizaron varios de los apreciados colegas que representan a los imputados para justificar sus objeciones al discurso del Procurador es absolutamente infundado. Las palabras de Francisco Domínguez Brito iban en la dirección de destacar la importancia del caso dentro del contexto de corrupción e impunidad que vive el país, mencionando varios casos concretos. Se objetó que se hablara de casos distintos al que se conocía por ser supuestamente “impertinente”.
Los abogados, y también los fiscales, casi siempre recurrimos a otros casos para establecer comparaciones, que pueden ser relacionadas con el texto legal a aplicar, a la interpretación del texto legal, pero también al daño social que se genera con un tipo de infracción, al bien jurídicamente protegido que se vulnera, que era el objetivo del Procurador. Fue tal vez el único momento en que el magistrado Moscoso perdió el control de la audiencia, pues hasta el propio Félix Bautista hacia caso omiso a los malletazos que procuraban silenciar a quienes había tomado la palabra sin autorización, mientras Domínguez Brito conservaba la calma y se mantenía en silencio esperando el retorno del orden.
Finalmente Francisco Domínguez Brito se impuso y pudo dejar claro ante el magistrado Moscoso Segarra y ante todo el país, lo trascendente que es este caso para el futuro de la lucha contra la corrupción, para el cese de la impunidad, para la recuperación de la confianza en esta materia. Habló de la crisis de responsabilidad que estamos viviendo y denunció que se está convirtiendo en una cultura.
Informó que no existen decisiones judiciales que sancionen la corrupción y mencionó el caso de la venta de indultos, del Plan Renove, del caso de los invernaderos, el caso de la Liga Municipal Dominicana, de Bienes Nacionales, en cinco o seis casos de ayuntamientos y no pudo seguir mencionando casos porque fue interrumpido nuevamente por mencionar la impunidad que nos arropa, algo que ya Participación Ciudadana ha documentado en dos estudios que recogen más de 30 años de impunidad en materia de corrupción pública.
Al final de la audiencia el magistrado, como procede, ofreció la oportunidad a los imputados de ejercer la defensa material, es decir a hacer uso de la palabra en su propia defensa. No sé si los abogados de Félix Bautista le informaron que un buen consejo en toda defensa penal es evitar en lo posible que el imputado haga uso de la palabra, para evitar auto incriminarse, confirmar las pruebas, contradecir sus argumentos, pero tal vez pensó que estaba en una tribuna política (mucha gente piensa que es así) y tomó la palabra y no la soltó por cuatro largas horas, incursionando en el fondo del caso, lo que dejó claro que la acusación por lo menos merece que un juez de fondo examine todas las pruebas que él alega tener y que en esta fase del proceso prefirió no mostrar (se dieron por acreditadas) y las contraste con las presentadas por el ministerio público, incluyendo los datos que aportaran peritos y testigos, ninguno de los cuales fue presentado en esta fase del proceso.
Por más esfuerzo que hizo, Félix Bautista no pudo convencer a nadie y estoy completamente convencido que tampoco al magistrado Moscoso Segarra, de que su fortuna tiene un origen lícito. Por el contrario, gracias a su intervención quedó comprobado el gran engaño que son sus declaraciones juradas de bienes y la falsedad de sus contenidos.
Pretender justificar su fortuna en los contratos de construcción obtenidos en Haití luego del terremoto que afectó ese país es olvidar que antes de dicho terremoto ya el senador exhibía una fortuna a nombre de sus compañías Rofi, que admite como propias, imposible de justificar. Por el contrario, en la acusación se presentan evidencias que permiten entender que la corrupción fue transnacional, pues el presidente haitiano viajaba en aviones y helicópteros facilitados por Bautista.
No pudo desmentir de ninguna forma la prueba de que no ha presentado declaración jurada personal para fines de impuestos, un hecho que en cualquier país civilizado y con instituciones serias hubiese dado lugar a un juicio político. Habló del pago de impuestos por parte de algunas de sus compañías, pero solo relacionado con aquellos impuestos imposibles de evadir, como el pago del Impuesto a la propiedad inmobiliaria, los impuestos de traspasos de inmuebles, las retenciones que deben realizar las compañías, pero la prueba fundamental sobre cuánto pagaron de impuestos sobre la renta estas compañías fueron omitidas. Comparar los pagos sobre la renta de estas compañías debe ser un ejercicio muy interesante.
Por lo visto el senador estaba tan huérfano de evidencias concretas a su favor que tuvo que recurrir a colocar un video de mi asistencia el 3 de octubre de 2013 a la comisión de senadores que investigaba su fortuna, y lo que hizo fue demostrar una vez más su falta de integridad mutilando mis declaraciones en un intento inútil de ocultar mi opinión sobre sus actividades.
En mi asistencia a la comisión el senador aprovechó para presentarme en power point sus obras en Haití, las compañías que las realizaban, todos los datos de esas compañías, con sus permisos incluidos, y también su obra social a través de su fundación, todo muy bien organizado. Recuerdo que le dije que el problema no era construir en otros países y que ojalá muchos otros empresarios dominicanos lo hicieran, siempre y cuando fuera de forma legítima. También que me llenaba de emoción ver las caritas de niños ayudados por su fundación en unos videos de alta calidad, pero que el problema era el origen de los fondos utilizados.
El senador no presentó al magistrado Moscoso Segarra la parte de mi declaración a la comisión del Senado en la que expongo que el señor Bautista es, desde el punto de vista de la percepción pública, el símbolo de la corrupción en la República Dominicana y que debe dar explicaciones sobre el caso de la Sun Land. O el enfrentamiento que tuve con él cuando le cité la opinión de la Suprema Corte de Justicia en el sentido de que el contrato de la Sun Land debió ser aprobado por el Congreso, a lo que el senador reaccionó descalificando al alto tribunal.
No cabe duda de que este caso es emblemático, y por eso el Procurador General de la República hizo tanto énfasis en el contexto en que se conoce y se va a decidir, pues se está juzgado a quien encarna la corrupción misma. No es el único corrupto, pero es el símbolo de la corrupción y su caso en términos monetarios es el más grande que se conozca, por lo que si en un caso de esta magnitud, con tal cantidad de evidencias, impera nuevamente la impunidad, este país terminará de perder la confianza en las instituciones encargadas de sancionar la corrupción.