De todos los peligros, el mayor

es, subestimar al enemigo.

P.S.Buck.-

Es doloroso y vergonzoso a la vez el vivir dentro del caos sin que usted forme parte del mismo, pero de ese fangal y hediondez al parecer, es alto difícil salir. Vivimos presos –no internos-, de los lastres políticos que día a día crean los señores que nos gobiernan. Los tiempos pasan sin que muchos siquiera lo perciban pero esas deudas políticas nunca terminan de pagarse o quizás sí, cuando el barco termine por hacer aguas.

El monopolio de la violencia que debería estar en manos del Estado, por irresponsabilidad de los gobernantes, ha pasado a manos de la cualquerización, de los pobres padres de familia y los políticos caciques de pueblos y ciudades. Estamos viviendo como si fuésemos un conglomerado de Estados independientes, cada uno de ellos con su gobernador o jefe de tribu que normalmente corresponde a un “honorable”. Un caso muy patético lo tenemos en el caos generalizado del tránsito a nivel nacional, -perdón-, en el interior hay que sacarle su comida aparte. Muertes van y muertes vienen en estos lugares donde, regularmente, los protagonistas pertenecen a la misma clase; “voladoras o guaguas” y los incontrolables motoristas, si, esos mismos que son utilizados por 200 pesos y una botella de “romo” como base del “voto duro” de los políticos-funcionarios en esas zonas marginadas, tanto en la Ciudad Capital como en el Interior del país.

En tanto esto sucede, la autoridad llamada a poner orden y ejercer el monopolio de la violencia en nombre del Estado para poner el orden, se limita a poner multas pendejas y la responsable, a firmar y firmar “convenios” por temor a ejercer sus funciones por encima de la presión de emprendedores o “empresarios” y otros tantos llamados “sindicalistas” del concho. El caos manda y ordena; el tomar y dejar pasajeros es donde el conductor le venga en ganas; el estacionamiento en lugares prohibidos es un mito, aun sea encima de los mismos a ponerle coto a esta situación; las “voladoras” en las autopistas, al parecer, fueron construidas por ellos para hacer lo que le venga en ganas pero, peor aún, tanto los pasajeros de uno y otro tipo de estos transportes públicos, son incapaces de llamarles la atención al conductor, de exigirles un manejo prudente y se dejan llevar como si fuesen animales ¿….?

Las intercepciones son entaponadas por desaprensivos (as) mientras 3 o 4 agentes conversan en la esquina y que no me digan que el pueblo es inculto porque eso lo sabemos muy bien, el problema es la autoridad, porque cuando esta ha funcionado como tal, el pueblo obedece, los pobres padres de familia lo piensan bien antes de cometer una salvajada como están acostumbrados, ¿o tenemos que recordar los comienzos de la Amet? Lo cierto que es que este pago político nos ha y está saliendo caro, muy caro.

La realidad nos indica que la Institucionalidad, si no ha muerto, por lo menos está en una sala de cuidados intensivos en algún hospital de mala muerte. Particularmente me duele decir que todo da a entender que hemos perdido la guerra sin haber librado batalla alguna. Y muchos podrán pensar y sé que así lo hacen, como mejor les venga a sus intereses o creencias y lanzan epítetos impublicables a todos aquellos que no comulgan con los mismos; se tergiversan los hechos aunque bien conocen que el problema no es racismo o etnia; que no es lo blanco o lo negro, simplemente es cultura y tradición.

La Frontera es un desastre, el caos manda y ordena. Ya no hay forma de invasión masiva o violenta porque lo están haciendo pacífica y silenciosamente. La extensión de Haití se ha ejecutado a través de los “mercados” donde ya  llegar a Neyba en días de mercado, es llegar a un Departamento Haitiano. Y todo culpa de los políticos y los jefes militares y policiales. Quien tenga dudas que vaya a Ansa Pitre; Mal Paso o cualquier lugar de la frontera donde hasta los locales de las autoridades en la entrada de esos pasos, están colmados por haitianos y les recuerdo a muchos, que Haití no es sinónimo de Dominicana sino, el antónimo. Así nomás. ¡Sí señor!