Hoy somos testigos de una transformación demográfica y económica sin precedentes en las principales ciudades del país, siendo el Distrito Nacional la pantalla de la marcha de la economía. La movilización del campo a la ciudad sigue siendo una tendencia. Personas cargadas de esperanza y buscando oportunidades dejan el campo o el país para trabajar y emprender en otras ciudades.
La capital dominicana tiene para muchos los elementos fundamentales para que una ciudad sea ideal para vivir y desarrollarse. Sus habitantes poseen libertad para emprender y trabajar, oferta de viviendas, centros de educación y salud, además de servicios básicos, como agua, electricidad, saneamiento y transporte, a menudo ausentes en las zonas rurales. Una gran cantidad de personas emprendedoras de clase media y alta, educada, trabajadora y dispuesta a invertir en su gente, comercio amplio y un sistema bancario que sigue fortaleciéndose.
Además de la belleza de los centros históricos de la capital, como la zona colonial y la creciente ola de propuestas artísticas, gastronómicas, culturales, de innovación y desarrollo científico en los diversos centros e instituciones creados para esos fines, impulsados desde el sector privado y por el Estado.
Las ciudades son economías focalizadas. La proximidad de las personas entre sí aumenta la facilidad de movimiento de bienes, servicios, personas e ideas. Las ciudades eliminan los espacios físicos entre las personas y las empresas, creándose conexiones más eficientes entre sus habitantes. Por esto las áreas urbanas tienen ventajas comerciales que hacen que sus habitantes tengan mayores oportunidades para prosperar, educarse y adquirir habilidades que aumenten sus ingresos personales y el bienestar de sus familias. Las ciudades atraen a empresarios, generadores de éxitos locales y vitalidad a la economía. Los empresarios urbanos exitosos generan muchas riquezas y prosperidad que llegan a más gente.
La calidad del aire, la contaminación del agua y los espacios verdes son tres preocupaciones que aumentan o disminuyen la calidad de vida de quienes vivimos en ciudades. Para que las ciudades sean agradables y productivas, es importante el apoyo de sus habitantes y la aplicación de políticas públicas correctas desde los gobiernos municipales y el gobierno central que busquen el bienestar común. El reto urbano es grande. ¡Qué grande es para el campo!