Coqueteando con los sofismas economicistas, que airean indicadores de un crecimiento (invisible) que señala hacia improbables desarrollos que no permiten el bienestar colectivo, los políticos, no todos por suerte, se aprestan a seguir distorsionando los alcances administrativos y territoriales del suelo urbano mediante artimañas divisionales que pretenden argumentarse como organizacionales cuando en realidad son tajadas para la rebatiña del pastel burocrático que mal rige los destinos de este desventurado país.
El clientelismo sería el principal beneficiado. El caciquismo político tendría de nuevo un feudalismo basado en la trata del suelo que ofertarían los paridos que se reparten las instituciones como si fueran cotos personales. Esas acciones de usufructo les han costado muy caro a la historia republicaba dominicana. Ya las masas saben y conocen que desde siempre, el país dominicano lo han gobernado los mismos grupos de clases y familiares, desde antes de las groseras dictaduras del siglo pasado.
En medio de la rémora casi insostenible de agravantes físicos y síquicos que acogotan la cotidianidad dominicana, surge ahora un pataleo absurdo, desde un curul irresponsable, que pretende desmembrar aún más las fronteras intangibles de la administración política, estatal y municipal, con el solo objetivo de premiar ese clientelismo voraz e insaciable, que corroe y esquilma el erario, sin contemplaciones humanas, como si se tratara de bestias pastando sobre una finca de gramas dispuestas solo para eso, para el pasto que alimenta el hambre secular de los pavorosos políticos.
Mas Alcaldes, mas ediles, mas diputados y senadores, mas exoneraciones, mas barrilitos, cofrecitos y lisonjas, mas evasiones, celulares, mas gastos de representación, mas despilfarro, mas corruptela, mas corrupción, más corruptos… Y no fue para eso que Los Trinitarios se jugaron la vida en aquellos tiempos del siglo XIX, ni fue por eso que se libraron las batallas de la restauración, ni se resistieron las dictaduras ególatras y perversa, sangrientas e ilustradas.
El fracaso de la democracia, por lo menos de la democracia dominicana, está rumiando entre las vacas sagradas que pastan dentro de los partidos tradicionales y a esos, les está llegando el momento de que les digamos Ya! No mas…