Dice un refrán popular que nunca es más oscura la noche que cuando va a amanecer. La historia de República Dominicana tiene muchas noches oscuras, procuremos que el tránsito que estamos haciendo en este momento nos traiga la claridad; aunque haya sectores que sigan pululando por ahí, apostando a lo contrario.
Si asumimos como cierto, que la principal obligación de un Estado es garantizar derechos. Para ponerlo en términos no jurídicos, si es cierto que en nuestro país tenemos una amplia comunidad cristiana que tendría que vivir de acuerdo al mandato “amar al prójimo como a sí mismo”; al observar el panorama nacional, tendríamos que reconocer que estamos mal. Ese reconocimiento no es para llorar de desconsuelo, muy por el contrario, es para sobreponernos a esa maldad y actuar en consecuencia. El compromiso debe ser exigir procesos transparentes, denunciar y no permitir negociaciones espurias en ningún caso; sea en un proceso judicial, la aprobación de una ley o una contratación de obras del Estado.
Los escándalos de corrupción que están siendo denunciados y procesados, deben tener un final que garantice la institucionalidad. Me encantaría que la población continúe denunciando y exigiendo justicia y castigo; me parecería muchísimo mejor si además las acompañamos de propuestas. Es cierto que tenemos una estrategia nacional de desarrollo, pero no es menos cierto que la formulación del presupuesto nacional, no se basa en esa estrategia.
Ejemplos: Tenemos 4% para educación, pero si se evalúan con la sinceridad requerida los procesos educativos, nos harían saber que son demasiados los asuntos que no están funcionando bien. Hay múltiples componentes tan sospechosos en la ejecución de los procesos institucionales de transparencia, que se convierten en un bumerán contra la población.
Es necesario revisar algunas leyes, en nombre de “la transparencia” se organizan costosos concursos para entrar a la función pública. Si lo analizamos en el caso concreto de la docencia, tendríamos que preguntarnos ¿estos concursos han mejorado la calidad de la enseñanza? A mí me llama la atención que los mejores colegios escogen a sus docentes con un proceso de reclutamiento simple y que estos siguen funcionando mejor que el sistema público. Quienes se ofendan con la anterior afirmación, les invitaría a que sus hijas e hijos, que siguen en colegios privados, los trasladen a las escuelas públicas. O que vayan y observen un día de labor en la mejor escuela del sistema público y otro día en uno de los mejores colegios del sistema privado (porque obviamente no estoy hablando de tarantines que son autorizados a operar como colegios) y me digan dónde va mejor la docencia.
Mirando otra situación en el sistema educativo, siempre recuerdo con nostalgia y algo de indignación, por cómo fue obviada esa experiencia de éxito, que en la Provincia Hermanas Mirabal (en ese tiempo Salcedo), demostramos que la alimentación escolar es un proceso sostenible, de calidad y conveniente con una gestión local ¿A quienes les resultaba provechoso obviar la descentralización y contratar desde el nivel central?
Lo que quiero decir es que no podemos seguir permitiendo que las instituciones del Estado y las personas que las dirigen en nuestro nombre, sigan insultando nuestra inteligencia. Presento otro hecho en el mismo sentido: lo que pasó en la Cámara de Senadores con la aprobación apresurada del Código Penal, descartando las observaciones presidenciales, es una muestra de esta falta de respeto. Siguen sin darse cuenta que estamos en un momento histórico diferente, que la actuación espuria y la delincuencia institucionalizada les está dejando de funcionar. No pueden pretender seguir actuando de espaldas a las personas, la ciudadanía tiene una real voluntad de denunciar, no hay espacio para el silencio. La indignación generada con esa deleznable actuación, que intuimos fue motivada por negociaciones clandestinas, no podrá sostenerse la denunciaremos una y otra vez.
Ejemplos en la historia tenemos de sobra y nombres, muchos nombres de mujeres que demuestran que persistiremos, que tenemos conciencia de los atropellos y no estamos dispuestas a permitirlos: Rosa de Luxemburgo, Rosa Park, Clara Campoamor, Clara Zetking, Marcela Lagarde, Simone de Beauvoir, Gladys Gutiérrez, Magaly Pineda, Lourdes Contreras, Susi Pola, Sergia Galván, Olimpia de Gouces, Lucrecia Mott, Mary Wollstonecraf, Elizabeth Stanton, Flora Tristán, Rosa Cobo, Emmeline Pankhurst, Sojourner Truth, Susan B. Anthony, Betty Friedman y muchísimas más. Que no se les olvide, las mujeres nos merecemos tener decisión sobre nuestras vidas y nuestros cuerpos, no podrán impedirlo.
El discurso expresado en leyes, programas de gobierno, estrategias de desarrollo, proyectos de superación de pobreza, compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, tiene que ser concretado con la ejecución adecuada y oportuna de las acciones necesarias para la superación de las inequidades, la pobreza y la desigualdad. Llegó el momento de que la clase política, la empresarial, la industrial, y todos los poderes facticos que intervienen en el juego político nacional entiendan que no pueden seguir haciendo primar sus intereses individuales o de grupo. Es necesario que prime el interés colectivo, hasta porque les conviene, ni siquiera su poder y bonanza será sostenible si el país fracasa.
La gente se cansó de la violencia y la delincuencia institucionalizada; ya no puede pensar que les va a funcionar bien el miedo y la amenaza. Hay una real voluntad de denunciar, no hay espacio para el silencio. Autoridades comprendan y aprehendan esta verdad, recuerden que la verdad nos hace libres.