Por la presente tengo a bien comentar su artículo de esta fecha "el preso que más jode", el cual usted me dedica, aunque no entiendo cuál es exactamente su particular interés.
En la presentación del artículo, presenta usted credenciales de periodista avezada, que ya ha trabajado en numerosos periódicos de prestigio nacional. Por lo que se puede esperar que cualquier suyo esté bien fundamentado, si se pretende ser integra y honesta con la profesión.
Debo comenzar aclarando lo más importante, y en lo que estamos de acuerdo: Soy, definitivamente, el "preso que más jode". Eso es innegable, tiene allí usted toda la razón, aunque ambos nos justificamos por razones totalmente diferentes.
Usted ocupa las tres cuartas partes del artículo haciendo una descripción bastante justa de las cárceles dominicanas, y por eso no me siento tan ofendido por las calumnias que usted, sin ningún tipo de prueba o evidencia, que tampoco las conseguirá porque es imposible probar la mentira, me achaca en la última cuarta parte de su pieza.
Porque debe usted saber que, aparte de ir al médico por sufrir de : Diabetes, insuficiencia cardiaca, ulceras gastrointestinales, apnea de sueño y últimamente, de una opresión lumbar que de acuerdo a 11 informes médicos diferentes me puede dejar paralítico, he dedicado el 80% de mi tiempo a la gestión de un Comité de reclusos (El Comité Para el Mejoramiento de la Cárcel de Najayo) en esta cárcel a una obra social de la cual, por archivo electrónico separado, le envío un prontuario de obras y acciones realizadas que abarca más de 10 páginas.
Precisamente, Sra. Pérez, me he dedicado en cuerpo y alma a tratar de mejorar las condiciones de todos los presos, porque creo más importante lograr que TODOS los presos disfruten de las condiciones mínimas para los reclusos que exigen las normas internacionales, que criticar los aparentes "privilegios" a los que usted hace referencia.
Aparte de construir con fondos privados un consultorio médico adecuado (con la Orden de Malta) y gestionar con el difunto Miguel Cocco la donación de una ambulancia (en esta cárcel, cuando yo llegué, no había ni siquiera un estetoscopio o un aparato para tomar la presión arterial, y los presos eran trasladados de emergencia al Hospital Pina en el camión de basura), reconstruimos la cocina, la casa de guardia, establecimos un huerto para enseñar y también para que los presos recibieran alimentos del mismo, mejoramos la salubridad del sistema de agua, entre muchas otras cosas.
Y, en términos de infraestructura no hemos podido hacer más, porque las autoridades no lo han autorizado, a pesar de que no les hemos solicitado un solo centavo del Estado. Logramos, por ejemplo, recibir el acuerdo de donación de varias empresas para un programa llamado "Apadrine 2 una celda" con el objeto de reformar las 26 celdas de esta cárcel para que tuvieran agua potable, ventilación y sanitarios adecuados; las autoridades jamás nos dieron su aprobación. Lo que se hizo fue porque encontramos un alcaide responsable que nos dejó trabajar, haciéndose de la vista gorda, sin informar a las autoridades de prisiones.
Pero quizás hasta más importante que las mejoras físicas, es el trabajo de apoyo social y moral. Cuando llegamos aquí, se producían 5 riñas diarias entre reclusos que terminaban en el dispensario médico o el hospital, producto de golpes o cortaduras serias. Hicimos una campaña de pacificación, en la cual hable con todos y cada uno de los reclusos de esta cárcel, para que comprendieran que está era su casa, y establecimos mecanismos para la resolución de conflictos; Cuando terminamos la campaña tuvimos 43 días sin riñas, un hito en la historia penitenciaria dominicana. Todavía hoy, 3 años después de la campaña, las riñas se mantiene reducidas a una cada dos días, a veces menos. Y en toda esta obra, hemos contado con la ayuda de la iglesia católica, esa que usted tantos ataques le hace en su artículo, y que con nuestro apoyo y el de muchas instituciones y personas, mantiene la principal escuela que opera en este recinto, dando verdadera esperanza de rehabilitación y educación a los internos.
Además, hemos logrado soltar más de 300 presos jóvenes, sin historial delictivo previo, que estaban presos porque no contaban con entre 3,000 y 5,000 pesos para una fianza. La mayoría de estos jóvenes pobres dominicanos fueron apresados por tener en su posesión una pequeña cantidad de droga, consumidores al fin, con el consecuente peligro de que en esta cárcel se convirtieran en delincuentes profesionales, ya que aquí no existe la separación entre reclusos preventivos y condenados, y de reclusos peligrosos vs. reclusos por delitos menores, que es una exigencia de las normas internacionales de la ONU para los sistemas penitenciarios civilizados. También le hemos dado asistencia legal a muchos otros presos, para su libertad condicional, e incluso 8 casos de presos que ya habían cumplido su condena, pero que nadie se habían ocupado de procurar sus papeles de libertad. En total, por los esfuerzos del Comité han salido de la cárcel más de 700 presos en los tres años que tiene funcionando.
Finalmente, personalmente he denunciado la situación deplorable de esta cárcel ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, solicitando formalmente una "medida cautelar" en defensa de los derechos humanos de TODOS los reclusos, donde según mis limitados conocimiento tenemos la celda más hacinada de América Latina, viven 110 diez personas con un solo baño, una letrina, en un espacio que originalmente fue diseñado como aula para 25 personas.
Todo lo anterior, Sra. Pérez es solo una parte de mi batalla, o para utilizar sus expresiones, "jodedera" diaria. ¿Sabe usted por qué? Quizás porque soy hijo de un exiliado de 29 años de la era de Trujillo, que lo criaron para ser rebelde Y DEFENDER NO SOLO MIS DERECHOS, SINO LOS DERECHOS DE LOS DEMÁS, porque en eso se fundamenta la autoridad moral.
Ahora bien, ya que usted se burla de mis problemas médicos, y como vive en los EE. UU. para desde allá criticar sin pruebas, le voy a anexar, para que ACENTO se lo haga llegar, el informe médico de un famoso hospital norteamericano, el John Hopkins, descriptivo de mis problemas lumbares el cual, como puede usted misma leer, dice que incluso me pueden conducir a la muerte. No creo que tenga que decir más, pienso que usted debe reconocer que los médicos del John Hopkins son gente seria, y que saben de medicina más que usted. 3
Concluyo comentando sus acusaciones a "banqueros ladrones" exentos de "impunidad". Aparte de las mentiras evidentes – no he ido funerales, bautizos o primeras comuniones, solo me permitieron una vez asistir 2 horas a la ceremonia civil de la boda de mi hija (lo cual está contemplado en la ley) – déjeme aclararle un par de puntos: Primero, no soy, ni nunca fui, banquero, jamás recibí un cheque del Baninter ni de ningún banco, no fui administrador, accionista, ni tuve nada que ver con los asuntos de ese banco. Soy INOCENTE, tengo las pruebas para demostrarlo (y así lo haré en mi libro) y estoy preso indebidamente, producto de un proceso judicial totalmente irregular, politizado y dirigido, que me impidió – tanto a mi como a los otros acusados – recibir una justicia independiente y honesta, en que se violaron todos los derechos al debido proceso, y que convirtió el Juicio Baninter en un linchamiento público con un objetivo muy particular: Crear un circo mediático para obtener la IMPUNIDAD de los FUNCIONARIOS PÚBLICOS que fueron tan o más responsables de esa crisis bancaria como cualquier actor privado. Y si usted no cree lo que le digo, le invito a que se lea el informe del FMI sobre esa crisis bancaria, busque los párrafos 36, 89 y 92 de ese informe, que le confirmarán donde se produjo la verdadera impunidad.
No acostumbro a responder a la enorme cantidad de falacias que sobre mí se publican rutinariamente, hablo con mis hechos más que con simples palabras. Pero ACENTO ha sido justo conmigo, aunque partimos de una relación adversarial cuando estaban en CLAVE DIGITAL. Además, alguien me ha dicho que es usted una persona noble. Quizás Sra. Pérez he sido muy duro con usted, siendo una dama así lo presiento y si así lo siente le ruego humildemente que me perdone, y créame que no le asigno mala fe, sino ignorancia y emocionalidad, por lo cual espero que reflexione bien sobre el contenido de esta carta.
Atentamente
Luis Alvarez Renta