El deseo de muchas personas de ser candidatos no les permite ver la dificultad de lograr una mayoría de electoral, aún en el caso de los alcaldes y directores de distritos municipales, que ganan por mayoría simple. Se lanzan sin un mínimo adecuado de comprensión del mercado político y fracasan en el camino.

Tomemos las candidaturas a la alcaldía del Distrito Nacional. Eran seis candidatos, hasta la salida de Hugo Beras esta semana. La oferta es ahora de cinco: Carolina Mejía por el PRM y aliados, Domingo Contreras por el PLD y aliados, Johnny Ventura por la Fuerza del Pueblo y aliados, Bartolomé Pujals por Alianza País y Michael Miguel por el Partido Verde.

En unas elecciones municipales donde se proyecta una participación electoral reducida, porque tanto en República Dominicana como en otros países, las elecciones no presidenciales llevan menos votantes a las urnas, tener una dispersión de ofertas electorales con cinco candidatos es una pérdida de esfuerzos, no una muestra de democracia.

El 16 de febrero, los resultados electorales municipales indicarán que la inmensa mayoría de los votantes concentrarán su voto en las dos principales opciones: Carolina Mejía y Domingo Contreras. Los demás son candidatos para recoger algunos votos para su partido o para proyectarse públicamente.

Las elecciones del 16 de febrero mostrarán que la inmensa mayoría de las alcaldías y de los distritos municipales las ganará el PLD o el PRM

Sé que este planteamiento no es del agrado de los candidatos de partidos pequeños, que siempre buscan posicionarse diciendo que más ofertas es más democracia. ¡Perfecto! Pero la realidad es que los electores concentran el voto, porque para fragmentarlo tanto, necesitarían razones de peso, como, por ejemplo, diferenciación ideológica partidaria, que no es el caso en la República Dominicana.

Además, en las elecciones municipales, donde las alcaldías y las direcciones de los distritos municipales se ganan por mayoría simple de votos, la dispersión de candidaturas da ventaja al partido más fuerte, limitando las posibilidades de que la segunda opción pueda competir con efectividad. Si el voto se fragmenta mucho, el partido con mayores recursos y mejor estructura tiende a ganar las elecciones y la oposición se debilita.

Si miramos los resultados electorales dominicanos desde 1978 en adelante, encontramos que, a pesar del declive del sistema partidario (ya colapsaron electoralmente el PRSC y el PRD), los dominicanos han seguido concentrando el voto. Es decir, la ciudadanía vota fundamentalmente por las dos principales opciones electorales, con la excepción de la década de 1990, cuando hubo un tripartidismo efímero.

La división del PRD en el 2013 dio al PLD una hegemonía partidaria en los últimos años, pero ahora, el desgaste del PLD y su división, han elevado el posicionamiento del PRM. Los resultados electorales de 2020, sobre todo los presidenciales y legislativos, servirán para saber si en la República Dominicana se comienza a reestablecer el bipartidismo que se había perdido.

Las elecciones del 16 de febrero mostrarán que la inmensa mayoría de las alcaldías y de los distritos municipales las ganará el PLD o el PRM. Cuánto gane cada uno será importante para ellos y para el sistema partidario. A la vez, esos resultados tendrán un impacto hacia las elecciones de mayo, al colocar esos dos partidos en la delantera con respecto a los demás.

Los dominicanos concentran el voto en las dos principales opciones electorales por varias razones: 1) el peso clientelar, 2) el costo de las elecciones que limita las opciones de los más pequeños, y 3) la tradición de partidos fuertes a pesar del debilitamiento que han experimentado los existentes.

Artículo publicado en el periódico HOY