Todo el que ha estudiado un curso básico de Historia Universal, ha tenido que leer sobre Roma. Dentro de los muchísimos detalles de este imperio y civilización están sus juegos y su famoso Coliseo, aún en pie hoy.

En la niñez ocupaba la mente de muchos el hecho de que en ese lugar se verificasen combates reales, y a muerte, entre individuos llamados gladiadores. Y para aquellos que profundizamos un poco en la cuestión, llamaba a meditación que, también como parte del espectáculo, se lanzarán allí a grupos de personas cristianas para ser devoradas por los leones.

En esa época temprana del desarrollo humano en la que en el estudio y adquisición de los conocimientos básicos uno se topaba con esos datos, se producía en uno la convicción irónica de que realmente esos hechos retrataban épocas realmente bárbaras de la humanidad. Y digo que es una convicción irónica, porque para ese tiempo la civilización más avanzada era la romana y precisamente ellos llamaban "bárbaros" a todos aquellos pueblos que estaban fuera de los límites de su señorío.

Si los más civilizados de entonces luchaban por llenar un estadio donde con armas blancas e instrumentos contundentes combatientes se mataban entre sí, y donde eran echados por grupos a personas vivas a los leones, ¿Cómo habrán sido entonces los usos de aquellos pueblos a quienes que los romanos llamaban: bárbaros y salvajes?

De otra parte, en el ámbito de la historia de Medio Oriente destacan escritos y trabajos atribuidos al mítico rey Salomón, en los que se dice: "Lo que fue es lo mismo que será" se trata aquí de un guiño antiguo a la popular teoría histórica de interpretación de los eventos que adopta un esquema circular bajo la creencia—muy intelectualmente apoyada—de que la historia sigue un esquema circular en el que cierto tipo de eventos se van repitiendo espontáneamente en distintas épocas.

No tenemos poder para cambiar esta dinámica nefasta. Algunos proponen un final para la misma en el contexto de sus religiones o creencias, así como un nuevo comienzo—o reino—limpio para toda la humanidad. Sin embargo, en lo que eso ocurre solo nos queda la buena literatura (sea en prosa o en verso) los magníficos cuadros del presente y del pasado; la danza; admirar la escultura y hoy mirar a la buena fotografía

El caso es que hoy, bajo la sensación de haber alcanzado un tiempo pleno de civilización, tomamos nuestros ultra modernos dispositivos de comunicación, y en foros de redes sociales digitales y portales  de notables medios encontramos imágenes y vídeos vivos y reales de linchamientos, homicidios, tiroteos, peleas campales y llenas de odio e incluso podemos entrar a contemplar—en medio de una nube de comentarios—vídeos de agresiones sexuales reales o de la realización de actos íntimos sexuales consentidos. En este último caso no hay barreras, puede tratarse de menores entre sí, de adultos intimando con menores, de relaciones homosexuales o lésbicas, de zoofilia o masturbación, todo está totalmente a nuestro alcance, e incluso nos llega espontáneamente vía relacionados, amigos o contactos en el muy amplio escenario de la comunicación actual.

Cuando usted se enfrenta a lo anterior, junto a materiales de zonas de combate; gente siendo decapitada por terroristas o personas, o bien siendo quemadas vivas, o bien quemándose a sí mismos voluntariamente, lanzándose de puentes o dándose tiros en la cabeza, usted concluye que la barbarie de los romanos nunca ha sido borrada, sino reeditada con ingenio y dedicación generación tras generación.

El mundo ha hecho más rápidos, exactos, perfectos y diversos los procesos indispensables de la vida en sociedad, pero hoy como ayer ha sido incapaz de despojarnos de ese carácter barbárico y animal.

De este modo, seguimos siendo parte del mismo bestiario colectivo de hace miles de años, solo que hoy nuestros barrotes no son de hierro sino invisibles líneas de código de programación ya compiladas, avanzados algoritmos, sofisticadas filosofías político-sociales y político-económicas; teniendo en medio de ello, como respiro para el ser, a las eternas y renovadas fuentes de expresión del alma recogidas en la literatura, la música, la pintura, la danza y demás artes derivadas.

No tenemos poder para cambiar esta dinámica nefasta. Algunos proponen un final para la misma en el contexto de sus religiones o creencias, así como un nuevo comienzo—o reino—limpio para toda la humanidad. Sin embargo, en lo que eso ocurre solo nos queda la buena literatura (sea en prosa o en verso) los magníficos cuadros del presente y del pasado; la danza; admirar la escultura y hoy mirar a la buena fotografía; disfrutar un buen queso, ir a un museo, allí donde lo encontremos; en algún lugar del mundo detenernos a mirar el arte y la habilidad de un artista callejero mientras permanecemos y nos movemos sobre los mismos y antiguos rudimentos de bestialidad, hoy cubiertos por una fantástica sábana de modernidad.

Sin embargo y finalmente, siguiendo la mitología y mezclándola con la realidad, el genio griego nos ha legado la historia de una fantástica venganza, protagonizada por los dioses del Olimpo, indignados con Prometeo por robarles el fuego y compartirlo con los hombres. De este modo, estando indignados los dioses, Zeus creó una estatua de  mujer hermosa; Atenea, le dio velo, corona y vestidura; Hermes, le dio el habla, en grado maravilloso y Afrodita la saturó de encantos. Fue llamada Pandora, y fue enviada con un recipiente—que hoy llamamos caja—como regalo de Zeus a Prometeo, ignorándose en la tierra que en el interior  de la caja estaban todas las miserias, vicios, enfermedades y perversiones. Habiendo recibido encantado a la doncella, maravillado por su belleza, Epimeteo—hermano de Prometeo—no le impidió nada, y tal como le ordenaron los dioses, una vez recibida en la tierra, Pandora abrió la caja saliendo y desparramándose por el mundo todos los males, vicios y perversidades. En el fondo de la caja había algo distinto a todos los males mencionados, llamado esperanza, que Pandora no dejó salir porque dejo caer la tapa antes de que ésta saliera y escapara, tal y como los dioses le ordenaran.

Los antiguos creyeron esa historia, como los modernos aceptan a la Biblia, o al Corán. Si fuésemos a aceptarla, convendríamos que es inexacta; porque, de la caja escapó la esperanza y también el amor. Y aunque sorprenda esta afirmación, después de todo lo dicho, la misma queda revelada vía un vistazo a nuestro mundo más inmediato hoy. La esperanza y el amor; amor por la familia, por el trabajo, por la sociedad, por la naturaleza son la sal indispensable que impide que este mundo carnal y vicioso se descomponga y se pudra totalmente. Si todavía estamos en pie, si aún la colectividad es algo que los humanos sanos anhelan, es porque a pesar de tanta barbarie, escaparon y entre nosotros también tenemos a la esperanza y al amor.

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Nota:  Sobre los conceptos tratados en este artículo, a) Esperanza: expectativa optimista que desafía los escenarios más oscuros y negativos, fortaleciendo a quien la tiene la creencia de que, pese a todo, existe la posibilidad de un resultado positivo, o deseado; b) Amor: fuerte sentimiento humano de carácter bondadoso, que hace que el bien de quien lo siente esté en el bien de aquella persona, ser, proyecto, cosa o causa a la que dirige ese sentimiento.

Nota: La afirmación “Lo que fue es lo mismo que será” atribuida a Salomón, considerado hijo del mítico rey David de la Biblia, está contenida en el libro Eclesiastés, en su capítulo 1 verso 9, también contenido en la Biblia.