Cuando en el 2010 los revisores de la Constitución Política aumentaron la composición de la Cámara de Diputados, con la engañosa justificación de favorecer a las minorías políticas, muchos se preguntaron: ¿Para qué sirven los partidos minoritarios? ¿Merecen ellos tener escaños reservados en la Cámara Baja? La respuesta no se hizo esperar. En las elecciones de ese mismo año, los dos partidos mayoritarios los echaron a un lado y se repartieron entre ellos los cinco diputados elegidos por acumulación de votos que les habían prometido.
Las pequeñas entidades políticas celebraron como suya la Reforma Constitucional, sin haber reparado en que los referidos escaños no están reservados exclusivamente para ellos, como si ocurre con la comunidad dominicana en el exterior que tiene siete diputados asignados. Los minoritarios tienen un orden de preferencia en la distribución de los escaños, condicionado a que hayan alcanzado el uno por ciento de los votos válidos emitidos a nivel nacional. Por esa razón, cuando ninguno de ellos logra alcanzar ese umbral, los escaños se distribuyen entre los mayoritarios.
Los llamados diputados nacionales fueron elegidos por primera vez en las elecciones congresionales del 16 de mayo del 2010, en las que todos los partidos minoritarios formaron parte de dos grandes alianzas que personificaron el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD).
Como si desconocieran la Ley 37-10 que establece, como es lógico, que en lo que respecta a la escogencia de los diputados por acumulación, la alianza de los partidos debe ser total en el nivel congresual, al no haber concurrido a las elecciones solos o en alianza con otros partidos similares, los minoritarios se descalificaron para ser beneficiados en la distribución de los mismos.
Cuando un partido minoritario forma parte de una alianza o coalición se convierte en coparticipe de los escaños que esta haya obtenido. Esto no fue comprendido por el BIS, el PQDC y el MODA, los cuales creyéndose merecedores de un escaño cada uno, por haber obtenido un 1.32, un 1.13 y un 1.40 por ciento, respectivamente, demandaron, infructuosamente, la asignación de los mismos por ante el Tribunal Superior Administrativo.
Sin lugar a dudas, su falta de conciencia de minoría y su vieja costumbre de acudir siempre aliados a los grandes, los hizo caer, como incautos, en la trampa que estos les tendieron, con excepción de la APD que, habiendo interpretado correctamente la ley, aseguró uno de los escaños en su negociación con el PLD. Los demás ya saben que para llegar a tener uno de los diputados nacionales tendrán que salir solos a buscar los votos en el nivel congresal.
En nuestro país los partidos minoritarios tienen muy poca influencia y posibilidad de llegar a ocupar la presidencia. La mayoría de ellos conservan la personería jurídica y reciben el financiamiento publico gracias a las alianzas con los partidos mayoritarios. Tampoco tienen incidencia en el Congreso Nacional ni en los ayuntamientos. Y muy pocos de ellos son tomados en consideración por los medios de comunicación en el debate de los temas de interés nacional.
Es decir que, como diría Sartori, se podría dejar de contar con estos pequeños partidos, de no ser porque la sumatoria de las reducidas cantidades de votos obtenidos por ellos, en conjunto, muchas veces resulta determinante para el triunfo de sus aliados mayoritarios, que los utilizan en las campañas y los desprecian en los gobiernos.