Tal como expuso una articulista en un escrito publicado en este mismo órgano digital, se ha producido en este país una feliz coincidencia: el nombramiento y llegada de un  enviado del Papa, el Nuncio Apostólico  Jude Thadeus Okolo, proveniente de África y el nombramiento y llegada de un nuevo embajador de los Estados Unidos de America James (Wally) Brewster, reconocido activista de los derechos humanos.

Respecto del nombramiento y llegada del Nuncio no se produjeron expresiones públicas  de rechazo o desagrado, ya que viene en circunstancias extraordinariamente severas para la Iglesia Católica, viene a sustituir a un individuo que aprovechándose de su posición, la utilizó, la aprovechó para cometer las peores tropelías sexuales que se pueden imaginar:

Se aprovechó de menores a los cuales la miseria, la falta de educación, de familia, los hacían particularmente vulnerables a los avances de su degeneración.

Llegó Monseñor Okolo y lo primero que se destaca, además de la carta dirigida al Cardenal dominicano, es su sonrisa que acompañó con un breve mensaje del Papa que nos envió su bendición y su agrado personal de estar entre nosotros.

Le espera una tarea difícil, recomponer, la imagen de la institución que representa salpicada no solo por los escándalos sexuales que todos conocemos, y que han estremecido la sociedad,  sino también por actuaciones contrarias a la caridad cristiana: la soberbia, el orgullo desmedido, la complicidad con los sectores público y privado que mayores males han traído a esta Nación, la intolerancia de las opiniones ajenas.

Primera lección de don de gentes.

El nombramiento del embajador James Brewster, (a quien la foto publicada no  hace justicia), provocó airadas respuestas y hasta amenazas.  El Embajador  se anticipó a su llegada y mediante un video distribuido por la Embajada, anunció a los dominicanos quien era y que esperaba hacer conjuntamente con su esposo, durante su misión.

Y ahí ese señor ha dado muestras de lo que es un diplomático consciente del medio en el cual va a desempeñarse (por supuesto que sabe cuanto se ha desbarrado en estos predios),  los reparos que su designación ha provocado  y nos mandó a decir entre otras cosas lo siguiente:

“Crecí en una familia modesta de un pequeño pueblo del este de Texas…  Mis padres me enseñaron que todas las personas merecen respeto, dignidad, amor y oportunidades, también me inculcaron una fuerte creencia en Dios y en los valores de amor y tolerancia.  Bob y yo traemos esos valores y creencias.”

Esta es  la segunda lección de don de gentes.

Ninguno de los que, católicos o protestantes, han protestado por su nombramiento, ha criticado a diplomáticos que golpean a sus mujeres; a los que maltratan sus hijos; a los que utilizan su misión para traficar con armas, joyas y todo tipo de objetos.   ¿Será que esas actuaciones están justificadas a los ojos de esos críticos?

¿Es  que no saben o no se han dado cuenta de todos los diplomáticos  con una opción sexual diferente que hemos recibido y los que hemos enviado?  Por favor reflexionemos. ¿Cuál es la diferencia entre un diplomático dominicano homosexual y un diplomático extranjero homosexual?

Nadie está llamado a hurgar en la vida personal de otro, pero sobre todo que tratándose de un hombre público, como  es un embajador,  es por sus ejecutorias como embajador que debe ser juzgado.  Ninguna otra cosa más

Aprendamos a manejarnos socialmente con don de gentes.