Me invitaron a participar en un programa radial en Washington DC.  Lo dirige un pastor a quien Dios le ha dado mucha sabiduría y visión.  Lo digo pues no sólo está enfocado en su rol ante su congregación, sino que detectando las necesidades y viendo más allá del presente, se propone ayudar a la comunidad en general a conocer y acceder organizaciones, métodos y recursos para que los emprendedores latinos se abran paso.  De ahí que formó la primera Cámara de Comercio Cristiana.  Asistí a un taller de mercadeo que auspiciaron y así lo conocí.

Llegado el día yo entendía que me iba a concentrar a hablar de lo que hago, y con suerte conseguir clientes.  Más Dios me aterrizó a su voluntad.  El programa, llamado Buenos Días Espíritu Santo empezó y el pastor me presentó ante la audiencia para que compartiera mi testimonio.  Pronto las llamadas pidiendo oración se fueron multiplicando, al grado en que me tocó a mí recibir una, mientras el pastor conducía el programa.  Fue entonces cuando entendí que la oportunidad no era para ganar clientes, sino para apoyar almas…

Óigame hermana, me dice la señora con voz llorosa, yo necesito que usted haga una oración por mi hija, ella tiene que estar en la corte en dos horas y está embarazada cerca de dar a luz.  Pídale a Diosito que me la ayude a que la dejen ir porque ella es inocente…

Para los que vivimos en USA, en especial en las faldas de la Casa Blanca, los inmigrantes pasamos por muchas situaciones y el hablar de corte por lo general implica problemas serios.  Yo no conocía los detalles del caso, y confieso que busqué la mirada del pastor a ver si le podía pasar la llamada, pero no, esos no eran los planes de Dios.  El pastor tenía su micrófono abierto y estaba dando informaciones, seleccionando música y haciendo mil cosas a la vez.  Así que decidí ser quien complaciera la petición de oración, y eso hice.  No se trataba de saber las razones, sino de poner a Dios al frente del problema.  No sé por cuánto tiempo oramos, pero les garantizo que fue sincera.  La mujer lloraba y gemía con angustia pidiendo por su hija.  Yo clamaba a Jesús para que actuase como abogado de la joven.

Tras el amén, la mujer me pregunta si yo iba a estar en la radio el lunes, para ella llamarme y decirme en qué había parado todo.  Le expliqué que era una invitada y entonces, ella me pidió mi número de teléfono.  Se lo di con gusto, la señora en verdad necesitaba un hombro en el cual apoyarse.

Otra vez traté de consolarla y de hacerle ver que era tiempo de enfocarse en ayudar a su hija y alegrarse con la llegada de su primera nieta.

Terminado el programa, inicié mi viaje de regreso, complacida y agradecida de Dios.  Entendí que hay momentos para trabajar y hay momentos para ayudar.  En el camino me llama el pastor pidiéndome permiso para darle mi teléfono a otra oyente que dijo haberse identificado con mi testimonio y quería hablarme.  Le dije que sí.

En fin, llego a casa, empiezo a trabajar en mi computadora cuando suena el teléfono.  Era la señora con quien había orado.  “Quiero contarle cómo terminó todo”, me dice con voz nerviosa pero alegre.  “Dios es tan bueno que dejaron a mi hija libre, le quitaron todos los cargos en su contra”.  Yo elevé un “Aleluya” de puro gozo.  “Y eso no es todo, agrega, mire que de los puros nervios mi hija rompió fuente ahí frente al juez, y tuvieron que llamar una ambulancia y está en el hospital dando a luz.  Yo estoy esperando a mi hijo que venga a buscarme para ir a conocer a mi nieta.”

La señora me daba las gracias como si yo fuera la responsable del milagro, más yo le hice ver que Dios había escuchado sus peticiones y que yo sólo tuve el privilegio de interceder.  Entonces me empieza a dar los detalles del caso.  Resulta que su hija es una joven mujer de 28 años, graduada en diseño gráfico, con un trabajo estable, muy responsable y que acababa de comprarse su casa propia.  Lo único malo que ella ha hecho en su vida ha sido el casarse con ese hombre, dice introduciendo al nuero.  Él no estudió, no trabaja, vive poniendo excusas y no dura en ningún trabajo (yo por dentro de mí: Oh wao, esto suena familiar) …quiere dinero fácil y por eso se metió a vender droga. Mi hija no lo sabía, ella trabaja mucho y él es el quien para de un lado para otro.  Entonces andaban juntos en el carro de él cuando los paró la policía, y ahí los acusaron a los dos.  Mi hija es honrada, decía la señora casi llorando, y se está perjudicando por estar con ese hombre…

Otra vez traté de consolarla y de hacerle ver que era tiempo de enfocarse en ayudar a su hija y alegrarse con la llegada de su primera nieta.  Ella me pidió que continuara orando, esta vez para que su hija tome la mejor decisión ahora que tiene una niña y se separe del marido, quien para colmo tiene una amante, a la cual, según la esposa leyó en un mensaje de texto, el tipo le ofreció que se fuera a vivir con él a la casa que ella (la esposa) acababa de comprar.  La amante cree que es de él y que es soltero.

Estoy orando, claro que sí, pero para que se haga otra vez la voluntad del Señor, porque aunque opino que el tipo no le conviene, también es cierto que no tengo todas las versiones de los hechos, como para inclinarme para un solo lado.  Pero a raíz de los hechos, un hombre vago, que está dispuesto a meterse en el oscuro mundo de las drogas no representa un futuro estable para su mujer, ni para su hija.  Por tanto, mi oración es que Dios se encargue de que no paguen justos por pecadores.

 

Salmo 103:6. Jehová es el que hace justicia Y derecho a todos los que padecen violencia.7. Sus caminos notificó a Moisés, Y a los hijos de Israel sus obras. 8. Misericordioso y clemente es Jehová; Lento para la ira, y grande en misericordia. 9. No contenderá para siempre, Ni para siempre guardará el enojo.

  1. No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, Ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. 11. Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, Engrandeció su misericordia sobre los que le temen. 12. Cuanto está lejos el oriente del occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones. 13. Como el padre se compadece de los hijos, Se compadece Jehová de los que le temen.
  2. Porque él conoce nuestra condición; Se acuerda de que somos polvo.

Dios les bendiga…