La pequeña venía quejándose hacía un par de días de un dolor en su piernita, pero no se le veía nada.  Para el tercer día la niña caminaba con dificultad y tenía una fiebre local.  Estaba tan sensible al dolor, que no dejaba que la madre la tocara.  Por tanto, la nana tuyo que sostenerla, mientras la madre forzaba la inspección.

La hinchazón y el enrojecimiento eran perceptibles, pero la causa no.  Unas horas más tarde la piel se retrajo para dejar ver una especie de volcán lleno de un espeso líquido amarillo.  Para entonces el dolor era evidentemente insoportable, lo mismo que la lucha en la madre entre lo que debía y no quería hacer.

Siendo muy avanzada la noche y cayendo un torrencial, el ir a un centro clínico resultaba complicado.  Yo he visto eso antes, dijo entonces la nana.  Es un “nacío ciego”; debe estar lleno de pus y por eso está tan hinchado.  La mamá, entendiendo que, aunque iba a dolerle a ambas, era un mal necesario.  Había que exprimir aquello.  Buscaron algodón, alcohol, unos guantes y una aguja.

Armadas de un falso valor y con lágrimas en los ojos, puncharon la lámina que contenía el volcán cerrado.  El espeso y nauseabundo líquido empezó a correr con impulso, lo mismo que el intenso llanto de la pequeña.  Los algodones que tenían a mano no bastaron para recoger el amarillo-rojo líquido que seguía emanando.

Finalmente, usando el frasco vacío de algún medicamento, la madre lo usó para rodear la apertura y ejerciendo cierto nivel de empuje, apretó sustrayendo toda la sustancia amarilla hasta que sólo salía sangre.  Una pomada para calmar la piel y unas gasas cubrieron la herida.

La niña lloró por un buen rato, pero la hinchazón fue cediendo y al mismo tiempo disminuyo su dolor.  Esa noche durmió bien.  Los siguientes dos días hubo que repetir la extracción hasta que el mal vencido, expulsó una especie de bola con una raíz.  Cuando eso salió no hubo más pus.  De ahí se fue cerrando hasta sanar por completo.

Esta historia sirvió para ilustrar un concepto en un hombre que decía estar siendo “procesado por Dios”.  Ya quiero que esto se acabe, decía.  No puedo más.  Siento que Dios me aprieta y aprieta y ha ido más allá de lo que yo puedo o quiero resistir.  Ya quiero que las cosas se queden así y simplemente cerrar el capítulo. –aseguraba-   …y dejarte con la raíz del problema adentro?  Por varios días la niña padeció intensos dolores pero la finalidad era sacar el mal por completo.  Cuando eso sucedió el proceso de sanidad fue fácil y rápido. Le explicaron.  –Si pero yo llevo demasiado tiempo con esto, no tres días! Dijo con ironía.

Si, ya quisiéramos que todos nuestros problemas se resolvieran en un abrir y cerrar de ojos, pero por lo general, no es que Dios está divirtiéndose con nuestro dolor, al contrario, como aquella madre, que debió armarse de valor, afrontando el dolor y el sufrimiento, porque sabía qué resultado buscaba; así Dios sigue apretándote hasta sacar lo que te afecta.  La niña se resistía porque le dolía y tampoco entendía por qué su mamá le hacía eso.  Ella tuvo que ser sujetada, pero cuando ya se sintió mejor, se dejaba limpiar y poner las medicinas.  Al final, andaba correteando feliz, y a estas alturas ni se acuerda del problema y mucho menos tiene una actitud acusatoria contra la madre por someterla a aquello.  Delmismo modo, cuando pasamos por una tribulación, tú puedes estar seguro de que Dios está trabajando con el propósito de sacar un mal que hay en nosotros y sustituirlo por un bien.

…en otras palabras, Dios me está apretando pero no me va a ahorcar.    ¡Exacto, y mientras menos te resistas, más rápido sanarás, confía en Él!  Después andarás como la pequeña, saltando de contento por los resultados…

Jeremías 29: 11-13 Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.Entonces me invocaréis, é iréis y oraréis á mí, y yo os oiré:Y me buscaréis y hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.