[Algunos de los grandes personajes de la historia son tan humildes como Dionisio el Exiguo (460-550), es decir Dionisio el pequeño, Dionisio el enano. No se sabe si lo llamaban de esta manera por un defecto físico o para diferenciarlo de otros Dionisios. Su gran hazaña fue dividir las aguas de los tiempos en un antes y un después, un antes y después de Cristo. O sea, la fundación de la era cristiana.
Dionisio era un astrónomo y erudito y al parecer fue el papa Hormisda, viudo y padre de un hijo que sería el papa Silverio, quien le encargó establecer las fechas de unas festividades cristianas partiendo del nacimiento de Cristo y no de la fundación de Roma, como era costumbre, pero a la larga sus cálculos dieron origen al calendario por el que se rige una gran parte de la humanidad, a pesar de ciertos errores que ya se le han perdonado.
Los textos que siguen a continuación arrojan luz sobre este luminoso personaje. PCS].
Dionisio el Exiguo
Los antiguos romanos solían datar los años bien indicando los cónsules que gobernaban en dicho momento, bien a partir de la supuesta fundación de la ciudad (ab urbe condita) o el final de la monarquía (post reges exactos). Esta costumbre no se abandonó con la extensión del cristianismo, al menos de inmediato. Ni con el uso por parte los seguidores de esta religión en Alejandría de un método alternativo de datación consistente en contar los años transcurridos desde el comienzo del reinado de Diocleciano. Esto último no deja de ser peculiar, habida cuenta de las cruentas persecuciones organizadas por dicho emperador, razón por la que a este sistema de numeración se conoce como era de los mártires. De seguro debió ser una de las circunstancias que tenía en mente Juan I cuando en el 525 encargó a un monje procedente de Escitia Menor calcular los años transcurridos desde el nacimiento de Cristo. Era conocido como Dionisio el Exiguo, y su erudición le llevaría además a escribir numerosas traducciones, un tratado de matemáticas y una conocida colección de derecho canónico. El sistema de cómputo al que aquí nos referimos se asociaría a la postre al calendario juliano, por extensión al gregoriano, y en la actualidad es universalmente usado en todo el mundo (en convivencia con otros allí donde la religión imperante no es la cristiana). Eso a pesar de que, si algo se tiene claro, es que Dionisio el Exiguo erró sus cálculos por entre cuatro y siete años. Pero este hecho se ha establecido modernamente, al intentar compaginar los acontecimientos históricos con el Evangelio según San Mateo, en particular con el requerimiento de que el nacimiento de Cristo se produjese en vida del rey Herodes.
A pesar del origen papal de la iniciativa para el establecimiento de un cómputo según esta nueva era, no se abandonaron de inmediato las costumbres existentes, y el año del Señor no se empezó a utilizar de facto hasta pasados dos siglos. Hay que pensar que el uso que Dionisio el Exiguo le dio no fue la datación de acontecimientos, sino la elaboración de unas tablas de Pascuas. La propia cancillería papal no adoptó la era cristiana hasta el siglo XV. En su origen se expresaba acompañando a la fecha de la indicación Anno Dómini Nostri Iesu Christi, abreviado A.D., pero con el tiempo se ha traducido frecuentemente a otros idiomas como antes o después de Cristo (a.C. o d.C.). Además de cristiana, a esta era se la denomina también común o simplemente nuestra era y, como se ha comentado, hoy en día es la principalmente usada por organismos internacionales, desprovista de su significado religioso. (José Antonio Casares González)
¿Qué aportó a nuestras vidas Dionisio el Exiguo?
Dionisio el Exiguo fue el inventor del cambio de épocas. O sea, el fundador de la Era Cristiana. Gracias a su aporte, la historia quedó dividida en dos aguas: antes y después de Cristo. Hoy, los pueblos no cristianos usan la expresión: antes y después de la era común, pero la idea es la misma. Sin embargo, el concepto de antes y después de Cristo sólo adquiría su real significado en el año mil, en plena Edad Media. Y para ser precisos, la gente común, el pueblo de tiempos de Jesús, no tenía un calendario de nada. Sería mucho pedir. La sociedad regida por un calendario nacería mucho después.
Dionisio lleva el apodo del Exiguo debido a su baja estatura. Dicen que medía un poco más que la espada del rey Arturo, lo cual es parte de una encantadora leyenda. Un libro apócrifo aduce que era tan pequeño que parecía un niño usando los hábitos. Ese apodo no le puso nadie de su tiempo, más bien fue un mote dado por los historiadores con el fin de diferenciarlo de otros 12 Dionisios de importancia histórica: Dionisio el Joven, Dionisio el Viejo, Dionisio el Sabio, Dionisio el Patriarca y Dionisio Papa de la iglesia católica, por sólo mencionar algunos de ellos.
Antes de esta división de la historia, la humanidad se regía por la era diocleciana, esto es, aquella era que ponía punto de partida en el cómputo de los años en la fundación de la ciudad de Roma, que a la sazón era el evento más importante de la humanidad en aquella época. Pero gracias a Dionisio el punto central de la historia se movió de Roma a Jesucristo, cuyo nacimiento marcó el evento verdaderamente más trascendente de nuestras vidas.
Pese a sus minuciosos cálculos, Dionisio cometió un error de entre 4 y 7 años en la fecha del nacimiento de Jesús. La prueba es que Herodes ya llevaba entre 4 y 7 años de muerto cuando nació el Mesías según Dionisio, pero el monje jamás supo de su equivocación. Invirtió 12 años en este proyecto. Su error se descubrió 1200 años después. Además, Dionisio no proveyó a nuestra era de un año 0, quizás por desconocer la importancia del 0 en las operaciones numéricas.
El impacto de ese error en el calendario lo padeceríamos los humanos 20 siglos después con el cambio de milenio. De modo que la omisión de un humilde monje nacido hace 1500 años, provocó a fines del siglo 20 la publicación de 693 libros que describían los malos augurios que se desatarían sobre la humanidad por la falta de ese cerito, el famoso Y2K, del año 2000. ¿Lo recuerdan?
Antes de Dionisio y después, la humanidad ha inventado más de 5 mil calendarios. Ninguno ha estado vigente más de mil años, salvo el actual. Muchas culturas se regían por 3 o hasta 4 calendarios simultáneos. Finalmente, si no hubiera sido por Dionisio, hoy estaríamos en el año 6243. En realidad, el de la idea fue el Papa Hormisdas quien ordenó a Dionisio este proyecto.
Nota: Entre nosotros, el personaje más luminosamente exiguo es un gato con nombre de gato, pero con dientes de conejo, la criatura política más rapaz del patio, a excepción de su mentor y protector.