I.- Las mujeres y los hombres buenos en el recuerdo de  sus  pueblos

1.- No es normal que la población de un país, teniendo conocimiento  del hecho, su peso específico y  su significación histórica social y política  se mantenga indiferente, desinteresada e imperturbable. La calidez y  la sensibilidad deben motorizar  afectos  y  eliminar  indiferencia.

2.- No es propio de hombres y mujeres preocupados por los problemas que afectan a los demás, aceptar  comportarse neutros,  ver lo ocurrido   a su alrededor como baladí. Es subvalorar, y  no tomar nada en  serio, creer que lo que sucede alrededor le resbala,  es una insignificancia.

3.- El ser humano debe estar preparado  para manifestar deleite, disfrute y placer, no para permanecer en estado de desagrado, disgusto e insatisfacción; como si fuera un inútil, fracasado y perturbado. El alborozo genera buen ánimo a los que nos rodean,  contagia de buen humor.

4.- Los pueblos valoran, conocen la trascendencia de sus  luchadores sinceros,  les  toman en cuenta  y expresan  merecimiento cuando tienen conocimiento de lo que ha sido su accionar,  y como han incidido en los procesos sociales destinados a generar cambios verdaderos.

5.-  Una vida transparente, exhibida con el buen ejemplo, hay que pronosticarla como modelo, y al actor considerarlo por sus actuaciones nítidas, limpias, libres de nebulosas, ambigüedades y oscuridad. Aquel que bien vive y actúa no tiene nada que encubrir, esconder, simular ni contrahacerse.

6.- En la memoria histórica deben tener lugar reservado los mejores, los  abnegados hombres y mujeres que con su comportamiento, valentía y desprendimiento prueban en vida su decidida entrega a las mejores causas.

7.- El ser humano necesita estar adecuadamente orientado para poder inclinarse a una idea o aceptar como buena una opinión; una correcta ubicación hace posible guiar el pensamiento por la línea que nos lleva sin incertidumbre al preciso conocimiento de lo que era desconocido.

8.- Para abordar un tema que sirve de motivación para  exponerlo por escrito, su autor debe sentirse basado en algo, fundamentado en un hecho; estar  estimulado a decir con  letras lo que anida en su corazón.

9.- Precisamente, lo que me ha incentivado a hacer este trabajo es que he observado con preocupación el hecho de que en el seno de nuestro pueblo   está primando el dejar pasar las cosas, como que nada es nada, que  poco importa lo que  ocurra, la vida sigue y pa’ lante.

10.- No es que yo espero ver que cualquier evento se convierta en una razón para un amplio movimiento de opinión pública,  el desplazamiento de miles de personas de un pueblo a otro, un arrebato de emociones ni nada  que se parezca; lo que sí creo es que aquí  tienen lugar sucesos que deben  ser  tomados en cuenta y  lo mejor del país   hacerlos suyos,  darle la importancia, la relevancia que tienen y  merecen.

II.- Enseñar a los pueblos a valorar a los mejores luchadores 

11.- Los pueblos deben saber valorar, aprender a reconocer a quienes contribuyen positivamente a crear las condiciones para hacerles la vida menos pesada  en lo material y espiritual. La consideración, la estima ha de estar reservada en el corazón de los que están preparados para querer, distinguir, justamente recordar con apoteosis y justificada glorificación. 

12.- Conviene a los padres en el hogar y los maestros en las  escuelas, enseñar  a sus hijos y alumnos para que aprendan a valorar, a comprender lo que es la valía, el mérito y el alcance de un hombre o mujer en el seno de la sociedad; que se estima y distingue al ser humano por su actitud, comportamiento e incidencia en la vida pública.

13.- Es bueno  adoctrinar a la presente y futuras generaciones de dominicanas y dominicanos en el sentido de que  deben saber distinguir lo que es un ciudadano encomiable, loable por sus obras, estimable por  la entrega a su pueblo; valioso por tener un proceder digno, ajustado a las buenas actuaciones que hacen al merecedor ser ponderado, digno de alabanza.

14.- Resulta provechoso instruir a la juventud dominicana para que sepa que es bueno conocer las actuaciones de las personas que hacen vida pública, porque sólo así es posible con certeza poder alabar, loor a quien bien actúa, lo mismo que censurar, criticar, y en todo caso reprobar al que mal procede. Hay que ser exacto posible a la hora de tachar o elogiar.

15.- El buen juicio debe guiar a lo limpio  que todavía queda  en la sociedad dominicana, para  que se forme criterios partiendo  de hechos, en base a sano discernimiento, y no juzgar por simples conjeturas, suposiciones fruto de inexactas valoraciones. No es justo fastidiar, crucificar por lo que ha dicho otro quién sabe con cuales fines.

16.- Debemos cultivar, fomentar en la mente de la niñez dominicana que reconozca  la calidad humana, los atributos que sirven como referencia  para identificar a sus mejores hijos, a los que en vida dan demostración de  poseer  sustancia  de sensibilidad y apego a los principios que adornan a la persona,  y engalanan la  tradición patriótica probada en los hechos y sin  espera de recompensa.

17.- Los hombres y mujeres del futuro deben  ser  edificados, mentalmente  formados para  que con nitidez sepan distinguir la generosidad, la probidad de quienes  participan  en el quehacer democrático con perseverancia y templanza, con la convicción de que proceder así responde  a convicciones resultantes de vivencias categorías y concluyentes recogidas en el quehacer,  en la faena permanente buscando la felicidad de las grandes mayorías  nacionales.

18.- Una  joven o un  joven bien orientado ha de ser el dominicano que se haya levantado en nuestro  medio con la idea clara de  ciudadana o  ciudadano fiel  a su  país y que defiende,  se juega su vida cuando las circunstancias lo exigen,  y  de tierno se convierte en  héroe reconocido por sus compañeros combatientes  que han  apreciado su gallardía, fogosidad, audacia, probada bizarría.

19.- Si en el cerebro de los adolescentes nuestros se fija la idea  de que batallar, reñir por las causas justas es ser buena dominicana o dominicano, siempre van  a tener presente que pugnar  por los interés  sanos, por la soberanía nacional, es señal de contradecir a los que llegan a la política para satisfacer apetencias personales desmedidas,  contra las  legítimas aspiraciones de las masas populares.

20.-  Resulta conveniente hacer que el movimiento estudiantil adopte en la conciencia la percepción de que el  dirigente político bueno,  humano y sensible es aquel que hace con el accionar  político y social un convenio, un  compromiso,   asume responsabilidad de honor,  una transacción irrevocable con todo aquello  que es meritorio, encomiable, y  que  engrandece   a los seres humanos  por sus actuaciones en sus pasos por el mundo de los  seres vivientes.

21.- La cabeza de cada compatriota debe convertirse en una especie de cofre propicio  para conservar para siempre el  nombre de aquellos luchadores sociales que   en el curso de su existencia demostraron ser coherentes con su prédica y práctica, haciendo de su modo de ser el prototipo del hombre o mujer del pueblo llamado  a  ser  imitado por generar con sus actuaciones cánones, fórmulas de proceder dignas a ser  asimiladas para adoptar y no abandonar nunca.

22.- Debemos preocuparnos por activar, impulsar la valoración, el  reconocimiento de quienes bien merecen un espacio en el corazón de las mujeres y hombres de valía; verlo como   un aporte para conservar viva la intención de nunca olvidar a quienes despojados de conveniencias particulares mantuvieron en alto el cumplimiento del deber,  sin estar de politiqueros, peseteros buscavidas.

III.- A Diómedes hay que recordarlo  como bien merece

23.- La desaparición física del Doctor  Diómedes Mercedes, debió de constituir un acontecimiento de la dimensión,  de las proporciones de sus acciones democráticas, patrióticas y revolucionarias. El fue el vivo ejemplo de lo que es un hombre entregado por entero a las causas nobles. Se caracterizó por su sensibilidad, solidaridad y valentía.

24.- Diómedes,  reunía las condiciones de ser diligente, dinámico y laborioso; dispuesto para la lucha y los trabajos   que requerían compromisos políticos. Siempre presto para dar respuesta sin importar  riesgos, se la agenciaba para con su decisión servir de ejemplo.

25.-  Un dominicano  lleno de dignidad, nobleza y probidad, así fue Diómedes Mercedes. Probó ser  una persona de bien,  con mucha vergüenza, vivió en forma sencilla, sin pasarle recibo a su pueblo por los aportes que hizo accionando en diferentes escenarios. Las cualidades de Diómedes,  como luchador social procede sean  conocidas    para que la presente y futuras generaciones sepan que este país ha tenido hijos que pueden ser valorados en cualquier época  y sus hechos arrojan luz, ponen claro  lo que fue su paso por este mundo terrenal.

26.- En  un periodo de la historia política dominicana como la actual, dominado por el individualismo, el egoísmo, el interés particular y   lo  insolidario, enaltecer, encomiar la persona de Diómedes Mercedes contribuye a llevar a la conciencia de la juventud del país  la idea de que esta tierra ha parido hombres que  se han encumbrado por su ejemplo de vida, y que por sus actos,  al morir, han logrado engrandecerse, erguirse sin proponérselo.

27.- Los méritos de  Diómedes Mercedes,  están ahí, como testigos  de piedra, diciéndoles  al país y al mundo  que fue un dominicano de arma tomar, templado en el combate, corajudo, estoico, animoso, ardido, de rompe y rasga. Fue un combatiente de  amplios quilates.

28.- Los dominicanos y dominicanas que tuvimos la dicha de compartir con Diómedes Mercedes;   apreciamos su persona, estimamos sus esfuerzos y bien consideramos  su actividad política y social;  y tomamos en cuenta  lo que fue su historial de militante revolucionario. Los antecedentes suyos en los movimientos estudiantiles, sus referencias  destacadas como político y aguerrido en  el arte  militar, nos dicen  que dejo una vida llena de coherencia, heroicidad, bravura e intrepidez.