“La masculinidad, postulo, es una noción totalitaria que produce intrincadas estrategias o juegos de poder para que los hombres se opriman y prevengan ser oprimidos entre sí. Cada relación diádica entre hombres parece estar “generizada” (Kaufman, 1997) u ordenada en rangos por las características y la conducta de los actores, es decir, establece quién es más hombre que quién, y quién ejercerá el rol dominante y el dominado… (De Moya 2003)

“Una distinción necesaria para entender las masculinidades dominicanas y afrocaribeñas tiene que ver con lo que he llamado cultura de clase social-raza-etnia. Esta compleja interrelación define en términos amplios dos culturas opuestas aunque complementarias. La cultura de la casa es construida alrededor de conceptos de lo femenino, lo sagrado y lo respetable, y la cultura de la calle es construida sobre la base de lo masculino, lo profano, y la  reputación……..  La cultura de la calle, por otro lado, está centrada en la noción de virilidad (es decir, potencia sexual)”. (De Moya 2003)

Tony De Moya analiza en la cultura dominicana la vinculación que existe entre la construcción de la masculinidad y la calle, su espacio o locus de socialización principal. Esta reflexión de la estrecha relación existente entre calle-virilidad, calle-masculinidad, Tony la analiza en el artículo citado de la revista “Perspectivas Psicológicas”  desde el ámbito de la sexualidad. En un articulo nuestro anterior analizamos la noción masculinidad-calle desde la socialización.

Tomando como punto de partida el concepto de masculinidad sobre el que reflexiona Tony de Moya hacemos inferencia a estudios en los que identificamos lógicas sociales que interactúan con el imaginario masculino, una de ellas el “dinero fácil”.

El modelo del “dinero fácil” no es únicamente masculino, también afecta al sexo femenino. Este modelo permea a estratos pobres, medios y altos e interactúa con las pautas capitalistas de consumo que fomentan la comodidad en tensión con esfuerzo y responsabilidad. El dinero fácil está afectando a la población adolescente y joven tanto femenina como masculina en nuestra sociedad, en el caso de la masculinidad adquiere mayor predominio por distintos factores entre los cuales encontramos:

 

  • El peso de la relación poder político-dinero fácil-impunidad donde el hombre juega un rol fundamental porque el ejercicio de poder está en el ámbito de lo masculino. Las tramas de la impunidad afectan tanto al sexo masculino como femenino. El sexo masculino tiene más peso por las destrezas que desarrolla en su socialización con el mundo “político” donde las redes de impunidad y complicidad son más fluidas.

 

  • La masculinidad supone la permanente “conquista” hacia el sexo femenino y mientras más mujeres se conquista más viril es el hombre. Esta conquista supone gastos y flujo constante de dinero.

 

  • Patrones de consumo que afectan la apariencia de “hombre con movida” o “joven con movida”. Entre las adolescentes y jóvenes se identifican expectativas con respecto al joven u hombre en el que “ellas” se fijan. Este hombre o joven debe “mostrar” que mueve dinero. En este sentido, indicadores importantes de ese movimiento de dinero son los patrones de consumo referidos a: aparatos de comunicación con tecnología moderna o “de punta”, “una buena pinta” la que se refiere a vestimenta y calzados de marca, vehículos o motores.

 

Esto supone entonces una mayor demanda de dinero para el adolescente, joven u hombre adulto que tiene que se inserta en esta lógica de consumo y sobre todo de conquista. En estas lógicas las grandes trampas del dinero fácil que se obtiene o con las relaciones políticas, relaciones de poder o actividades en conflicto con la ley son las más atractivas y su acceso va a depender del tejido de sus relaciones sociales e interpersonales.

La deconstrucción del “dinero fácil” como modelaje social supone procesos de cambios en nuestra cultura social que atraviesan la masculinidad, feminidad,  ejercicio de poder y la impunidad.

Este artículo fue publicado originalmente en el periódico HOY