En estudios realizados con población joven y adulta de ambos sexos encontramos diferencias con respecto a la mirada a la felicidad, bienestar y futuro. (Vargas/Fundación Abriendo Camino 2014)

En el caso de la población femenina la felicidad tiene un sentido más colectivo-familiar, el establecimiento de una familia, vivienda, trabajo estable y una relación de pareja estable son parte de los patrones sexistas que se han impuesto sobre esta población y que aún siguen vigente en muchas mujeres, adolescentes y jóvenes.

La población masculina por el contrario ha recibido la presión social y familiar desde la niñez de buscar dinero, trabajar desde la infancia y adolescencia en la búsqueda de dinero por distintas vías es la meta impuesta a esta población por la división sexista de roles hombre-mujer. Lo que supone un vínculo con el espacio público-la calle como eje fundamental de la masculinidad.

El modelo del “dinero fácil” no es únicamente masculino, también afecta al sexo femenino. Este modelo permea a estratos pobres, medios y altos e interactúa con las pautas capitalistas de consumo que fomentan la comodidad en tensión con esfuerzo y responsabilidad. El dinero fácil tiene cimientos históricos en nuestra sociedad, ha ido creciendo a medida que se desarrolla y crece nuestra población. Hoy afecta notablemente a una proporción de la población adolescente y joven tanto femenina como masculina y en el caso de la masculinidad adquiere mayor predominio por distintos factores como son:

  • El peso de la relación poder político-dinero fácil-impunidad donde el hombre juega un rol fundamental porque el ejercicio de poder está en el ámbito de lo masculino. Las tramas de la impunidad afectan tanto al sexo masculino como femenino. El sexo masculino tiene más peso por las destrezas que desarrolla en su socialización con el mundo “político” donde las redes de impunidad y complicidad son más fluidas.
  • La masculinidad supone la permanente “conquista” hacia el sexo femenino y mientras más mujeres se conquista más viril es el hombre. Esta conquista supone gastos y flujo constante de dinero.
  • Patrones de consumo que afectan la apariencia de “hombre con movida” o “joven con movida”. Entre las adolescentes y jóvenes se identifican expectativas con respecto al joven u hombre en el que “ellas” se fijan. Este hombre o joven debe “mostrar” que mueve dinero. En este sentido indicadores importantes de ese movimiento de dinero son los patrones de consumo referidos a: aparatos de comunicación con tecnología moderna o “de punta”, “una buena pinta” la que se refiere a vestimenta y calzados de marca, vehículos o motores.

La demanda de dinero para los jóvenes y los hombres se convierte en una gran presión social. Ser aceptado socialmente por sus grupos de pares masculinos y por las mujeres supone manejar dinero y hacerlo visible.

Las formas de obtención de dinero fácil están tejidas desde grandes trampas porque suponen el ejercicio de actividades políticas cargadas de corrupción, delictivas y/o violentas.

Este fenómeno combinado con la impunidad presente en sectores del sistema de justicia y grupos de poder genera la presencia de hechos delictivos y violentos que nos escandalizan solo cuando se refieren a personas notables pero que están presentes en la cotidianidad.

La transformación de estos patrones resulta compleja y suponen distintos procesos paaralelos. El abordaje de la masculinidad desde el sistema educativo es uno de ellos, por ello ujna política de género efectiva puede promover oportunidades de cambio cultural en esta perspectiva.

Este articulo fue publicado originalmente en el periódico HOY