Mientras en nuestro país ningún político ha dimitido, tras ser denunciado o involucrado en actos poco éticos, a nivel internacional observamos, como exitosos políticos se ven en la necesidad de dejar las posiciones cuando se presume que están involucrados en actos y actividades reñidas con la ética.
Esto va desde el famoso affaire Profumo en la Inglaterra de los años 60 a los recientes casos de políticos alemanes, de la tolda de la canciller Angela Merkel, como Christian Wulff, presidente federal de Alemania, que dimite en el 2012 por verse involucrado en escándalo de corrupción y casi dos años después es juzgado, presumiblemente, por recibir soborno por un importe de 720 euros.
Siendo frecuente en Alemania, que los políticos involucrados en actos pocos éticos, como plagiar tesis, algo también presente en nuestra realidad, hayan tenido que renunciar como han sido los casos del Ministro Norbert Lammert, Presidente de la Cámara Baja Alemana y Annette Schavan ex Ministra de Educación y Ciencia, ambos despojados de sus títulos doctorales.
La dimisión es el primer acto, que hace el agraviado, para intentar desagraviar la sociedad de la falta cometida, manifestándose un cierto “pudor” tras ser puesto en evidencia el hecho de haber faltado. La demisión es aceptar, que no se merece la confianza, ni el status, que le asigno la sociedad al que comete la falta.
Aquí nadie dimite ,los que faltan a las reglas éticas y morales del desempeño del rol de político, más bien se sienten agredido por las denuncias, insultados por aquellos, que han osado ponerlos al descubierto. Siendo significativamente frecuente, ver que tras las denuncias, los inculpados se dediquen a ser caso omiso de las acusaciones en su contra, y pasan a atacar ante la ley, por difamación e injuria, a los denunciantes, sobre todo en casos de corrupción, donde los procesos suelen ser largos como lo muestran la lucha que llevan a cabo los brasileños, con el caso Mensalao ,el cual, tras 8 años y 42 mil páginas de sumario, apenas esta semana, el 15 de noviembre fueron condenados y presos 11 de los 25 inculpados por corrupción, entre ellos el Ministro de Estado José Dirceo, el ex presidente de Partido de los Trabajadores ,el diputado federal José Genuino y Katia Rabelo ex presidente y propietaria del Banco Rural
Contra demandar, puede resultar un mecanismo de presión, a los denunciantes, o una forma de limpiar el nombre. Es algo que está por verse, siendo el caso más destacado el del senador Félix Bautista contra el escritor André L. Mateo,el abogado José Alejandro Ayuso y el economista Jaime Aristy Escuder, autor del libro El Lado oscuro de la Sun Land. Mientras otros han hecho ya demandas contra periodistas como Nuria Piera, Marino Zapete o Juan Taveras Hernández, (Juan TH), éste último también demandado por Félix Bautista.
No dimitir parece tener una estrecha relación con el descaro, basta con ver el alcalde de Toronto, Canadá, Rob Ford, el cual tras admitir haber cometido una serie de actos, censurables que hablan de su errática conducta, documentada , se niega a abandonar el cargo para continuar en su posición . Pues parece que cuanto mayor es la falta, mayor es el descaro que presentan los políticos.
Algo palpable en nuestro país, donde se pueden colocar ejemplos de escándalos pasados y recientes, donde personalidades políticas, aparecen relacionadas con cuestionadas figuras del crimen organizado y /o involucrados en casos de corrupción, violencia y nepotismo. Sin que se registren renuncias.
La ausencia de demisión es la constante, quedando demostrado que en Republica Dominicana, donde la sanción social es inexistente y la corrupción, es considerada como un mal endémico, que pone en peligro la democracia. No se pierde la posición, ni el status por verse relacionado en escándalos diversos. Como es frecuente en otras sociedades. Muy por el contrario pareciera que la afrenta es “lavada”, mientras aumenta el prestigio de las personas que logran librarse de los hilos de la justicia, exhibiendo con descaro el fruto de sus hazañas y las riquezas mal habidas.