Muchísimos estudiosos han tratado el tema de las relaciones humanas y de ciertas características que han sido tomadas como punto de partida para recomendar algunas técnicas que ayudan a influir en las personas.
Hay quienes hablan de las neuronas espejo, de técnicas vinculadas a la oratoria o la comunicación no verbal. Incluso, hay quien plantea que los seres humanos nos convertimos en el promedio de las cinco personas con las que más interactuamos.
Pero nuestro saber popular parece que tiene todo eso bastante claro desde hace muchísimo tiempo. “Dime con quién andas, y te diré quién eres” es una especie de resumen de todos esos tratados sobre el papel de la influencia en las personas.
El tema viene a colación porque recientemente se ha puesto en la palestra cierto debate sobre la influencia de dos personas muy conocidas en nuestro país. Por redes sociales me enteré de que se discutía quién influía más, entre Juan Luis Guerra y El Alfa.
Conocedor de mis limitaciones en relación con el tema, me apoyé en algunos de mis estudiantes para que me colaboraran en el propósito de completar una lista de composiciones de ambos. A la luz de “por sus hechos los conoceréis”, se inició un proceso para documentar los posibles alegatos de cada una de las partes involucradas en la discusión.
Los hallazgos alcanzan para escribir mucho. Por asunto de espacio, solo citaré tres muestras:
Al abordar el tema de protección, apoyo o refugio ante situaciones peligrosas o que podrían representar riesgos, Juan Luis y El Alfa se expresan así:
“Tengo un Dios admirado en los cielos
que me libra de mal y temores
es mi roca y mi gran fortaleza
y me colma con sus bendiciones”.
“Socio mejor no te equivoque
Tengo los tígueres setia’os en el bloque
Esperando que tú te me aloque
Para darle' un toque”.
Vamos con otro tema tratado en composiciones de Juan Luis y El Alfa. En el mundo del espectáculo es muy común que se haga alusión al amor, sobre todo al pasional. ¿Cómo tratan ellos el tema de la ostentación de un hombre que pretende a una mujer?
’Tamo activo' (yeh), con preservativo' (oh)
Tú na' má' me da la lu' y lo' tíguere' lo' activo (prr)
Lo que yo tengo fue suda’o, no e' de grati' (yah)
De un Suzuki pasamo' pa' un Bugatti”.
“Dime si me va' a querer
soy hombre de poco hablar, Consuelo
no tengo na' que ofrecer
un conuco, un gallo y un lucero
y la luz de la mañana
que entra por mi ventana, cielo
y los ríos y la montaña
y el viento que peina tu pelo
yo quisiera ofrecerte el mundo y no puedo”.
En la tercera muestra, ellos abordan uno de esos casos en que se manifiesta ciertas pretensiones a una dama por la que se siente una atracción carnal muy grande:
“Quisiera ser un pez
para tocar mi nariz en tu pecera
y hacer burbujas de amor
por donde quiera
¡oh! pasar la noche en vela
mojado en ti”.
“Que el dinero no falte bebé
Tú no ve’ que yo la tengo en play, como es (como es)
Si tú quiere cuarto’ lléname de Moët
y pégate pa’ la pared que quiero darte como es”.
Para esa última muestra, mis colaboradores me refirieron un tema titulado “La mamá de la mamá”, pero creo que ya hemos tenido suficiente (y hasta un poco más).
Confieso que, por atender otras prioridades, desconozco si el debate sobre quién influye más terminó con algunas cifras esclarecedoras, si ya fue sustituido por otro o cuándo lo tendremos de nuevo en la palestra.
Pero independientemente de todos los “influencers” y hasta de “enciclopedias andantes” que podamos encontrar por ahí, ya el saber popular ha dictaminado que, dependiendo de quién la influya más, queda bien claro el destino de una sociedad.