Es, sin dejar ninguna duda, el almirante Cristóbal Colón quien posee en el tiempo la primera diferenciación en la isla basada en el color de la piel. El diario del navegante, como hijo de su tiempo, nombra, desde el poder que le otorga su condición y su misión, todo lo que ve y lo que toca. Nombrar es crear realidad y al hacerlo se utiliza lo propio, lo conocido, como baremo de diferenciación del otro distinto.

El jueves 11 de octubre, el almirante refiere a los indígenas en estos términos: “De ellos se pintan de prieto y ellos son de la color de los canarios, ni negros ni blancos, y de ellos se pintan de blanco y de ellos de colorado y de ellos de lo que fallan” (Diario de Colón). Para el momento, la diferenciación por el color es importante, aunque no es exclusiva. La esclavitud de las personas negras en la metrópoli era una realidad consumada por lo que las diferenciaciones por el color de la piel eran habituales. La literatura de la época es una cantera de prejuicios raciales y de quejas sobre la “normalidad” de las gentes de color en algunas ciudades españolas.

La diferenciación por la piel no es una invención de la conquista del Nuevo Mundo. En los poemas homéricos se distingue entre el griego y el “etíope”, es decir, el negro habitante de África en sentido general. El sistema esclavista no siempre estuvo ligado a la condición de ser negro. Los taínos desaparecen en consecuencia del sistema esclavista y no por un problema racial.

Cuando adviene la necesidad económica de traer negros a La Hispaniola, sin dudar, las diferenciaciones sociales entre amo-esclavo se expresarán igualmente en diferenciaciones de la piel. Hubo esclavitud blanca en el Nuevo Mundo, pero el esclavizado blanco o el blanco que trabajaba en condiciones de esclavitud no tenía el mismo trato ni el mismo oficio que la persona negra. Sobre estas diferenciaciones sociales, económicas, raciales es que se establece el colonialismo esclavista en nuestra América.

Un ejercicio interesante es ver las denominaciones de las personas esclavizadas en los documentos más antiguos de la época colonial nuestra. Conforme avanza el problema demográfico que representó el sistema esclavista colonial, las menciones a las personas esclavizadas se harán, primero, bajo el apelativo de “negros”; luego, los conflictos entre la parte oriental y occidental de la isla distinguió el negro esclavo español y el negro esclavo francés.

En las denominaciones del siglo XVI y XVII prácticamente no hay distinción entre “negros” y “esclavos”; muy pocos documentos hablan de las esclavas blancas. Incluso es muy frecuente que ambos términos estén unidos y se hable regularmente de “esclavos negros” o “negros esclavos”. Como es de suponer mayoritariamente la persona esclavizada era negra. Para 1698-1700 se distingue entre los esclavos franceses y los de la parte oriental y, también, aparecen los términos mulatos y morenos.

Para el siglo XVIII se distingue entre el negro y el mulato (español) y el negro y el mulato francés. Lo mismo ocurrirá en los inicios del siglo XIX. Recordemos el poblado de Los Minas, constituido básicamente de “negros fugitivos franceses”.

Todas estas denominaciones refieren a la misma realidad: la diferenciación por el color más allá de la piel. Esto explica el hecho de que una vez que los mulatos o cualquier persona de color fue escalando socialmente quiso distinguirse de las personas esclavizadas. “Los blancos de la tierra” no eran más que personas de color que quisieron distinguirse de la condición del esclavizado, no obstante, la imposibilidad de distinguirse por el color de la piel.

Ciertamente que el sistema esclavista y la esclavitud en Santo Domingo tienen rasgos muy peculiares comparado con otros países. El relajamiento de las condiciones del sistema esclavista creó relaciones más estrechas entre el amo blanco y la persona esclavizada negra. Luego la mezcla racial llevaría al predominio del mulato en términos demográficos, esto desde el siglo XVIII. De todas formas, tres o cuatro siglos de historia no se borran de la noche a la mañana.

Así como no hablamos de colonialismo, sino de colonialidad; el problema racial adquiere nuevas formas en nuevos contextos sociales; no es solo diferenciación por la piel.