Ciertamente el nuevo gobierno puede obtener ahorros importantes para cubrir los planes de contingencia por el coronavirus. Dos de esos planes son aumentar los recursos para el sector salud y extender las ayudas sociales de emergencia a más gente y durante más tiempo.
Pero no resuelve el problema presupuestario ante la caída brutal en los ingresos fiscales (28%) que a diciembre podrían significar unos RD$180 mil millones menos de lo programado.
Tampoco el problema del déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos por la fuerte caída en la entrada de divisas. Esto a su vez, presiona la tasa de cambio, aumenta los precios y agota gradualmente las reservas.
La necesidad de financiamiento adicional para el segundo semestre estaría rondando los US$2,000 millones conservadoramente hablando, aunque algunos economistas recomiendan entre US$2,500 y US$3,000 millones.
Por lo tanto, las nuevas autoridades deben trabajar en dos frentes. El primero, mejorando la calidad del gasto para reducir dispendios y despilfarros y aumentar lo que demandan las circunstancias, comenzando por la salud. El efecto de esta medida es neutro en términos de déficits.
El segundo, gestionando recursos frescos de la banca multilateral, nueva emisión de bonos si las condiciones lo permiten o vendiendo activos del Estado, especialmente Punta Catalina.
¿Qué monto podría ahorrarse eliminando el despilfarro? Como mínimo, RD$20 mil millones en los últimos 4 meses del 2020 y RD$60 mil millones en el 2021.
Es mucha plata y abonaría beneficios a los que más lo necesitan en esta época de crisis.
En cuanto a nuevos financiamientos en moneda dura, el presidente electo ha dicho que no vendería activos del Estado por lo que se reducirían a dos. Multilaterales o bonos (con los multilaterales se incluye renegociación de la deuda actual).
Hay otras vías, como los prestamos bilaterales, pueden ayudar, pero estos vienen regularmente amarrados a proyectos de infraestructura y pueden ser muy onerosos.
El financiamiento interno en pesos no resuelve el problema de la cuenta corriente ni la necesidad de aumentar las reservas. Otra cosa fuera, que la banca local le prestara en dólares al gobierno, pero a tasas ponderables. De lo contrario, es mejor descartarlo.
En fin, el reto es grande para el gobierno electo. Sus posibilidades de maniobrar son estrechas y heredará una economía hundida en una crisis nunca vista en su historia. Pero siempre hay salidas.