El partido de la Liberación Dominicana alcanza el poder político hace ya 17 años con las formalidades normativas y preceptos que requiere un gobierno democrático, aunque con los vicios, las distorsiones y los mecanismos fraudulentos e irregulares que la democracia amañada y manipulada permite.
Este partido en su ejercicio del poder ha venido exhibiendo y demostrando formas muy típicas y propias de un gobierno marcado e inclinado por el autoritarismo y con una acentuada concentración de poderes y otras características que definen desde el control del Estado una dictadura.
El hecho mismo de que el presidente de la República Danilo Medina y sus ministros no quieran exponerse al escrutinio del pueblo, de la opinión pública y los medios de comunicación, que le permita a los ciudadanos y ciudadanas interactuar con éstos sobre sus múltiples problemas y prioridades de sus comunidades, es una práctica de un gobierno pálidamente democrático.
El país no sólo está indignado por los actos de violencia, delincuencia, precarios servicios de salud, falta de empleo, la impunidad y la corrupción, sino también por el silencio premeditado y calculado como estrategia por parte del señor presidente, con tal de que “nada se le pegue” ni le afecte aún por corrompido y alejado de la ciudadanía que esté su gobierno.
La Sociedad Dominicana de Diarios en un documento público señala “casos de maltratos a periodistas cuando tratan de acercarse al primer mandatario, otras veces la seguridad del Jefe de Estado mantiene a los periodistas lejos y sin permitirles moverse a otros lugares”. Este también es un mal augurio y desdice de los predicamentos que nos permite la democracia.
Hay una secuela de hechos, fenómenos, acontecimientos y acciones del gobierno que dan lugar a establecer visos de dictadura, aunque solapada, detrás y debajo de la ley, la constitución y la institucionalidad, como: la megalomanía, la manipulación, el control mediático, “ganar” elecciones mediante procesos fraudulentos y dolosos; avasallar y descuartizar partidos de oposición y comprar legisladores violentando la constitución para aspiraciones reeleccionistas.
Las dictaduras se nutren también de la ignorancia, la falta de educación, la miseria, la indigencia, el analfabetismo, el clientelismo, asistencialismo; todo con el propósito de tener una población siempre vulnerable, alienada y sojuzgada al dictamen extorsionador y manipulador del dictador que gobierna para una plutocracia, aristocracia y hoy día, una burguesía plegada al poder político.
No es difícil presagiar que el PLD actúa de cara al porvenir para convenirse en un partido único; hace un tiempo su líder o antiguo líder y presidente de la entidad le dijo al país que su partido gobernaría de manera continua hasta el año 2044. Otras características que adornan las dictaduras y que las ejerce y lleva consigo en el ejercicio del poder el PLD son; la concentración de riquezas en pocas manos, los cuerpos represivos a disposición del poder político, integrar a determinados grupos de intelectuales, que se cobijan del poder para lisonjear de manera constante y profusa al gobierno, valiéndose de su prestigio de la llamada “clase intelectual”; no existe el contrapeso entre los poderes del Estado porque el presidencialismo, más bien el Poder Ejecutivo interfieren y doblegan la voluntad decisoria del resto de los poderes y no se duda que aparezcan crímenes de Estado para apañar y ser cómplice de escándalos de corrupción.
En un país donde casi todas las decisiones de Estado tengan que ser cedaceadas, zarandeadas y decantadas por el Comité Político del partido en el poder, incluyendo parte de los órganos judiciales y de las Altas Cortes, es indudable que se encamina a gobernar con la antorcha y la mandarria de una dictadura, por lo menos solapada, soterrada y semi-oculta ante los que quieren por complicidad y ganancia mercurial propia, negarla.