5ta Parte: Una resumida historia sobre Venezuela. El petróleo y la sempiterna crisis económica.

Una corta y condensada historia de Venezuela, realista y ajustada a la verdad, la podemos elaborar con un serio escrutinio a los escritos que recogen su trayectoria económica, social y política, y a la cantidad de información que los medios digitales proporcionan, depurada con seriedad y carácter científico.

Venezuela ha sido siempre un país muy rico en recursos naturales, y España, siendo imperio y ejerciendo el dominio sobre lo que fuera una de sus más valiosas posesiones, enriqueció con la extracción de oro, diamante, plata, cobre, bauxita, níquel, zinc… hierro, y esos invaluables bienes (luego se agregarían el petróleo, el gas, el coltán… el titanio) se han convertido, desde el siglo XVI a la fecha, en el más preciado trofeo para los imperios: en la clave de todos los conflictos que han generado miseria y muerte en la porción más frágil de la población venezolana, que siempre ha sido mayoría; se independizó en 1811 naciendo así la Primera República, que sucumbiría -un año después de firmada la Declaración de Independencia- ante los realistas (fuerzas armadas integradas por españoles -europeos y americanos- destinadas a defender la monarquía española). Luego se independizó de la Gran Colombia -creada a instancias de Simón Bolívar en diciembre de 1819-, cuyo territorio comprendía los que hoy ocupan Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá, y que sería disuelta en 1830 como resultado de las diferencias políticas y la tirantez entre los pueblos que la constituían.

Simón Bolívar, portador del título de "Libertador" que le fue concedido en 1813, considerado por sus acciones e ideas el "Hombre de América", y reconocido en la actualidad como "el más grande de los hombres que alumbró el siglo XIX", inició la lucha que culminó con la independencia de Venezuela; como resultado, la economía sufrió grandes deterioros, generando insatisfacción social y crisis política. Disgustado con los nacionales de cada una de las repúblicas que integraban la Gran Colombia, Bolívar los llamó orgullosos, irrespetuosos, déspotas, traidores, ladrones, ignorantes e incapaces; dejaría, antes de morir, unas sentencias que merecen ser analizadas:

La América es ingobernable.

“El que sirve una revolución ara en el mar.

“La única cosa que se puede hacer en América es emigrar.

“Este país caerá infaliblemente en manos de la multitud desenfrenada, para después pasar a 'tiranuelos' casi imperceptibles, de todos colores y razas…”.

La historia política de Venezuela ha estado matizada por las dictaduras:

Regímenes políticos que, por la fuerza o violencia, concentran todo el poder en una persona o grupo y reprimen los derechos humanos y las libertades individuales.

“Gobiernos que prescinden del ordenamiento jurídico y de la legislación para ejercer, sin ningún tipo de oposición, la autoridad de un país.

“El pueblo no está representado ni participa de la toma de decisiones.

“No hay leyes constitucionales ya que no existe la división de poderes. Las leyes son sancionadas directamente por el dictador. La constitución es adaptada a las necesidades del déspota y del grupo al que pertenece y representa.

“Las fuerzas armadas tienen la capacidad de privar de su libertad a cualquier ciudadano e incluso irrumpir en propiedades privadas.

“Las dictaduras supervisan el contenido de los medios masivos de comunicación así como a sus periodistas y trabajadores; generalmente los utilizan para inculcar a la población características positivas del dictador, convirtiéndolo en padre protector y benefactor del pueblo [¡Oh, Rafael Leónidas Trujillo Molina, Benefactor y Padre de la Patria Nueva!].

“Existe una ausencia total de los derechos del pueblo. Apelan a conflictos internos o externos para justificar actos de violación de los derechos humano.

“Dominan y controlan a sus ciudadanos por vía del miedo. Generan y fomentan en el pueblo el terror a ser perseguido, torturado y asesinado si no se acatan las órdenes.

“Necesitan el aval espiritual, y para eso otorgan poder desmedido a la iglesia -sobre todo a la católica-, institución encargada de ‘encauzar’ las almas de aquellos que se desvían del camino espiritual…”.

¡ASÍ FUNCIONAN LAS DICTADURAS REALES, NO LAS QUE INVENTA ESTADOS UNIDOS PARA APROPIARSE DE RECURSOS AJENOS!

Para no hacer más largo el escrito, analicemos la época moderna (que inicia con los primeros años del siglo XX) y los testimonios que ha legado. La gran crisis económica que había dejado la deuda de Venezuela con las grandes potencias mundiales llevaría al poder, en 1908, y por vía de un golpe de Estado, a Juan Vicente Gómez, dictador que gobernó hasta 1935 sin permitir la disensión, que llevó a la cárcel y al exilio a sus opositores, cercenó la intelectualidad y enriqueció, a costa del erario, como ningún otro caudillo lo había hecho. Con el descubrimiento de petróleo, durante su gestión, el país se convirtió en el mayor exportador del mundo, pudiendo honrar la deuda externa auque facilitándole a Gómez convertirse en el más grande propietario de tierras y el principal proveedor de carne del país. Con el control absoluto que ejerció sobre el Estado monopolizó el juego, la navegación, la electricidad, los centrales azucareros, las haciendas de café y cacao, los hoteles, las industrias de telas, jabones, cigarrillos, aceites… Fomentó, con la industria del petróleo y la construcción de infraestructura vital, el desarrollo de la burguesía, dando forma así a una conciencia nacional. ¿Hubo crecimiento económico? Lo hubo, pero debemos formularnos la siguiente pregunta, indispensable para comprender la realidad que viven los venezolanos: ¿mejoró, con la bonanza del petróleo, la calidad de vida de la mayoría de la población? Para nada; burgueses y oligarcas incrementaron sus riquezas mientras las grandes mayorías permanecían subsistiendo en la extrema pobreza.

Al ocupar Venezuela el liderazgo en la exportación de petróleo, fueron abandonadas la agricultura y muchas industrias, lo que dio lugar a la importación masiva de equipos y productos básicos y al incremento, nuevamente, de la deuda externa, que para ser saldada requirió del desvío de prácticamente todos los ingresos que derivaban de la industria petrolera, provocando inflación, falta de empleo, escasez de artículos imprescindibles y un malestar social que precipitaría los acontecimientos políticos. Posterior a la muerte de Juan Vicente Gómez, se sucedieron cortos e inestables gobiernos, lacerados por intrigas y componendas de los militares, quienes temían perder el derecho a gobernar Venezuela (al comenzar a ser administrada por civiles).

El general Isaías Medina Angarita (1941-1945), aunque favoreció la apertura democrática, medidas de corte social y la construcción de escuelas y universidades, ejerció bajo un régimen represivo y personalista; mantuvo los privilegios de la clase oligárquica y la corrupción gozó de total impunidad. Su derrocamiento se vincula a los intereses económicos de las grandes compañías petrolíferas y del Departamento de Estado de EE.UU. Rómulo Betancourt vendría a ser una figura clave en el golpe. ¿Mejoró la calidad de vida de las grandes mayorías? Tampoco.

Una “Junta Revolucionaria de Gobierno”, presidida por Betancourt e integrada por civiles y militares, gobernó hasta febrero de 1948. Entregó el poder a Rómulo Gallegos, electo en comicios celebrados en diciembre de 1947 con más del 80% de los votos, quien nueve meses más tarde sería removido, al querer proteger el petróleo que emana del rico suelo venezolano, por la clásica violencia que los militares ejercen bajo la influencia del Pentágono. Carlos Delgado Chalbaud, cabecilla del golpe, se instala en la casa de gobierno hasta que en noviembre de 1950 es asesinado. Lo sustituye el abogado y político Germán Suárez, quien gobernaría hasta 1952 con igual represión y censura que los propios soldados.

Otro militar -el comandante Marcos Pérez Jiménez- fue designado, por una Junta de Gobierno (en 1952), presidente de facto de Venezuela. Al siguiente año es proclamado por la Asamblea Constituyente "Presidente Constitucional" (período 1953-1958). Su etapa se caracterizó por la manera férrea y opresiva de gobernar pero, como todas las tiranías, propició el desarrollo (sobre todo para las élites sociales). Creó nuevas infraestructuras pero destinó cuantiosos recursos a la milicia; aumentó la seguridad nacional y con ello el control absoluto sobre la población. Las manifestaciones masivas en contra de la represión dieron lugar, en enero de 1958, a un nuevo golpe de Estado. ¿Mejoraría la calidad de vida de la gran mayoría pobre? Ni un ápice. En 1955 la revista Time honró a Pérez Jiménez con una portada en la que podía leerse "El capitán del barco del ensueño". Así trata el imperio las verdaderas dictaduras: con lisonjas; y así cataloga a Venezuela: “barco del ensueño”. ¿Hay a la vista alguna razón conocida para esa descripción?

Continuará… [6ta Parte: Período democrático en Venezuela (de Betancourt a Maduro). Estados Unidos y su influencia en la crisis actual]

Anteriores:

1ra Parte: Dictaduras en América Latina. La “ayuda humanitaria” de EE.UU.

2da Parte: Dictadura y características. La realidad venezolana

3ra Parte: Salida de los “ricos” y bloqueo de EE.UU. El espejo de Allende en Chile

4ta Parte: Venezuela y su incomparable ejercicio democrático

Nemen Hazim

San Juan, Puerto Rico

22 de febrero de 2019