3ra Parte: Salida de los “ricos” y bloqueo de EE.UU. El espejo de Allende en Chile.
Hace algún tiempo escribimos acerca de lo fácil que resulta para cualquier ciudadano del mundo ser de derecha: sólo tiene que nacer y ya; no es necesario que estudie, se prepare o cultive su mente. El derechista es como los animales, a quienes irracionalmente llamamos irracionales. Por ejemplo, el perro, para vivir, sólo tiene que ser perro: no necesita ir a la escuela para aprender a leer y escribir; no requiere de religiones que lo acerquen a Dios o a cualquier representación divina; no necesita graduarse de ingeniero, ni de médico, ni de abogado; en fin, el perro sólo tiene que nacer para ser perro, vivir como perro y, por supuesto, morir como perro. Así mismo es el simpatizante o activista de derecha: sólo requiere nacer, y, con el transcurrir del tiempo, y su continua alienación, va añadiendo nuevas "cualidades": adulador, servil, etc. Arroparse con una bandera de su nación, cantar el himno norteamericano y pedir para su país la intervención de las tropas imperialistas es la más grande de las aberraciones. Eso hizo la derecha venezolana, que, como todo en la vida, busca su hábitat, y lo ha encontrado en el vertedero de La Florida con su igual, la derecha cubana, injustamente llamada gusanera por Fidel Castro, en abierta ofensa al criadero de esta larva de cuerpo blando, alargado y cilíndrico conocida como lombriz en muchos otros lugares.
El éxodo de venezolanos inició con la salida de los "ricos", término que usa el capitalismo para encubrir las "malas palabras" que hay encerradas en oligarquía, burguesía y alta pequeña burguesía. Al llegar Chávez al poder esos ricos se llevaron los grandes capitales y los han usado para desarrollar a Panamá, República Dominicana y, en Estados Unidos, el estado de La Florida ("Doralzuela", capital de los prósperos y acaudalados venezolanos en tierra del imperio). Cuando inicia el éxodo de sus aliados naturales, EE.UU. implementa un inhumano bloqueo para acogotar a los más necesitados e incentivar su salida. ¿Con qué finalidad? Con la de desarrollar y expandir, por los medios de comunicación subordinados -que son mayoría-, la teoría de la dictadura. Venezolanos de exiguos recursos han arribado a República Dominicana, Panamá, Ecuador, Chile y otros lugares (La Florida imperial incluida) mediante boletos de avión suministrados con dinero que la derecha y el Pentágono han puesto en manos de organizaciones creadas con la finalidad de asfixiar la patria de Bolívar y provocar, por vía de un golpe de Estado, el derrocamiento del legítimo gobierno. Los que han salido, bendecidos por la maniobra mediática, ni remotamente se acercan, para usar una referencia, a los cuantiosos dominicanos que han emigrado. En nuestro específico caso, antes de la derecha entablar lucha contra la supuesta dictadura de Maduro, debería estar inmersa en una confrontación abierta contra Leonel Fernández, Hipólito Mejía y Danilo Medina, propiciadores de la degradación moral y crisis económica que no afecta a los ricos ni a los políticos que se constituyen en grupo de poder, pero tampoco a sus agitadores y bocinas. El éxodo de venezolanos tiene sus raíces en el deterioro de la situación económica, pero, ¿cómo ha llegado Venezuela a esa crisis?
Venezuela siempre ha vivido en dificultad, con la bonanza económica que ha producido el petróleo o sin ella. Mejor dicho: los de abajo siempre han vivido con precariedad, pero este momento es muy peculiar, y los orígenes de la debacle económica los iremos descubriendo a medida que avancemos en el despliegue de este ensayo. Desde Eisenhower, los presidentes de Estados Unidos han desarrollado métodos y planes para socavar los procesos sociales que llevan a cabo naciones con gobiernos revolucionarios. Cometen agresiones que de manera insólita son avaladas por leyes que violan las normas del derecho y de la convivencia internacional. El bloqueo económico ha sido la herramienta a la que históricamente ha apelado el imperio para provocar carestía de alimentos, medicinas y tecnología; hambre, desnutrición, enfermedades y, consecuentemente, desesperación en la población con la finalidad de que se desarrolle el éxodo masivo de ciudadanos y catapultar así la teoría de la dictadura.
Estados Unidos regula el comercio con naciones que considera hostiles (Cuba, Venezuela, Irán, Corea del Norte, etc.) y permite al presidente establecer y mantener embargos. Prohíbe a esa naciones que los fondos que destina a ayudas internacionales sean usados; a personas naturales o jurídicas suyas o de terceros países y a subsidiarias, también suyas, realizar transacciones financieras y comerciales; congela los activos; etc. Las bloquea para ahogarlas en la miseria y el hambre y provocar revueltas; ordena -de la forma más descarada e inhumana-, a sus aliados y subordinados, no vender a esos "enemigos" -aún posean los recursos para comprar- absolutamente nada. Cualesquiera de los países sometidos que se atrevan a desafiar los mandatos imperiales conocen de antemano, por "acuerdos" previos, las sanciones a las que se exponen. Atemorizados, gobernados por pusilánimes y serviles, optan por "apoyar los caprichos del amo" [debe diferenciarse entre países aliados y países subordinados: los primeros se benefician del saqueo y destrucción de las naciones "enemigas" (Reino Unido, Francia, Canadá, Australia, etc.) y los segundos se arrodillan ante las limosnas que EE.UU. les ofrece y las exposiciones que les son garantizadas en organizaciones internacionales para que funjan como sellos de goma (Argentina, Brasil, República Dominicana, Colombia, Ecuador, etc.)].
Lo de Venezuela es un deja vu; nada nuevo. El caso chileno es el mejor ejemplo; Estados Unidos socava los gobiernos que ejercen su autonomía y cuyas naciones poseen recursos que lo desviven. ¿Cómo funciona el bloqueo, se debilita la estructura de un gobierno libremente electo por el pueblo y se crea un ambiente caótico y de hambre? Recordemos los acontecimientos previos al golpe de Estado en Chile, y el propio golpe en sí, patrocinados por Estados Unidos. Richard Nixon, entonces presidente, financió varios de los "líderes" opositores desde antes que Salvador Allende juramentara como presidente en 1970; y apoyó el golpe militar. Allende buscaba establecer el socialismo con reformas económicas que incluían la nacionalización de la minería, profundización del proceso de reforma agraria y la estatización de las empresas vitales para el desarrollo del país. El boicot que Estados Unidos propició desembocó en una crisis económica caracterizada por el desabastecimiento, la inflación y las huelgas, situación que fue capitalizada por el frente oligárquico para crear las condiciones que llevarían a los militares, asesorados por el gobierno norteamericano, al golpe de Estado que encabezó el general Augusto Pinochet y en el que Allende perdió la vida defendiendo, con tesón y firmeza, su pueblo y las ideas en las que creía.
Henry Kissinger, secretario de Estado de Nixon, hizo lo imposible por impedir el avance de la izquierda en América; las acciones emprendidas contra el gobierno de la Unidad Popular que encabezara Allende recayeron sobre la Central de Inteligencia Americana (CIA), y estaban destinadas a estrangular la economía chilena. La CIA ejerció presión para que el sistema bancario no invirtiera, en represalia por la nacionalización del cobre, cuyo control estaba en manos de la minera norteamericana 'ITT Corporation'. Sembrada la crisis económica e incrementado el malestar social, la CIA inició el proceso de desestabilización política por medio de atentados realizados por la extrema derecha y acciones que buscaban separar de sus cargos mandos militares respetuosos de la Constitución chilena.
El general René Schneider, comandante en jefe del Ejército en el momento de la elección presidencial de 1970, fue asesinado durante una tentativa de secuestro llevada a cabo por testaferros de la oligarquía. Su posición para los comicios de 1970 recibió, por parte del gobierno de la Unidad Popular, el nombre de 'Doctrina Schneider', la que asumió para enfrentar las presiones que recibirían los militares con el fin de que abortaran el proceso electoral y evitar así que Allende saliera electo ("El ejército es garantía de una elección normal, de que asuma la presidencia de la República quien sea elegido por el pueblo, en mayoría absoluta, o por el Congreso Pleno, en caso de que ninguno de los candidatos obtenga más del 50 por ciento de los votos… Nuestra doctrina y misión es de respaldo y respeto a la Constitución Política del Estado. Hemos aceptado el veredicto de las urnas. Reconocemos y apoyamos en estos momentos a dos postulantes a la Presidencia de la República, que son los que obtuvieron las dos primeras mayorías relativas, el señor Allende y el señor Alessandri. Legalmente le corresponde al Congreso Nacional decidir cuál de los dos será el futuro Presidente de Chile, y a quien elijan ahí, lo debemos apoyar hasta las últimas consecuencias").
El general Carlos Prats González, comandante en jefe del Ejército, cargo que asumió tras el atentado que costara la vida a su antecesor y amigo, René Schneider, fue obligado a dimitir tras una vulgar campaña de desprestigio; nombrado por el presidente Eduardo Frei, fue ratificado por Salvador Allende, de cuyo gobierno sería ministro del Interior, ministro de Defensa y vicepresidente de la República. Fue asesinado, junto a su esposa, en un atentado perpetrado en Argentina (en 1974) por el estadounidense Michael Townley, quien fungía (en el marco de la Operación Cóndor, cuyo principal ideólogo -Henry Kissinger- buscaba instalar el neoliberalismo y frenar el auge que el socialismo había alcanzado) como agente internacional de la Dirección de Inteligencia Nacional de Chile (DINA).
El 11 de septiembre de 1973, en una acción militar ejecutada por las Fuerzas Armadas de Chile, fue derrocado el presidente socialista Salvador Allende. "Nosotros apoyamos, durante el golpe de Estado, los militares chilenos", dicen hoy los miembros del Pentágono, la CIA y el Departamento de Estado que se encargaron de planificar la violación y falta de reconocimiento a la legitimidad constitucional que se había dado el pueblo chileno. «Allende fue el primer presidente socialista elegido por la vía democrática en todo el mundo. Esto despertó un profundo temor en los Estados Unidos de Kissinger y Nixon. Kissinger le escribió a Nixon: "no tenemos recursos para oponernos a su legitimidad porque fue elegido libremente. Debemos asegurarnos de socavar su gobernabilidad, de que no presente un modelo exitoso para el mundo". Así que Richard Nixon y Henry Kissinger enviaron a la CIA para derrocar a Allende y llevar a Pinochet al poder… Esto condujo a un mayor contacto con militares chilenos y a una extensa labor de propaganda mediante el financiamiento del más importante diario de derecha de Chile, El Mercurio, de modo que se convirtiera en una voz propagandística de oposición contra Allende… Creamos las condiciones para apoyar uno de los regímenes más infames y sangrientos de la historia latinoamericana»; así se expresan hoy los verdaderos magnicidas que arrancaron la vida a Allende y quebraron el destino que el pueblo se había trazado mediante un proceso democrático, que deja de serlo cuando los gobiernos que ese proceso pare no se humillan ante los intereses del imperialismo norteamericano.
Lo bueno que dejan las acciones de Estados Unidos, si es que hay algún sedimento positivo, es que, aún con separación de tres o cuatro décadas, los hechos, tal y como sucedieron, salen a relucir documentados con carácter oficial gracias a las desclasificaciones que constantemente hacen los cuerpos que estructuralmente dan sustancia al imperio. Es la principal razón para no creer absolutamente nada cuando el argumento esgrimido está matizado por dos palabras que generan pavor: "fines humanitarios", en las que se embarcan cuando algún país posee recursos que necesitan para mantener su "forma de vida". Es tiempo más que propicio para estampar, con todo el daño que han causado las mentiras yanquis, el mal que hay en cada despropósito, en cada ejercicio mediático.
Continuará… [4ta Parte: Venezuela y su incomparable ejercicio democrático]
Anteriores:
1ra Parte: Dictaduras en América Latina. La “ayuda humanitaria” de EE.UU.
2da Parte: Dictadura y características. La realidad venezolana
Nemen Hazim
San Juan, Puerto Rico
20 de febrero de 2019