II de III

El PLD surgió como un partido de cuadros; "el único partido de cuadros entre los partidos democráticos de América", diría su fundador en innumerables ocasiones. Su estructuración fue concebida tomando como referencia el funcionamiento de la Iglesia Católica y de las instituciones castrenses. La misa que se celebra en Pedernales y en San Pedro de Macorís es la misma; la que se oficia en Philadelphia, Pennsylvania (EE.UU.), es una con las mismas características que aquella a la que asisten los feligreses de Aguadilla (Puerto Rico) o los naturales de Bogotá (Colombia). Los militares se rigen por los mismos códigos: actúan en forma similar tanto en Bolivia como en Francia; tanto en Argentina como en la República Dominicana. Por eso un peledeísta de Dajabón pensaba y actuaba igual que uno de La Romana; uno de San Cristóbal lo hacía de idéntica manera que otro de Puerto Plata.

Los círculos de estudio, la militancia, la actividad organizativa, la fiscalización -tanto moral como ética-, el adoctrinamiento, los métodos de trabajo, la unificación de criterios, el manejo de las finanzas, la formación de liderazgos y la toma de decisiones se constituían en filtros -tanto para el miembro que ingresaba al organismo de menor jerarquía como para el que alcanzaba el Comité Central- que delineaban una maquinaria política sin igual, que se nutría (en apariencia) de la crema y nata de la sociedad. Y no hablamos de apellidos ni clases sociales, hablamos de "personas con vocación de servicio, íntegras, con los atributos necesarios para desempeñar la dirección del Estado". Pero "una cosa piensa el burro y otra el que lo apareja". El engaño no tardó en desbordarse; pesaron mucho las contaminadas raíces sociales que dan forma al accionar dominicano; no tardaría en materializarse el infame plan que se habían trazado "ciudadanos sanos, con una práctica de vida ética y moral", que vería sus primeros frutos con la ineluctable desaparición del líder.

Esos hombres y mujeres que servían a su partido para servir a su pueblo, formados dentro de una agrupación política sin precedentes en toda la región (desde Ushuaia, Argentina, mundialmente conocida como la ciudad más austral del mundo, hasta Barrow, Alaska, el asentamiento más septentrional de América continental), que incluso se habían autoproclamado como los únicos serios, íntegros y honestos de la nación, supieron ocultar sus vilezas por varios lustros. En su momento fueron catalogados tal y como describe el candidato a alcalde a quienes ingresan a las filas de Alianza País, que, por desgracia, son dominicanos, con los mismos vicios que los que se atrevieron a fraccionar la sociedad, no suizos ni canadienses ni suecos que se han desplazado de sus respectivos países para afiliarse a una organización política presidida por un extraordinario ser humano, disidente, precisamente, de la asociación de rufianes a la que pertenecen quienes han enterrado los postulados y principios de Juan Bosch, y que, con toda certeza, conoce a la perfección nuestras desviaciones.

Antes de fundar el PLD, incluso antes de fundar el PRD, Juan Bosch debió haber pensado en la formación de dominicanos serios, íntegros y honestos, preocupados por el bienestar colectivo, liberados de deformaciones sociales, para que se dedicaran a la tarea de estructurar agrupaciones políticas de credibilidad, compromiso y respeto. Recordamos este párrafo de un artículo que escribimos en marzo de 1996, medio en broma, medio en serio, que parece tener vigencia inesperada:

«Si establecemos un orden natural en la formación de agrupaciones políticas preocupadas por el bienestar del pueblo dominicano, llegaremos a la conclusión de que la primera organización política (y social) debió surgir de nuestra formación misma como grupo étnico, de nuestra formación misma como nación, de la definición de nuestros hábitos y costumbres, en fin de la formación de la dominicanidad. Primero debió fundarse el Partido de la Formación Dominicana, y ya, como buenos dominicanos, dotados de las mejores virtudes para con nuestra nación, debió fundarse el Partido Revolucionario Dominicano, que crearía conciencia revolucionaria en los "buenos dominicanos" y aportaría a la sociedad elementos capaces de luchar por la liberación nacional, vía el Partido de la Liberación Dominicana.»

El problema fundamental de los partidos políticos es el mismo de la sociedad, y si esta no cambia los partidos tampoco lo harán. ¿De dónde provienen los ciudadanos que dan sustancia política a Alianza País? Frustra, duele y desespera nuestro atraso social, fundamentado en la degradación y en la individualidad; en desviaciones que no proporcionan nada bueno en términos de valores. Tendremos puentes y carreteras, túneles y elevados, funiculares incluso, pero ciudadanos enajenados, formados para hacer lo mal hecho, y la única solución posible en un medio tan atrasado y deforme como el nuestro es una dictadura que, por generaciones, eduque y cambie el desempeño social. "Mientras no eduquemos, mientras no cambiemos como conglomerado social, este país no saldrá nunca del estercolero».

Las dictaduras revolucionarias (que no necesariamente obligan al Estado a funcionar bajo un régimen comunista) se hacen indispensables en países en los que la sociedad no fluye de manera natural. La actual campaña política es el mejor ejemplo de lo que es un ambiente perverso, que ha degradado las buenas costumbres y prescinde del fin moral; "El común denominador en la mayoría de los simpatizantes peledeístas, y de la oposición, se encuentra en el chisme, la calumnia, la elucubración, la mentira y la tergiversación". La prensa, casi en su totalidad, funciona subordinada al capital que le es despojado al Estado con la finalidad de proyectar la imagen de un inescrupuloso presidente reeleccionista que, además de plagiar su tesis de grado y usar el título de Ingeniero Químico sin haber cursado todas las asignaturas de la carrera, usurpó ese capital para financiar una modificación a la Constitución que le permite repostularse después de haber emitido todas las explicaciones y calificativos posibles en contra de la reelección.

Continuará…

Nemen Hazim

San Juan, Puerto Rico