Mujer, antes que nada, es la columna vertebral de esta columna.  En su génesis lo concibo como un espacio para exorcizar mis angustias, mis penas, mis fracasos; de todas maneras  al igual que su autora, Diagnóstico se  construye sobre la marcha, con los  aciertos y desaciertos.

El nacimiento de Acento lo vengo celebrando como cuando en la adolescencia me invitaban a una fiesta, empezaba a disfrutar de ella mucho antes de la fecha; el traje, los zapatos, me recojo el pelo o lo dejo suelto, quiénes van, a quién no dejan ir, en fin toda la parafernalia que precedía las contadas celebraciones que podíamos asistir.  ¿Cómo nombraré la columna?, ¿de qué voy a escribir?, ¿me limito a salud o a género?, en fin definirme, definirme, etiquetarme… ¿por qué carajo?

Desde mi mirada de mujer, prometo denunciar las distintas caras de la opresión: las desigualdades sociales, el culto al macho, varón, masculino, blanco,  la veneración de la  juventud, la cosificación de la mujer; como es de esperar, denunciaré la manipulación de la ciencia, cómo sustenta la discriminación, cómo el cuerpo de la mujer y sus ciclos biológicos los han convertido en una fuente de riqueza a partir de definirlos con desperfecto y enfermo.  Escribiré de mí.

Desconstruir para poder construir un mundo equitativo.  Pongo mi granito de arena  para hacer del mundo, por lo menos mi mundo inmediato,  un espacio de crecimiento, de bienestar, mujeres y hombres con oportunidades, y por qué no, parafraseando a Rosa Montero, que la sombrilla de la felicidad nos cobije a todos y todas.

¿Por qué escribo? nos preguntó  Lucero Quiroga, mientras cursaba la Maestría del Género y Desarrollo en el INTEC,  al llegar mi turno, vestida de franqueza y espontaneidad, que en ocasiones luce grotesca o inocente respondí "para coger guto".  Doy por sentado que en Acento voy a coger mucho "guto".

En mi imaginario cuento con las y los lectores que hasta el momento han compartido mis pecados, sin su complicidad, Fausto y Gustavo no me hubiesen invitado a formar parte de su nueva aventura, con mis acentos pretendo mostrarle el mundo a través de mis ojos.

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