En otras ocasiones, como hoy,  hemos tocado un poco el tema de las condiciones laborales de nuestro oficio en los lugares en los que nos ha tocado vivir y trabajar, es decir en República Dominicana y el Reino de España.

La República Dominicana, aquella de los años 90, la que se proyectaba como el milagro económico de Las Américas fue el lugar en el que nos formamos originalmente. La Universidad de Santo Domingo, la UASD, fue nuestra alma mater, en la que terminamos el primer ciclo de nuestra formación profesional, o lo que es lo mismo, el grado en arquitectura, despuntando la década del 2000 con un poco de retraso.

Un C.V…. o una disculpa

Luego de ejercer el oficio, antes y después de obtener el título (antes a título de pasantías y luego oficialmente), se nos presentó la oportunidad de realizar estudios de maestría en España, bajo los auspicios económicos de los fondos familiares…única y exclusivamente. Más adelante, y luego de seguir ejerciendo ya en España, conseguimos completar los estudios de doctorado, con una tesis dirigida por el maestro Benito Lauret-Aguirregabiria. Todo esta formación de segundo y tercer ciclo, costó mucho esfuerzo, físico, material y económico aun cuando fuera en la estatal Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid de la Universidad Politécnica de Madrid (ETSAM – UPM). Paralelamente a esto, es decir al mismo tiempo iniciamos y concluimos satisfactoriamente el proceso de homologación del grado de arquitecto dominicano, al grado de arquitecto español…proceso lleno de satisfacciones pero muy, muy sacrificado.

Hemos tenido compañeros muy valiosos en cada uno de estos procesos, desde los días de nuestra UASD,  hasta los más recientes de nuestra ETSAM – UPM. Cada ciclo ha tenido un valor incalculable, no solamente en el aspecto técnico, sino en el aspecto humano.

Este aspecto humano es el más emocionante de todos, cuando contemplamos que no somos excepcionales, y que hay decenas y decenas, quizás cientos de colegas, y compañeros de causas y azares, con una formación tan completa e incluso mayor, que en España ya no tienen nada que buscar, porque España ya no tiene nada que ofrecer.

¿Nada que ofrecer? 

El estrepitoso batacazo que sufrió la economía española finalizando la primera década de los 2000 sigue repercutiendo negativamente “muy mucho” en toda una generación que se formó, y salió lista para dar la pelea en esos años. Nosotros formamos parte de esa generación y sabemos de lo que hablamos y hoy España expulsa a sus cerebros hacia otros lares europeos y hacia otras latitudes lejanas.

Parecería que se acabó lo que se daba, que ya no hay nada que ofrecer a los cientos de jóvenes arquitectos, hiperformados, que hoy observan lejanos los días del boom del ladrillo,  que por la miopía de una derecha codiciosa y la ineptitud de una izquierda empalagosa, fue – casi- el único motor económico de un país de más de 40 millones de habitantes.

¿Hoy esa España formadora de excelentes profesionales, que exporta talentos hacia todo el mundo, todavía puede tener algo que ofrecernos a quienes representamos “ la resistencia”?

Contando, o no, con la mal trecha industria de la construcción actual, los que nos dedicamos al oficio, hemos aprendido que la arquitectura, uno de los componentes más importantes de dicha industria, es una carrera de resistencia, de muy largo recorrido y de grandes y profundas satisfacciones…aunque esas satisfacciones a veces se hagan esperar.

Seguiremos la próxima semana.