El 10 de marzo del año 2009, contando a penas con 18 años de edad, quien escribe procuró una entrevista con la Licda. Yvelisse Prats Ramírez de Pérez con el propósito de ser tomado en cuenta para cursar el programa en Historia de las Ideas Políticas que se impartiría en los espacios del Instituto de Formación Política Dr. José Francisco Peña Gómez. En aquel entonces, como ahora, doña Yvelisse Prats ostentaba el cargo de directora académica de aquella institución, y el curso que a la sazón me interesaba estaba pronto a iniciar por lo que el plazo de inscripción había caducado.
El encuentro con doña Yvelisse me impresionó sobremanera. Su gentileza para conmigo, a pesar de ser un perfecto desconocido, rayaba casi en lo familiar, por lo que quedé a gusto con tan ameno trato. Recuerdo que sostuvimos una conversación de aproximadamente 10 minutos, haciendo un breve inciso, entre lo que hablábamos, respecto a la figura ya histórica del Dr. Peña Gómez. En ese entonces, no atiné en imaginar que lo referido por Doña Yvelisse con relación a la vida del histórico líder constituía a penas la introducción de un conjunto de anécdotas que más luego escucharía por parte de otros testigos, y más aún, era aquello un preludio de referencias empíricas al estudio informal de sus aportes a la historia democrática del país.
Pronto noté que el Dr. Peña Gómez, como figura histórica, se enfrenta a un peligro que para nada amenaza a las dos figuras políticas que se disputaron con él el liderazgo del país. Fuera del papel protagónico que jugara el Dr. José Francisco Peña Gómez en la Revolución de Abril del año de 1965 y más luego en la crisis electoral del 1994, no existen episodios que le brinden al gran líder político un matiz de permanencia en las futuras generaciones. Por supuesto, aquel peligro no se debe a que falten méritos a su incomparable personalidad, sino a la carencia de hechos circunstanciales que permitan su recuerdo a largo plazo a menos que intelectuales, reconociendo la importancia del líder, deseen revivir su obra en anaqueles literarios.
Por otro lado, vincular a Peña Gómez a la revolución de abril del 65 en un intento de asociarlo a una causa histórica que le permita sobrevivir en la eternidad de las generaciones sería una estratagema sin resultado alguno, pues si bien es cierto el Dr. Peña Gómez ejerció un rol importante en dicha gesta, no menos cierto es que la figura central de esa revolución, al menos políticamente, era el Prof. Bosch. La historia asociará siempre al Profesor con aquella revolución, y si se tuviera que identificar a un hombre de acción que comparta con Bosch el protagonismo de aquel hito histórico, lo sería sin dudas el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó que fungió como líder militar durante la revuelta constitucionalista.
Sin embargo, los aportes del líder perredeista se enmarcan en tres vertientes que definen, al conjugarlas, lo que fue sin dudas la causa principal sobre la que gravitó su actividad social y política. La primera de esas vertientes es la ideológica; plano en el que hizo aportes no solo al través de sus enérgicos discursos o con la importante tarea de vincular al país con las nociones del Socialismo Democrático, sino también con la dirección de pensamiento dada a su partido, el PRD. Al respecto, el historiador Franklin Franco Pichardo, en el capítulo XI de su obra “Historia de las Ideas Políticas en la República Dominicana”, nos dice lo siguiente:
“Según Peña Gómez, el PRD se propone realizar una revolución nacionalista sin que ello implique una transformación total de la sociedad mediante la implantación del socialismo”
Era esa una posición ideológica equilibrada que se contraponía de alguna manera al radicalismo al que arribó el Prof. Juan Bosch cuando escribió “Dictadura con Respaldo Popular” ataviado tal vez del desencanto por la Democracia Representativa la cual consideró inviable tras el derrocamiento del gobierno que él mismo presidía. Pero Peña Gómez, como todo buen líder, no solo fue un vendedor de ideas a semejanza de otros grandes hombres de la historia, sino también un político de acción que gracias a su capacidad de influencia y concertación, mantuvo vigente a uno de los partidos más grandes instaurados tras el ajusticiamiento de Trujillo.
El cisma vivido por el PRD en el año de 1973 con la salida del Prof. Juan Bosch y la posterior fundación del PLD hizo creer a muchos que el partido blanco desaparecería del espectro político dominicano; lo que hubiese provocado sino una grave crisis en el sistema de partidos de la época, al menos un cambio radical del mismo. El liderazgo de Peña Gómez, sin embargo, impidió la desaparición del PRD como organización política y su indudable permanencia hasta nuestros días. Es la vertiente política, pues, el segundo aspecto en el que el líder de multitudes hizo aportes de destacada significación.
El tercer ámbito en el que Peña Gómez, a pesar de no haber ocupado nunca la Presidencia de la República, se destaca como propulsor de cabios importantes en el país es sin dudas el Administrativista. Para los años 70, el líder político identificó la necesidad de crear un tribunal que permitiera el control constitucional del país, por lo que se dignó en hacer una propuesta al titular del Poder Ejecutivo con el propósito de crear un Tribunal Especial para esos fines. El Dr. Balaguer, austero por demás, respondió a la propuesta argumentando que el aspecto constitucional del Estado, y su respectivo control, debía por el momento quedar bajo la responsabilidad de la Suprema Corte de Justicia y evitar con ello gastos en cuestiones, que si bien eran necesarias, no eran perentorias al momento.
Figuras constitucionales como la “Doble Nacionalidad” o el “Consejo Nacional de la Magistratura” no fueron invenciones de José Francisco Peña Gómez, pero sí sus indiscutidas propuestas. Se necesitó para ello la crisis electoral más grande de la historia del país tras la muerte de Trujillo, coyuntura aprovechada por el Dr. Peña Gómez para hacer dichas propuestas en el marco de la reforma constitucional que se efectuaría al momento. Es el mismo Peña Gómez que, con su singular elocuencia, explica en una de sus alocuciones lo siguiente:
“Fue entonces para esa ocasión que se decidió el acortamiento del mandato presidencial a dos años, la creación del Consejo Nacional de la Magistratura, y, al propio tiempo, le pedí al Dr. Balaguer la incorporación en un marco de reforma constitucional el principio de la Doble Nacionalidad, para que ningún dominicano por el hecho de adquirir una nacionalidad extranjera pierda la propia.”
José Francisco Peña Gómez nació el 6 de marzo del año 1937 y murió el 10 de mayo de 1998. Todos los 6 de marzo de cada año se conmemora su nacimiento.