El ocho de marzo ha sido consagrado por las Naciones Unidas como Día Internacional de la Mujer. La fecha fue escogida en recuerdo y homenaje de las 129 trabajadoras que en 1906 fueron víctimas de las llamas cuando se declaró un pavoroso incendio en la fábrica neoyorquina de textiles donde se habían encerrado, en protesta y como reclamo de que ses les reconociera con los mismos derechos que los hombres.
Desde entonces mujeres en distintos países del mundo, y el nuestro figura entre estos, han luchado a lo largo de décadas por lograr esos mismos derechos. Algunas han pagado con la vida; otras han sido víctimas de acosos y atropellos de la más diversa naturaleza; y no pocas han pagado la osadía de sus justos reclamos purgando una larga permanencia en prisión.
Pero no ha sido una lucha inútil. Su perseverancia y sacrificios ha dado frutos. Gracias a ello las mujeres han ido ganando espacios de igualdad cada vez mas amplios y prominentes. Obstinarse en negarlo resulta tan absurdo como pretender tapar el sol con un dedo. Por el contrario, resulta igual si se quiere ignorar que todavía les queda un buen trecho por andar a las mujeres dominicanas para ser reconocidas y tratadas en igualdad de condiciones que los hombres.
En estas dos últimas décadas principalmente, las mujeres dominicanas han ido imponiendo su presencia creciente en el seno de la sociedad, a base de su tenacidad, talento y espíritu de superación. Hoy tenemos un número creciente de mujeres ocupando y desempeñando exitosamente posiciones ejecutivas en empresas y organismos, tanto en el sector público como privado.
Hay cada vez más mujeres vistiendo la bata profesional en las más diversas especialidades de la Medicina y mucho mayor número de ingenieras, arquitectas, científicas y maestras. Periodistas, comunicadoras, poetas, músicos, pintoras, escritoras y artistas de renombre. Y un número creciente forman filas en el cuerpo policial y en las diferentes ramas militares, donde han ido ganando galones por sus méritos y no por su género, hasta alcanzar el rango de generalas. La proporción de mujeres estudiando carreras universitarias ya supera el 60 por ciento de la matrícula.
Destacadas y talentosas jóvenes ejecutivas figuran al frente de varias del las principales empresas del país, entiéndase por vía de ejemplo no excluyente, la SID y la Barrick de Pueblo Viejo. Otras, como Circe Almánzar, destacan en el manejo ejecutivo de la poderosa Asociación de Industrias. Hay mujeres, si bien todavía en cantidad insuficiente en el Gabinete, el Senado, la Cámara de Diputados donde destaca Faride Raful y las Alcaldías. Un gran número de fiscales, juezas y magistradas de las más altas cortes. Una mujer desempeña por vez primera la rectoría de la Universidad Primada de América; otra es la Vicepresidenta del principal partido de oposición; una también la que está al frente de la combativa Participación Ciudadana. La segunda posición más importante de la nación es desempeñada por una mujer de reconocida valía y perfil presidencial como la doctora Margarita Cedeño.
Mujeres, haciendo gala de gran sensibilidad, han sido fundadoras y figuran al frente de instituciones de meritorio servicio social. Bastaría como vía ejemplo mencionar los casos de doña Mary Marranzini al frente de Asociación Dominicana de Rehabilitación y de Melba Grullón, cabeza de Sur Futuro. Doña Candy Montilla de Medina destaca por la hermosa iniciativa de haber creado los CAID y la labor humanitaria que lleva a cabo y no por su condición de I Dama.
Pero aún falta trecho y andadura. Hay que reconocerlo e insistir en ello. Mujeres ocupando las mismas posiciones que los hombres y con igual o superior desempeño, reciben un salario menor que estos. No pocas son víctimas de insinuaciones inapropiadas y acoso sexual. Ha habido más de un caso de jóvenes estudiantes cuyas calificaciones han quedado condicionadas a satisfacer la lascivia de aprovechados profesores. Y todavía un gran segmento de la población femenina es contemplada como simple objeto de satisfacción sexual y subyace en la marginalidad, la falta de preparación y oportunidades de superación, teniendo como única vía de escape una unión temprana, embarazos prematuros, penosa servidumbre y abusos físicos y emocionales, que en ocasiones culminan del modo más trágico en los llamados “feminicidios”.
En la celebración del Día Internacional de la Mujer, es de reconocer y felicitar los avances que han logrado y los espacios que han sabido conquistar superando obstáculos y prejuicios machistas, al tiempo de apoyar decididamente la lucha de nuestras mujeres por alcanzar el más pleno reconocimiento a sus méritos y al derecho que les asiste de disfrutar de las mismas consideraciones y trato dispensado a los hombres, sin por ello perder ni dejar a un lado los exquisitos rasgos de feminidad que la distinguen, embellecen y ennoblecen.