Con el ánimo sobrecogido asistimos al escándalo del develamiento del enorme entramado de narcotráfico, complicidades, corrupción e impunidad que se personifica en el ciudadano César Emilio Peralta, hace años denominado “César el Abusador”, revelador del devastador nivel que ha alcanzado la crisis de las instituciones nacionales.
Que esa banda de delincuentes internacionales haya operado durante dos décadas en la misma cara de las autoridades, traficando miles de kilogramos de drogas, y hayan tenido que intervenir organismos de seguridad de Estados Unidos para que se procediera a su desmantelamiento, es una expresión indiscutible de nuestras vulnerabilidades y de las complicidades con actividades criminales de altos montos.
Peor aún, que se haya montado un espectacular operativo, el más grandes de la historia nacional, con 50 allanamientos al mismo tiempo, y no se capturara a las principales cabezas de la banda de narcotraficantes, indica grave infiltración de los organismos de seguridad nacional. Sobre todo cuando quien aparece como líder hacía vida pública y asistía horas antes a un espectáculo artístico en un lujoso hotel.
La ciudadanía se pregunta cuál es el nivel de eficiencia y de corrupción que hay en la Dirección Nacional de Control de Drogas, en la Dirección Nacional de Investigaciones, en los organismos de “inteligencia” de cada una de las ramas de las fuerzas armadas y la Policía Nacional, que no pudieron establecer el origen de la riqueza exhibida por el señor Peralta, quien llegó al extremo de grabar videos sobre relojes valorados en medio millón de dólares, sosteniendo que él no era un riquito de juego, sino un millonario de verdad.
Es difícil no quedar estupefacto al ver los videos y el historial presentados a todo el país por el programa televisivo de la periodista Nuria Piera. Sobrecogen también las crónicas de los periódicos, con detalles inauditos, y que las intervenciones sobre una veintena de empresas, de operaciones públicas como discotecas, casas de cambios, y de otros tantos inmuebles, y autos, y hasta yate de lujo, que se exhibían en las redes, tuviera que ser motorizada por solicitudes de extradición y con la concurrencia directa del Departamento contra Narcóticos (DEA) y del Buró Federal de Investigaciones (FBI) de Estados Unidos.
También llama la atención que una decena de discotecas recibieran medio centenar de notificaciones por evasión de impuestos durante los últimos tres años, y no fueran intervenidas, sin que algún organismo de “inteligencia” tomara iniciativa para rastrear al posesionario de tanta riqueza, que repartía propinas en maletines, que pagaba el consumo de decenas de personas en centros de diversión de altos costos.
Este escándalo tiene en común con el de Odebrecht, los aviones Tucanos, Figueroa Agosto y otros, que fue detonado por las autoridades norteamericanas, y que estaban amparados en la violencia y la corrupción imperantes en el país, como dijo el comunicado del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, horas después del espectacular operativo del martes 20.
Por cierto que ha tenido como repercusión la revelación del principal diario de Boston, de que el beisbolista David Ortiz ha contratado una agencia de investigación de esa ciudad para determinar cuál fue la realidad del atentado criminal que lo afectó el 9 de junio, lo que implicas que, como gran parte de la ciudadanía, él duda de las investigaciones oficiales. Desde el primer momento se relacionó al Abusador con ese atentado.
No hay dudas que la credibilidad de todas autoridades y la justicia dominicana está en crisis, tanto que ya hasta los solicitados en extradición por Estados Unidos la aceptan voluntariamente “porque allá la justicia es buena”, y se anuncia que el principal acusado estaría dispuesto a entregarse, pero a las autoridades norteamericanas.
Ante una crisis tan devastadora en cualquier nación de mediana intensidad democrática, el presidente se hubiese sumado públicamente a la consternación pidiendo explicaciones y con disposiciones extraordinarias. Ayer se comunicaba que Danilo Medina se había reunido con los organismos de emergencia ante el riesgo de tormenta atmosférica. Pero no se ha informado que hiciera lo mismo con los organismos de seguridad nacional ante el devastador huracán del narcotráfico que desnuda tanta corrupción e impunidad.-