Estos son dos países ficticios que utilicé para un ejercicio en el Módulo de Crédito Público, de un programa de entrenamiento diseñado por el Centro de Capacitación en Política y Gestión Fiscal (CAPGEFI), Ministerio de Hacienda, para servidores de las áreas financieras del Sector Público. 

Describí el caso de un ministro en Deudolandia que tiene un poder que le da calidad para tomar prestado directamente en el extranjero.  Conocedor a cabalidad de las necesidades de su área de responsabilidad, ubica en Prestamonia una oferta en combo de bienes y créditos. Sale en avión con el gerente financiero y el asesor legal del ministerio para comprobar calidad de los bienes y los términos del nuevo endeudamiento.  Todo bien en la inspección física; lucen competitivas la tasa de interés, comisiones, condiciones desembolso y plazo de repago.

Retorno a Deudolandia con contrato firmado, el Congreso los aprueba como punto libre de urgencia y se reparten a otras entidades, que estuvieron ajenas al proceso, para que lo registren como deuda pública externa y se hagan los cronogramas de los flujos financieros. Rueda de prensa con la llegada del primer furgón de los equipos, fotos y difusión por las redes sociales.

Al inicio del curso pregunté a los participantes si ese proceso describía razonablemente el que seguimos en nuestro país para obtener financiamiento externo. Como esperaba, casi todos respondieron que no. Este módulo de Crédito Público es el último de un programa que arranca con el que explica los fundamentos que dan origen a las reformas financieras del sector público (1998-2005).

Un participante explicó que la  visión era  integral, eso se ha dicho en todos los módulos, y apunta que SIGEF son las siglas del Sistema Integrado de Gestión Financiera. ¿Cómo conseguir recursos externos, una fuente clave para financiar el presupuesto público, puede depender de la información financiera y vínculos con acreedores que tengan cada uno de los ministros? Al concluir ese comentario, otro participante simplemente apuntó a la figura que acompaña este artículo. Crédito Público es una pieza que encaja en el rompecabezas donde están presupuesto, tesorería y contabilidad.  Con cada ministro subiendo al sol o viajando por toda la tierra en busca de su propio financiamiento, la integración sería imposible.

Esta apreciación se probó correcta en la sección dedicada a la Ley de Crédito Público. El endeudamiento público es un monopolio de la Dirección General de Crédito Público (DGCP), del Ministerio de Hacienda.  Bienvenida cualquier sugerencia de un ministro sobre dónde conseguir mejor el financiamiento, pero zapatero a tus zapatos.  La DGCP es quien tiene el mandato legal para todos los años contratar el financiamiento interno y externo aprobado en el Presupuesto General de la Nación. Previo a esa aprobación, el organismo opina sobre el impacto del mismo en las finanzas públicas y realiza escenarios sobre su sostenibilidad.  Algo posible porque es ahí donde se redactan y reposan los contratos. Nada que ver con Deudolandia, donde es vía un ministro con poder que se recibe el hecho consumado de su gestión directa con un acreedor de confianza.