En República Dominicana todo es cuestión de moda o la fiebre del momento; hasta el cumplimiento de las leyes. Como una guerra en su momento más despiadado, todos los cañones de las redes sociales y la prensa disparan a los limpiavidrios callejeros y la migración haitiana.

Apuesto mucho a poquito que dentro de poco nadie hablará de estos. Los “molestosos” limpiavidrios seguirán en el mismo lugar; “fastidiando” los conductores por un peso para comer. Veremos los haitianos entrando y saliendo del país sin ningún control y las autoridades corruptas macuteando y haciendo negocio turbio en la frontera.

Mientras un tema “mata” a otro, los problemas empeoran. Cada vez que hay un incidente con limpiavidrios (hubo un conductor que mató uno), y la prensa “los calienta”, comienzan las abusivas redadas en contra de estos.

Para dar a entender a la presión de la opinión pública que son “eficientes” y “honrados”, “los guardias” y policías de migración sacan los haitianos hasta debajo de las piedras. Ya que la prisa es mala consejera, ha provocado varios incidentes lamentables. Cinco haitianos muertos en Montecristi, entre ellos, un niño de ocho meses y su madre. Se ahogaron en un canal tratando de escapar de una supuesta patrulla del Ejército.

En este país racista (enfermo de xenofobia nazi), compuesto por blancos, rubios ojos azules;  todos debemos andar con “los papeles encima”, pues apresan a dominicanos negros y lo suben a la famosa “camiona”.  De burla los ponen a decir “perejil”.

Les violan la dignidad cuando lo suben a una cárcel móvil y los dejan por horas  en esta jaula amontonados para luego llevarlos a los centros de detención. Un estudiante haitiano que vivió la experiencia me contó que al permanecer tanto tiempo en la jaula, mientras siguen las redadas, algunos se orinan o “se hacen pupú” en la ropa.

Apresan estudiantes haitianos que están legalmente en el país; al igual que muchos que se acogieron al plan de regularización, con su residencia legal en el país, y en algunos casos,  con cédula dominicana.

Al detener al obrero se lo llevan sin cobrar el día, la semana o el mes de trabajo. Varios haitianos se me han acercado para denunciar que los agentes les roban los instrumentos para la labranza o de la construcción: pico, coa, machete, hacha, martillo.  A los vendedores les botan sus mercancías o les rompen sus cacetas y quioscos.

En esa cacería humana-nazi están dividiendo a familias que llevan años viviendo en el país: deportan la madre, padre y dejan los hijos desamparados. Sin importar que los inmigrantes sean oriundos del Sur de Haití, lo deportan por la frontera Norte. Lo peor es que quedan desamparados, hambrientos, sin familia ni dinero, en algunos casos los agentes les roban el poco dinerito que le queda.

Lo pertinente es que se detenga de una vez la cacería humana al estilo los policías alemanes cazando judíos como animales salvajes. Que se pare la agitación en los medios de comunicación, y  de seguir así generará violencia entre haitianos y dominicanos, a ambos lados de la frontera. Eso no conviene a nadie.