El más grande entre los destructores de mujeres de la actualidad asume su tarea con absoluta gravedad. Insoportables, sí. Nauseabundas, a veces. Penosas siempre. Nada de ello le resta a la calidad innegable de las películas de Lars Von Trier. Breaking the waves y Dancer in the dark son obras maestras paradigmáticas de su estilo.
La figura femenina es central en la obra del director danés. Siempre profunda, relevante y mucho más elaborada en comparación a su contraparte masculina. Los hombres son mediocres, secundarios. Es precisamente la dignidad de la mujer, su importancia, su rol central lo que las hace merecedoras de su total destrucción. Están atrapadas en una violenta paradoja entre homenaje y aniquilación. Esa violencia destruyó para siempre a Björk, la actriz.
El más reciente largometraje de Lars von Trier, Melancholia, explora y mezcla deliciosamente la destrucción y la auto-destrucción. En efecto, los límites con demasiada frecuencia no son claros. Freud, poco antes de los procesos de Moscú, se preguntaba "cuando los Bolcheviques hayan acabado con todos sus burgueses, ¿a quiénes les tocará?"
Soy de los que no cree en suicidios. Las personas no se matan. Buscan matar algo que dentro de sí les hace sufrir. Destruir todos los problemas de un tiro. Von Trier pone en escena un drama psicológicamente denso. Una madre que viene a pintar de negro lo que pudo tener color, un padre que es más una silla vacía y, además, descalificada.
Una voz interior, en este caso la de la madre, que desde dentro dice "nada es bueno", "no eres buena". No hay boda perfecta posible. No hay chances para un final feliz. Justine no tiene compromiso posible, la auto-destrucción es la única salida.
En Cannes, podio conocido por el director, el resultado será similar. Lo que debió ser una noche de consagración terminó siendo una noche de expulsión. I understand Hitler, dijo el director. El chiste no funciona. La indignación le cerró los oídos al festival. Lars Von Trier habla del Hitler en el final, en su bunker. Allí donde se produce el giro hacia la destrucción hacia la auto-destrucción. La película se repite.
En la segunda parte, el desplazamiento de la problemática melancólica hace digerible la película. Melancholia destruirá la madre tierra. El problema es ahora cosmológico. La muerte no es la mía, o la de un invasor exterior, sino la nuestra. Una mujer que ya perdió todo saluda la muerte. La otra, que todo tiene, tiembla aterrada.
Los feminicidios son un tema de actualidad. Von Trier mata a sus mujeres allí donde puede hacerlo y lo hace con total genialidad. Melancholia, un filme tan extraordinario como insoportable.