Consejeros y críticos le aconsejaron a J. S. Bach, no innovar más en sus composiciones, porque ya en la música todo estaba inventado. Bach vivió entre 1685 y 1750. Después, vivieron y crearon Mozart, Beethoven, Chopin, Tchaikovski, Ravel, Debussy, surgió el jazz, el rock 'n' roll, el merengue, la salsa, la nueva trova, el hip hop, el rap y muchas otras modalidades musicales.
Las promesas de campaña, en el ámbito económico, del actual presidente Trump se anclan en cuatro bases: 1) Desarrollar una política fiscal expansiva, a través de la reducción de la presión fiscal y ampliando el gasto de capital; 2) Reenfocar la política energética, promoviendo la extracción de combustibles fósiles (Petróleo Esquisto) lo que podría tender a estimular la oferta; 3) Impulsar el proteccionismo a través de la revisión de los acuerdos internacionales y 4) Implementar un proceso de desregularización del sistema financiero, la modificación de la Ley Dodd-Frank, lo cual comentamos en el artículo pasado.
La desregularización no goza de apoyo entre renombrados economistas y al parecer existe consenso entre los de derecha e izquierda. Muchos y a esos me uno, opinamos que un laissez faire-laissez passer podría generar otra crisis financiera que como siempre produzca una crisis económica. Es imposible ignorar a Basilea III y prohibir a Janet Yellen, presidenta de la FED, asistir a las reuniones con organismos internacionales por entender que éstos están prejuiciados contra los Estados Unidos y no son transparentes. Con un proteccionismo económico excesivo, sin comercio mundial y desregulación financiera, una nueva crisis no durará mucho en manifestarse.
Pero veamos qué es lo que ha propuesto el presidente Trump. La mejor lectura al respecto la disfruté hace unos días, por ser el más objetivo y claro análisis del tema, bajo el título “Entre la desregulación y adecuación financiera de Trump” de la autoría del Lic. Haivanjoe NG Cortiñas, economista preclaro, de quien he aprendido mucho y sigo aprendiendo. Su enfoque colinda con el que ya venía forjando. El proceso de “desregularización” ha iniciado con dos órdenes ejecutivas, la primera “Reducción de la Regulación y Control de los Costos Reglamentarios”, fue emitida el 30 de enero de 2017 y la segunda orden “Principios Básicos para la Regulación del Sistema Financiero”, publicada apenas días después, el 3 de febrero.
La primera procura abonar la calidad y oportunidad de la información para todos los norteamericanos, prevenir que la carga de los posibles rescates de las entidades financieras se pose sobre los contribuyentes, limitar la posibilidad de que se materialice un riesgo sistémico que afecte los ahorros y el sistema de pagos, viabilizar la competitividad de los elementos económicos estadounidenses. En síntesis, citando al Lic. NG Cortiñas: “Promover los intereses estadounidenses en la regulación financiera internacional, así como hacer la regulación más eficaz, eficiente y adecuada.” Esto cimentado, “…en el principio de política pública estadounidense, en cuanto a que el Poder Ejecutivo es prudente y responsable en el gasto de fondos, originados en fuentes públicas, como privadas; adicionalmente, ahora se le agrega el de los gastos privados asociados al cumplimiento de las regulaciones federales, y procura unificar la regulación financiera.”
La tendencia a la unificación busca realmente simplificar las regulaciones. En caso de que un organismo promueva una nueva norma tendrá que determinar como mínimo dos regulaciones que deberán ser sustituidas. Menos dispersión, mayor objetividad, menos costos.
La segunda orden ejecutiva, enfocada a los Principios Básicos para la Regulación del Sistema Financiero, cita los puntos básicos que servirán de base al nuevo marco legal financiero norteamericano. Estos son los siguientes:
1) Educar a las personas para que desarrollen una mejor capacidad en torno a sus finanzas, creando conciencia de ahorro y comprensión de los mercados; 2) Prevenir que los rescates financieros sean cargados a quienes pagan impuestos; 3) Promover un crecimiento económico sostenido e impulsar la eficiencia de los mercados financieros, vía la aplicación de rigurosos análisis de impacto regulatorio que mida de forma objetiva el riesgo sistémico y las fallas del mercado, con éstos el riesgo moral y la asimetría de la información para garantizar una mayor equidad entre los norteamericanos; 4) Impulsar la competitividad en las empresas norteamericanas frente a las foráneas, tanto en el mercado interno como externo; 5) Favorecer los intereses norteamericanos en las negociaciones y reuniones sobre regulación financiera internacional, en los organismos internacionales, posibles acuerdos multilaterales y bilaterales; 6) Procurar una reglamentación eficiente, eficaz, versátil y 7) restaurar la responsabilidad pública dentro de los organismos federales de regulación financiera, racionalizando el marco regulatorio financiero federal.
El Secretario del Tesoro deberá emitir un informe en el cual se deberán identificar las leyes, tratados, reglamentaciones, directrices, requisitos de registros y otras políticas gubernamentales que puedan impedir la regulación federal del sistema financiero de forma coherente y efectiva con los Principios Básicos.
Estas órdenes ejecutivas aun no pasan de ser propuestas, pues deben ser aprobadas por el Congreso, ya sólo el poder legislativo, en el cual la mayoría es republicana, puede emitir o cambiar una ley.
Como se puede apreciar, hasta el momento las propuestas están más enfocadas a una suerte de reestructuración o flexibilización de las regulaciones emitidas y aumentar el proteccionismo buscando mayor eficiencia y objetividad en sus aplicaciones. De esta forma, en el corto plazo, se estimulará el crédito, catalizando el Producto Interno Bruto. Lo que presidente Trump y sus asesores no deben olvidar es incluir la revisión de las normas que limitan la participación de muchos elementos económicos extranjeros en el sistema financiero norteamericano. Con esto ayudaría a mejorar la eficiencia del sistema de pagos norteamericano, pues el De-Risking ha generado mayores costos a los clientes de los productores y vendedores de servicios estadounidenses. Nunca todo está ni estará dicho, la anécdota de J.S. Bach citada al inicio, es un indicador irrefutable, por eso lo que se espera son reglas claras y precisas, no desproporcionadas, para generar una óptima adaptación que promueva la creación de riquezas, con justa equidad, sin que se le reste calidad a la prevención de crímenes financieros, lavado de activos, financiamiento al terrorismo y la proliferación de armas de destrucción masiva.