El miércoles 20 de octubre, la ciudadanía participó del simulacro de terremoto. Una iniciativa encabezada por la Presidencia de la Republica, a través del Centro de Operaciones de Emergencias (COE), la Oficina Nacional de Evaluación Sísmica y Vulnerabilidad de Infraestructura y Edificaciones (ONESVIE), la Defensa Civil y las demás entidades del Sistema Nacional de Gestión de Riesgo de Desastres.

Hay que saludar la disposición del señor presidente de la República, Luis Rodolfo Abinader Corona, de preocuparse por estos temas reales y necesarios. La Isla tiene 14 fallas sísmicas e interactúa con placas tectónicas del Caribe y Norteamérica.  Esa situación de peligro, de la mano con la antigüedad de nuestras construcciones y la violación al código de construcción sismo resistente, es una amenaza letal en el tiempo.

Las fallas son fracturas en la corteza terrestre capaz de producir terremotos como el de México, en el 1985; el de Kobe-Osaka de Japón, 1995; el maremoto de Indonesia, 2004; este último con epicentro en el océano Indico y que dejó 260 mil víctimas.  Y los recientes en La Española, del lado de Haití, los terremotos del 2010 y 2021, con más de 210 mil muertos los dos eventos.  Esas tragedias llaman a prepararnos, invirtiendo más recursos, para hacer competentes a los organismos de socorro del país.

La experiencia del simulacro es una práctica de inicio. A las 10:00 am sonaron las sirenas, evacuaron oficinas públicas y se movilizó una parte de la población. Se detuvieron las labores parcialmente, los centros de enseñanza y el sector empresarial respondió al llamado.

La institución organizadora hizo uso adecuado de las redes sociales. En fin, hubo un ambiente de atención apropiado de cara al ejercicio. Y también, un lamentable accidente real en el Municipio de Consuelo, provincia de San Pedro de Macorís, en el que se vieron envueltos un camión de bomberos y una ambulancia.

¿Qué hacer después del simulacro?

Nos corresponde prepararnos nuevamente mejor. El hacerlo de nuevo implicará perfeccionar los detalles.

Examinado el ejercicio desde nuestra línea de acción, me permito hacer unas cuantas sugerencias:

  • Analicemos las lecciones aprendidas. ¿Qué, cuáles temas y contenidos ameritan ser corregidos? Identificar y resaltar lo que se hizo bien, lo que necesita cuidado y atención, para no hacer de ese espacio valioso algo estéril.
  • Todo ensayo que involucre a la población requiere más de tres meses de preparación, de manera que no sea una estricta salida de un edificio, de una escuela o una casa, sino que sirva de aprendizaje.
  • La Comisión Nacional de Emergencia, en su rol de rectora del Sistema de Gestión de Riesgo, debería coordinar el evento; algo sobre ese aspecto establece la ley 147-02. Ese paso cohesionaría el sistema. En Costa Rica, Panamá, Honduras y otros países, los simulacros nacionales son organizados por los organismos rectores de la gestión de riesgo.
  • Las entidades de gobierno (ministerios y direcciones) motivarlas a que reciban acompañamiento de la Escuela Nacional de Gestión de Riesgo de Desastres, con el objeto de que el personal de esas instituciones se incluya en la formación y diseño de los protocolos de evacuación, subrayando sus realidades.
  • A nivel de provincias y municipios, las gobernaciones y alcaldías, establecer enlaces, organizar los Comités de Prevención, Mitigación y Respuesta. El Sistema Integrado Nacional de Información (SINI) acompañar a los actores locales facilitándoles informaciones técnicas sobre el nivel de riesgo de su territorio.
  • El tipo y modalidad del ejercicio, socializarlo con tiempo a los participantes, observadores nacionales e internacionales, para que puedan conocer y fijar opiniones, y algo de especial interés, lo que se quiere medir y evaluar. Hacer uso de una adecuada herramienta de levantamiento de información que permitan recoger las limitaciones internas de las acciones concretas de mejora.
  • Es estratégico que los actores involucrados participen de forma activa en la configuración del esquema, y que estén visibilizados todos. Que sientan ser partes del ensayo. Cada institución jugando su rol y papel a partir de las áreas técnicas profesionales con las que cuenten.
  • La nota conceptual, programa y guión del evento deben ser conocidos y aprobados por la Presidencia de la Republica, la Comisión Nacional de Emergencias y la entidad operativa. Establecer una única línea de comunicación y promoción del evento.

Finalmente, el ejercicio debe llevarnos, con sentido práctico y estratégico, a resultados esperados y previamente definidos. Planteo reflexionar sobre los aspectos importantes de la evaluación, aprovechar la ocasión para fortalecer el sistema. Por ejemplo: que los ministerios que participen del proceso puedan deliberar y los resultados finales apunten a robustecernos en materia de emergencias inesperada. Una coordinación general que establezca responsabilidades entre los actores vinculados en: logística, seguridad, enlace, control, ensayo, diseño técnico, escenarios, cooperación, evaluación y observación.