Solamente el 32% de los estadounidenses confía en la prensa, sobre todo en la prensa impresa y en las noticias televisivas.

En una encuesta llevada a cabo por la Gallup entre el 7-11 de septiembre, 2016,  más del 68% manifestó que no le daba crédito a la prensa ni a los órganos  televisivos. En los jóvenes entre 18-49 años de edad, el porcentaje es aún mayor, debido a que estos opinan que los medios de comunicación están vendidos a los grandes intereses que son los que financian y controlan a los políticos.

Entre las razones dadas por los encuestados se encuentran la falta de veracidad de muchas de las noticias. Citan ejemplos, como la demonización planificada de figuras públicas y la publicación irresponsable de noticias sin base real confirmada, como la acusación de que Vladimir Putin está detrás del supuesto jaqueo de parte de Wilkileaks de los correos electrónicos de Hilaria Clinton.

De acuerdo con la Gallup, el índice más alto de confianza en la prensa fue el año 1972, cuando se llegó al 76% de confianza en la prensa, debido al resurgimiento del periodismo investigativo que dio al traste con la guerra de Vietnam y luego a la renuncia de Richard M. Nixon como presidente de la nación, debido al escándalo de Watergate (1973). De ahí en adelante la tendencia ha sido hacia abajo y la calidad del periodismo investigativo ha degenerado a niveles insospechables.

En la década de los 90 la aceptación de la prensa impresa y en las noticias televisivas se mantuvo en el 50-49%. Desde entonces la tendencia ha sido permanentemente hacia abajo, sobre todo después del 2007, inmediatamente antes de la crisis financiera del 2008.

Lo interesante de esta tendencia ha sido que, mientras los demócratas tienden a tener un nivel más alto de confianza en la prensa (un 50% este año, mientras que en el 2015 era de un 55%) en el bando republicano ha descendido a un ínfimo 14%, de acuerdo con la Gallup. Un descenso de un 18% comparado al año pasado (2015), cuando la aceptación entre los republicanos era de un 32%.

La diferencia entre generaciones no ha diferido mucho, a pesar de que entre los mayores de 50 años (sobre todo entre los demócratas) la diferencia ha sido significativa. Estos tienden a ser más crédulos aunque no constituyen la mayoría.

Las aseveraciones de Donald Trump de que la prensa está haciendo una campaña en su contra y de que las elecciones están amañadas no le faltan sus razones. Es cierto que él ha colaborado mucho a este fenómeno, con sus pronunciamientos intempestivos, pero el hecho objetivo es que la prensa ha inclinado la balanza en su contra desde el principio, publicando incidentes que datan de décadas anteriores como si hubieran acaecido hoy mismo.

Paul Craig Roberts, un economista conservador, ex subsecretario del Tesoro durante la administración de Ronald Reagan, afirma que la confianza del ciudadano estadounidense en la prensa nunca ha estado más baja que en nuestros días. La acusa de no dilucidar a fondo los acontecimientos mundiales, como la conflagración internacional en el Medio Oriente, repitiendo siempre lo que le dice el gobierno, convirtiéndose en una especie de papagayo del mismo.

Paul Craig Roberts acaba de publicar su último libro, “Is Hillary Clinton well enough for the job?” (¿Está Hilaria Clinton suficientemente saludable para desempeñar su trabajo?). Acusa a la prensa de no investigar exhaustivamente la situación actual de los candidatos a la presidencia, dedicándose a chismes y a dimes y diretes completamente intrascendentes a la realidad en que se encuentra el país en estos momentos de crisis política y financiera internacional.

Esta irresponsabilidad profesional de la prensa es la que ha hecho que los estadounidenses pensantes hayan perdido su confianza en ella y en los medios informativos tradicionales y que estén buscando información más confiable y objetiva en los medios alternativos de comunicación. A eso se debe su desprestigio masivo de parte de los ciudadanos.

Muy pocas personas creen hoy en día en la prensa.