Al olvido y el  desprecio está condenada la arqueología histórica dominicana. Las cimientes Taínas y africanas, las rutas de ingenios azucareros, la vida de hombres y mujeres que tejieron nuestra cultura, están hoy amenazadas por el descuido de las autoridades, la construcción abusiva de casas encima de las ruinas, el vandalismo, crimen y la codicia incontrolable de mineras.

La herencia arqueológica dominicana todavía esconde mucho de la herencia Taina, cimarrona,

circuito de plantaciones azucareras, condiciones de vida de los esclavizados tanto Taínos como Africanos y de la producción cultural dominicana. La arqueología recolecta y analiza restos materiales que revelan la cultura y forma de vida de un pueblo, con la ayuda de la antropología, historia, sociología se establece la evolución de estas formas de vida hasta el presente.

¿Cuánta riqueza histórica esconden las simientes al frente de la Iglesia San Gregorio en Nigua?  “Frente a la Iglesia se construyó una carretera y al frente casas y ahí debajo están las ruinas de lo que fue el ingenio de San Gregorio de Nigua”, me cuenta Dario Solano, director de la Ruta del Esclavo.

Sobre la carretera transitan decenas de camiones cargados de cemento diariamente, dañando aún más las estructuras tanto de la iglesia como las que yacen bajo las casas y la misma carretera. Importante también es que al lado de la Iglesia está el cementerio, la ecuación perfecta de lo que eran los ingenios en el siglo XVI, la iglesia, la casa del amo, el ingenio, vivienda de los esclavos y el cementerio. ¿Se habrá perdido esta historia?   

Me cuentan los lugareños que cuando estaban despejando la maleza que ocultaba el Ingenio de Boca de Nigua se encontraron osamentas. ¿Qué pasó con esos huesos? ¿Alguien preguntó o  investigó sobre la posible existencia de un cementerio? El Ingenio de Boca de Nigua está a la merced del moho y de vacas y caballos que mantienen el pasto a nivel. Los pocos turistas que tienen que bajar a pie por la precariedad del camino están expuestos a que los asalten.

La Casa Grande de Hato Nuevo no se sabe a ciencia cierta si fue la casa del temible Nicolás de Ovando y si él mismo manejaba el ingenio de Palavé desde ahí. ¿Cuándo en realidad fue construida? ¿Cuándo se convierte en una plantación o en el espacio de control del circuito de plantaciones en el área? ¿Cuántos esclavos trabajan en la plantación? ¿Con la construcción de casas en lo que se supone es un área protegida, se habrá perdido también esta historia?

Las Cuevas del Pomier es un legado de la herencia artística Taina y patrimonio del mundo con 55 cuevas que contienen 6,000 pictografías y más de 500 grabados rupestres que cuentan la historia de la vida prehistórica de los Arawaks. La compañía que explota calizas amenaza la zona, pelando sus lomas y abriendo cráteres que dañan irreparablemente el medio ambiente. Hace unas semanas la minera intentó cavar dentro de la cueva número cuatro, afortunadamente medio ambiente y la Secretaría de Cultura actuó y detuvo tal barbaridad, pero el mal para el medio ambiente y quizás para algunas de las cuevas, ya está consumado.

En Boca de Mana, Yaguate existen otras cuevas que son el legado del cimarronaje y la lucha anticolonial de Taínos y Africanos. Tristemente, las pictografías Taínas y africanas se esconden debajo de grafitis y pinturas de vírgenes que los devotos del Vodou dominicano hacen cuando organizan sus fiestas a San Juan Bautista o la legendaria Bibiana.

Parte fundamental del pasado del presente dominicano está encerrado en esas ruinas y cuevas. Ahí existe un aluvión de historias de opresión, luchas anticoloniales y de libertad, identidad, cotidianidad y comunidad. Para las dominicanas y los dominicanos es urgente saber de dónde venimos y hacia dónde vamos. Las ruinas, las iglesias, los cementerios, las viviendas de los esclavizados, las  pictografías de Taínos y africanos han sido acalladas por aquellos que nos quisieron confundir con historias de colonizadores bondadosos, pero en ellas hay más  que descubrir. Estas historias colocan a nuestro país en una fuente de conocimiento increíble de las dinámicas culturales del Caribe y del mundo.

Estas historias aun parcialmente contadas son parte del patrimonio de la humanidad que hablan de la universalidad de la colonización y la particularidad de pueblos como el dominicano que surge en la fragua de luchas y construcción de lo nuevo.

Y la UNESCO debería reconocer este legado como Patrimonio de la Humanidad. Sin embargo, como muy bien expresa Dario Solano, estas ruinas no las considera la UNESCO porque hace falta una política pública que adopte un plan de manejo eficaz. Estas políticas públicas ameritan ser fuertes y contundentes para reubicar a los invasores de los terrenos protegidos y parar el abuso de las cementeras y mineras.

Sea La Ruta del Esclavo o la Secretaria de Cultura o ambos deberían organizar un dossier de cada una de las ruinas y cuevas que explique su situación actual, importancia histórica, plan de manejo de las mismas, y políticas para abrir la oportunidad a investigadores a evaluar las situaciones de las ruinas y redescubrir la historia.