La guerra y las deforestaciones no son las únicas maneras de diezmar a una población. Existen muchísimas otras formas, como la fluorización del agua y la desnutrición, además de las vacunas, los virus y las pandemias, ya que las guerras mundiales no son factibles a estas alturas del juego cósmico.

De hecho, los Nazis, durante la Segunda Guerra Mundial, eso era precisamente lo que hacían en los campos de concentración, tales como Dachau, cerca de Munich y en Auschwitz, en Polonia. Era una manera de envenenar poco a poco a la población penal sin que nadie cayera en la cuenta. El fluoruro de sodio, administrado en pequeñas cantidades, invadía los cerebros y, al mismo tiempo, hacía que la población fuera más sumisa.

Esto es precisamente lo que se ha estado haciendo en las grandes ciudades por décadas de fluorización masiva indiscriminada.

Echémosle una ojeadita a las cifras que nos dan las organizaciones transnacionales, tales como le Organización Mundial de la Salud (OMS), el Banco Mundial y la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Resulta y viene a ser que somos más de siete mil millones de seres humanos apretujados en esta nave espacial y que, mientras los alimentos se producen aritméticamente (2+2=4), los seres humanos nos multiplicamos geométricamente (2 al cuadrado+2 al cuadrado= 16). Este crecimiento exponencial denota que hay que intervenir en ese crecimiento para evitar un suicidio colectivo en un futuro no muy lejano. ¿Seremos los que retornaremos del futuro como seres finiquitados, como en una de esas películas de ciencia ficción, si es que antes no acabamos con nuestro planeta?

Ahora leamos esta perla: “De acuerdo a las cifras proyectadas para el 2051 por las organizaciones internacionales, la población mundial, en lugar de aumentarse exponencialmente, se reducirá drásticamente a menos de la mitad”. Por lo menos esa parece ser la meta trazada por esos mismos organismos. ¡Apenas seremos 3,500 millones de seres humanos para el 2051, en lugar de 9,000 millones! Pa’tras como el cangrejo.

¿Qué será lo que vamos a hacer para lograr ese desastre colectivo? Desastre colectivo o genocidio planificado que, para esas organizaciones, parece ser una “necesidad irrevocable”.

¿Nuevas vacunas con mercurio camuflado? ¿Nuevos fármacos para diezmar a la población mundial? ¿Nuevas pandemias generalizadas y manipuladas, como la Chikungunya y el mortal virus conocido como  “Ebola”, que acaba de reaparecer en Africa Occidental? ¿Envenenamiento ambiental, como los llamados “chemtrails”, esas estelas blancas que aparecen en el firmamento y que contienen bario y aluminio bajo el pretexto de fumigar al planeta?

¿Las semillas de Monsanto (“organismos genéticamente modificados”- OGMs), que ahora quieren introducir y privatizar en Dominicana oficialmente, como si fuera la cosa más natural del mundo? El bioterrorismo aplicado bajo nuestras propias narices como si fuera con vaselina.

David Rockfeller fue acusado de pertenecer a un cartel criminal cuando era presidente del “Council of Foreign Relations” (Consejo de Relaciones Foráneas), una de las entidades que diseñan el destino del planeta, como la “Comisión Trilateral” y el “Grupo Bilderberg”. Estas fueron sus palabras: “Hay quienes piensan que formamos un sindicato que conspira para la formación de un nuevo orden mundial y de una superestructura global política y económica centralizada. Si esa es la acusación que me hacen, me declaro culpable y me siento orgulloso de serlo”.

Ahora leamos el Memorándum #200 de Henry Kissinger del año 1974, pagina 43: “Las implicaciones del crecimiento poblacional mundial en relación con nuestra política demográfica está íntimamente relacionada con nuestros intereses económicos y con las fuentes de materia prima de los países del Tercer Mundo y la despoblación masiva global. La voluntad de enfrascarnos en una guerra termo-nuclear, si es necesaria para nuestros intereses, es parte del precio que tendremos que pagar por nuestra libertad”. La ley del más fuerte (“the survival of the fittest- supervivencia del más fuerte) de Charles Darwin.

Más claro no canta un gallo.