El seis de diciembre de 2018 los medios de prensa dieron a conocer el arresto en Canadá, por petición de los Estados Unidos, de Meng Wanzhou, la hija Ren Zhengfei, el fundador del gigante de telecomunicaciones Huawei, un hecho que provocó la irritación de Beijing, que no salía de su asombro, pues la detención se produjo el mismo día que, en el marco de la celebración de la cumbre del G20 en Buenos Aires, el presidente estadounidense, Donald Trump, y el chino, Xi Jinping, habían acordado una tregua en la guerra comercial declarada por Washington al país en ascenso que, "amenazante", ponía en entredicho su control sobre los mercados.

El portal digital de BBC dio cuenta de que el primer día del último mes del año (la información aparece el día después) el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y el de China, Xi Jinping, acordaron retrasar la imposición de nuevos aranceles comerciales durante 90 días para permitir que ambos países se sentaran a conversar, de acuerdo a una nota de la Casa Blanca; sin embargo, el acuerdo se quebró, no solo por la acción contra la gerente financiera de la empresa asiática, sino por la escalada que estallaría luego, como hemos señalado antes.

El pretexto de Washington para declararle la guerra a la empresa que más patentes comenzó a solicitar desde hacía varios años desplazando a las estadounidenses, se centró en que la entidad violaba las sanciones a Irán, un recurso basado en leyes extraterritoriales que se contraponen al derecho internacional, pero que ese país usa como mecanismo de presión política bajo el reclamo de respeto a los derechos humanos (ignorando sus propias violaciones), respeto al orden democrático (que no se aplica para las dictaduras sangrientas aliadas), lucha contra el terrorismo (Nelson Mandela fue considerado terrorista por los Estados Unidos hasta el 2008), pero que siempre tienen un trasfondo económico y comercial, un propósito que gira en torno a sus estrategias geopolíticas que le hace auto erigirse en gendarme del mundo para mantener la hegemonía, asunto que, en el orden tecnológico, comenzaba a tener una cara fea: ¡Huawei!

Pues resulta que la competencia de esta empresa no solo se daba en el ámbito de los registros de patentes, sino que ya la cuestión tocaba el desplazamiento de su principal compañía tecnológica, Apple, ya que, como revela el diario El País en una información publicada el 1ro de agosto de 2018, en la que ofrece datos del segundo trimestre de ese año, que establecen que la empresa china alcanzó su récord en lo relativo a cuota de mercado: “un 15,8%, que representa 54,2 millones de dispositivos móviles vendidos y un crecimiento de un 40,9% respecto al mismo periodo del año pasado”. Con ese empuje Huawei se colocó por delante de Apple, “que el pasado trimestre consiguió un 12,1% del total del mercado de 'Smartphones' y vender 41,3 millones de unidades”.

El avance de Huawei y las pretensiones de detener la empresa asiática, llevó a la administración de Trump a escalar en la persecución y, recurriendo al gastado argumento de “la seguridad nacional”, prohibió la venta en Estados Unidos de cualquier producto del gigante tecnológico de Shenzhen, aduciendo que los dispositivos de esa y otras marcas chinas expiaban al gobierno y los ciudadanos estadounidenses. Sobre este asunto Alberto García escribió el 16 de mayo de 2019 en el portal “ADSLZone” y bajo el título “Nuevo trompazo a Huawei: EEUU prohíbe la venta de cualquiera de sus productos”, que “Estados Unidos lleva más de un año en plena guerra contra los grandes fabricantes chinos de tecnología”, recordando que el presidente Trump se enfocó principalmente en Huawei bajo la excusa de que la empresa “tiene la posibilidad de espiar las comunicaciones del país con su equipamiento de red”, por lo que declaró “la emergencia nacional sobre amenazas contra el país”, y anunció que impediría la venta de cualquier producto de Huawei en territorio estadounidense.

Pero aquello no bastaba porque, a pesar del golpe que esto representó para la compañía, ésta se enfocó en nuevos mercados e incluso en su mercado interno (que, además, es un gran consumidor de productos Apple), por ello el siguiente paso para continuar con el acoso fue prohibir a los fabricantes estadounidenses de semiconductores su venta a Huawei, un puntillazo que la puso en serios aprietos, pero que sirvió de advertencia al Gobierno chino para que se concentrara, en coordinación con sus empresas, en una estrategia dirigida hacia la autosuficiencia, un camino que parece será largo, aunque pudiera contar con países que decidan suministrar los chips aprovechando el abandono por parte de Estados Unidos de ese gran mercado. De hecho los propios fabricantes estadounidenses de estas micro piezas manifiestan desacuerdo con la medida, debido a que sus ventas se desploman, además de que prevén que los chinos ciertamente pueden superar las trabas tecnológicas para poder fabricar sus propios circuitos integrados, como lo deja claro el portal “Observatorio Nacional 5G” en un análisis que hizo de la situación el 26 de mayo de 2020.

La entidad monitora manifestó que la industria estadounidense de semiconductores ha mostrado mucha preocupación por la agudización del conflicto comercial entre las dos poderosas naciones, ya que su negocio está estrechamente ligado a China, “tanto para que les compre como para que les fabrique y ensamble sus chips”. Agrega además que, “para mayor desgracia, el mercado mundial de semiconductores está en plena recesión: cayó el 12% el año pasado, de 476.000 millones de dólares en 2018 a 420.000 millones en 2019, por debajo incluso de la facturación de 2017”, orienta el análisis, para continuar arrojando datos que les preocupan: “Para este año estaba prevista una notable recuperación de las ventas de chips, pero ahora, con la pandemia, todos firmarían si se alcanzara la cifra del año pasado. En su estimación del mes pasado, por ejemplo, la consultora Gartner prevé una caída del mercado de semiconductores del 0,9% en 2020 cuando en diciembre se aventuraba un crecimiento del 5%”. Asegura que “Estados Unidos controla el mercado de semiconductores, pero su dominio depende en gran medida de China. La consultora IC Insights calcula que China fabricó circuitos integrados por valor de 19.500 millones de dólares el año pasado, el 15,7% de su mercado interno, que es de 125.000 millones de dólares”.

Como estas medidas no eran suficientes para completar el cerco, en paralelo se avanzó en otro escalón: candado para el sistema operativo de Huawei. Así Google, obedeciendo una orden ejecutiva del presidente Donald Trump (eso comunicó), suspendió el acceso a la empresa china a las actualizaciones de Android, su sistema operativo, por lo que los usuarios de los nuevos dispositivos de la empresa asiática no dispondrían de la popular tienda Google Play, ni de los casi indispensables servidor de mapas en la web (para todo el mundo occidental) Google Maps y de correo Gmail, además del propio motor de búsqueda Google; por ello, víctima de las tensiones creadas por las movidas en el tablero geopolítico, la tecnológica oriental ha admitido que la embestida en su contra devino en una pérdida de mercados que le ha obligado a reducir su producción hasta en un 60 por ciento según el Financial Times, de acuerdo a una afirmación  aparecida en BBC en su entrega digital del 5 de marzo del 2021, que antes de citar la fuente aseguró que el fabricante de teléfonos móviles, “que en algún momento fue la segunda compañía que más Smartphones vendía en el mundo”, estará compelida a recortar su producción de manera drástica para el 2021.