Pasmado, estupefacto, aunque sacudido me encuentro espiritualmente de ver como en un Show de Mediodía algunos integrantes afrontando con sus inquisiciones de aparentes inocuos juicios arremetían contra una comisión de jóvenes que fueron a pedir firmas para la Lista Verde contra la impunidad. Dos se negaron a esa firma y uno no la firmó por "las consecuencias que desataría".
Militantes, simpatizantes y amigos del Gobierno le tienen un temor pavoroso al movimiento anticorrupción y contra la impunidad, que se ha generado a partir del escándalo de Odebrecht, y se pronuncian enjuiciando la valentía de estos representativos de la sociedad civil como si fueran portadores del incendio apocalíptico.
Son conscientes en su mente atormentada de que ahora hay variables no controladas incidiendo en la política doméstica, como consecuencia de la red mafiosa con dimensión internacional que diseñó la empresa brasileña comprando voluntades al más alto nivel, tocando con sobornos los propios despachos presidenciales de doce países. Y aquí nada pasa aún. Ya veremos.
Sienten temor como otros colegas suyos que también manifestaron en la prensa los mismos juicios en cadenas. "A confesión de parte, relevo de pruebas", sentencian los juristas o investigadores.
¿Qué está pasando?
Pues sencillamente sienten en sus vagas percepciones que alguna variable incierta podría desembocar en vincular a altos funcionarios del Gobierno, arrastrados por las olas marítimas internacionales que lleguen a nuestras costas políticas, sin las marrullas del poder político dominicano puedan evitarlo.
Nada podrán hacer aquellos que juegan a que todo lo disuelve el tiempo.
Vendrán acontecimientos extraordinarios en esta atribulada sociedad y en de toda América Latina, que sembrarán un nuevo despertar en la conciencia política de las presentes generaciones, hastiadas de la impunidad frente a la corrupción
Juegan al tiempo nueva vez. Sin embargo, en el caso de Odebrecht no hay escapatoria, porque se vislumbra un cierre de muralla en imágenes de la canción de los españoles Víctor Manuel y Ana Belén, donde emergen manos que se levantan al unísono multitudinario de todo un pueblo arrepentido en vergüenza ajena al contemplar con estupor, paralizado, los caprichos del poder. Un poder que no pone límites a sus apetencias cuando en medio de los escándalos -como en son de burla macabra- designa una Cámara de Cuentas con dirigentes del PLD, mientras la ciudadanía firma el Libro Verde contra la Impunidad.
Ahora estamos presenciando a funcionarios y voceros del Gobierno asumiendo el temor de que suceda algo impredecible a los designios que ellos estuvieron acostumbrados a domeñar con sus estratagemas políticas, dado a que hay variables externas que no pueden frenarse ni ocultarse bajo los parámetros a que nos forzaron en su égida de control y dispositivo mercadológico.
Aunque robotizaron a muchos comunicadores, que se expresan en la misma dirección subterráneamente contratados, no podrán detener ese cierre de muralla moral que apenas comienza a deslumbrar en organizaciones civiles y núcleos sociales que representan la reserva moral de la sociedad.
Los partidarios del gobierno (y no, todos) hacen hincapié en una supuesta infiltración de políticos y personas cuestionadas para desmoralizar la lucha de los movimientos.
Venden que si entran políticos se contamina y daña el proyecto de reconquistar la regeneración de esta sociedad, pero es un vulgar pretexto de sus pretensiones por salvar sus "bonanzas" durante 16 años.
El país ha sabido levantarse en cada crisis ¿Por qué no hacerlo ahora, si las grandes crisis traen las soluciones pertinentes?
Desde luego que los que se "encaraman" en los espacios de poder no llegan a entender que todo poder es transitorio y su derrumbe está indefectiblemente marcado por la historia, como nos lo demuestran fehacientemente los distintos imperios: Babilonia, Roma, Inglaterra, Unión Soviética, etc. La sabiduría de los pueblos lo resume así: no hay mal que dure cien años, ni pueblo que lo resista. Esa es la verdad más evidente de que el final de los atropellos prohijados por los cuestionadores de la lucha contra la Impunidad, no lograrán sus malsanos propósitos, cuyo único interés es conservar el poder para continuar su rumbo de saqueos del erario e implantar una plataforma inmoral.
Por eso, se preocupan sólo por la entrega de una partida de treinta millones de dólares de los cientos ochenta y cuatro millones de dólares que Odebrecht supuestamente se habría comprometido a pagar como resarcimiento al Estado dominicano, no del activo y patrimonio moral de la sociedad.
¡Eso no importa! Importa el disminuido rescate de la plata que usarán para sus ansias desmedidas de poder.
Vendrán acontecimientos extraordinarios en esta atribulada sociedad y en de toda América Latina, que sembrarán un nuevo despertar en la conciencia política de las presentes generaciones, hastiadas de la impunidad frente a la corrupción. Los pasos por ese camino apenas comienzan, y se deslizan como bola de nieve bajada de la montaña arrastrando con golpes demoledores la maleza inmoral que destruye la maltrecha democracia.
Caerán figuras que usted no soñó, porque las evidencias de los informes y testimonios del exterior, no podrán ser obviados ni evadidos por los manipuladores criollos, controladores de los espacios sociales y publicitarios; además el presente movimiento social luce impetuoso, representativo y respetable, guiado por una pujante clase media que no está dispuesta a perder sus conquistas, ya que el Gobierno ha enmudecido a los sectores más empobrecidos de la población. Esto es asunto solo de tiempo, la hora ha llegado de erradicar la ignominia vergonzosa que soportamos con reiteradas quejas sin un plan de lucha.