Recientemente un grupo de dominicanos, mayores de edad, en pleno uso de sus facultades, autodenominado "Lxs Libertarixs"; se introdujo en el local del Liceo República Argentina ubicado en la Zona Colonial a los fines de reclamar el cumplimiento por parte del Estado de la Constitución de la República y la ley general de educación; tanto en lo que concierne a la asignación presupuestaria de un 4% del PIB para la educación como de manera particular, para el arreglo del plantel ocupado que se encuentra en deplorables condiciones no aptas para impartir docencia.
Hasta la fecha, ni el Poder Ejecutivo ni el Poder Legislativo han negado el incumplimiento de la ley general de educación nº 66-97 en lo que concierne (entre otras violaciones a esta ley) a la asignación presupuestaria a ese sector; sino que se han concentrado en explicar dos cosas: primero, que no es posible otorgar ese porcentaje del PIB porque se carece de los fondos necesarios; y en segundo término, que lo importante no son los fondos asignados sino la calidad de la educación, como si fuera posible elevar la calidad de la educación por arte de magia y sin un chele; y como si estuviéramos ciegos frente al despilfarro.
Evidentemente, esos argumentos desde el ámbito oficialista irrespetan nuestra inteligencia y capacidad de discernimiento.
Ahora, en época electoral, también aparecen aquellos que estando al frente del Estado con todo el Congreso a su favor, tampoco cumplieron con la ley, pero quieren pescar en río revuelto, como si no tuviéramos memoria; queriendo reducir el debate a un asunto puramente electorero. Éstos también irrespetan nuestra inteligencia.
Este debate tiene como finalidad única el sometimiento de todos – los que incumplieron antes y los que incumplen ahora – a las obligaciones jurídicas y morales ante el pueblo dominicano de mejorar la educación dotando de los fondos necesarios para dar cumplimiento a todos los planes existentes.
En medio de este debate, es que se produce la ocupación del Liceo República de Argentina de manera pacífica y sin armas, gracias al cual el país se enteró de la situación indigna en que se imparten las clases en ese centro educativo en franca violación a las disposiciones contenidas en la ley general de educación, lo que fue confirmado por el propio Ministerio de Educación, cuando aceptó iniciar los trabajos de reconstrucción y arreglo del liceo.
Es decir que la ocupación del Liceo República de Argentina tenía como finalidad esencial la exigencia al Estado del cumplimiento de sus propias normas constitucionales y legales.
Mucho se ha hablado y escrito sobre la desobediencia civil como un mecanismo útil y legítimo de protesta por parte de los ciudadanos; y se han citado para entender la figura (guardando las distancias) los emblemáticos antecedentes históricos de Martin Luther King y Mahatma Gandhi; sin embargo, en el caso que nos ocupa el asunto en esencia tiene un matiz distinto.
Buscando sobre la desobediencia civil encontramos que los precedentes citados tratan todos sobre acciones ciudadanas en distintos países del mundo de repudio a leyes injustas; sin embargo, el caso de la ocupación del Liceo República de Argentina es distinto: los ocupantes apelaban al respeto y cumplimiento de las leyes existentes aprobadas precisamente por quienes se niegan a someterse a ellas.
Se trata en realidad, más que de un acto de desobediencia civil, de uno de desobediencia estatal; pues es el Estado el que se niega a someterse a su propia legalidad.
Frente a la ocupación del Liceo, los alegatos del Estado desobediente se fundamentaron en una supuesta ilegalidad de las actuaciones de los ocupantes; sin embargo, nuestro ordenamiento jurídico sólo tipifica las ocupaciones de edificaciones públicas con fines vándalicos o destructivos, nada más alejado de lo ocurrido en el Liceo República de Argentina.
Lxs Libertarixs ocuparon la escuela de manera totalmente pacífica, más bien armados de papel de lija, brochas, cubos, escobas y latas de pintura, simplemente para cumplir con una de las oblihaciones básicas del Estado: dotar a los estudiantes de ese Liceo de condiciones dignas para recibir docencia.
En vez de criticarles deberíamos tomar de ejemplo esa actuación y reproducirla en todo el país, armando acciones de reconstrucción y remodelación de escuelas los fines de semana, en colaboración con los profesores y estudiantes; donde nuestros artistas pinten hermosos murales en los que se exprese la acción colectiva de obediencia ciudadana a la Constitución y las leyes frente a la negación reiterada del Estado.
No comulgo totalmente con el proceder de los jóvenes ocupantes; sin embargo, me solidarizo con el fondo de su lucha y me regocijo frente a jóvenes armados de latas de pintura que exigen el cumplimiento de la ley.
¿No es esa la juventud que queremos ver? ¿aquella que no destruye, sino que se activa para ayudar a construir un mejor país? ¿no nos vivimos quejando de la ausencia de esperanza en el futuro?
Prefiero tratar con estos jóvenes que con encapuchados desconocidos que lanzan piedras y tiros y que en vez de contribuir a resolver el problema, agreden a sus conciudadanos.
Lamento disentir de aquellos que han catalogado la acción de Lxs Libertarixs como una actuación de desobediencia civil, pues en realidad se trató de un acto de obediencia, apego y defensa de la Constitución de la República y la ley general de educación, frente a los verdaderos desobedientes: el Estado Dominicano, a través de las actuaciones reiteradas durante 14 años de todos los que han pasado por el Poder Ejecutivo y Legislativo.
Pueden presentar las excusas que quieran, acusarse los unos a otros, quejarse de que no se les exigiera antes o que se exija después; sin embargo, un hecho es incontrovertido: la desobediencia de donde viene es del Estado.
De manera pues que cuando los jóvenes Libertarixs empezaron a pintar las paredes de las aulas del Liceo República Argentina, también pintaron el futuro de un color distinto: el de la ciudadanía verdaderamente activa, exigente y respetuosa de la ley.