¨La situación del parlamentarismo es, hoy en día, tan crítica porque el desarrollo de la democracia de masas moderna ha hecho una huera formalidad de la discusión basada en argumentos. Muchas normas de derecho parlamentario actual, sobre todo relativas a la independencia de los diputados y al carácter público de las sesiones causan la impresión de ser un decorado superfluo, inútil e incluso vergonzoso, como si alguien hubiera pintado con llamas rojas los radiadores de una moderna calefacción central produciendo la ilusión de que están al rojo vivo¨ (Carl Schmitt, Los Fundamentos Histórico-Espirituales del Parlamentarismo en su Situación Actual, P. 162).

Cuando se aborda un tema hay, grosso modo, dos formas de analizarlo: desde un punto de vista teórico y desde el punto de vista de la praxis concreta, implacable y dura. Pienso que desde este último es que realmente vale la pena estudiar el estado actual del Poder Legislativo, porque cuando se analiza meramente desde el punto de vista teórico, se corre el riesgo de caer en abstracciones e idealismos que no nos llevan a ningún lado.

Mi propósito con este artículo es desnudar al Legislativo, mostrar lo que en realidad es, y para ello voy a enumerar una serie de clichés o mitos que se utilizan como características de dicho poder del Estado, para luego proceder a su desmitificación.

Debo advertir que no tengo la intención de deslegitimar al Poder Legislativo ni a nuestros congresistas, tampoco tengo el sueño mojado de abolir a dicho poder, ya que considero que el mismo es esencial para nuestra democracia. Empero, es menester identificar los problemas para luego, como colectivo, encontrar soluciones. Dicho lo cual, procedo a la desmitificación aludida.

Mito núm. 1. Los congresistas representan los intereses del pueblo.

Falso. Salvo honrosas excepciones, los congresistas representan intereses de partido, económicos, religiosos, etc. Solamente hay que pensar en el costo de las campañas electorales en RD. Por ejemplo: si usted, amable lector o lectora, desea aspirar a congresista, ¿sabía usted que tendrá que buscar varios millones de pesos? En consecuencia, para llegar al Congreso tiene que ser muy rico o buscar el apoyo del gran capital y en consecuencia no va a apoyar un proyecto de ley que atente contra los intereses de quienes lo apoyaron financieramente. Como dicen los españoles: ¨El que paga, manda¨.

Así, como consecuencia de lo costosas que son las campañas electorales en nuestro país, al ciudadano común y corriente se le hace muy difícil competir en semejante escenario. Por vía de consecuencia, personas talentosas y bien intencionadas, pero sin capital no pueden aspirar, luego la idea de ¨representación del pueblo¨ es un mito. Para que en realidad exista una verdadera representación popular, habría que abaratar las campañas electorales, a los fines de que realmente se pueda competir de manera justa.

Mito núm. 2. El Poder Legislativo sirve de contrapeso al Poder Ejecutivo.

Falso. En nuestro país, los congresistas por lo general votan de acuerdo con una disciplina de partido, es decir, hacen lo que su partido les manda. Y si su partido es el que está en el Ejecutivo, usted puede estar seguro de que no va a votar en contra de este (salva honrosas excepciones). Pero por favor no me crea, busque cual ha sido el comportamiento en los últimos años del Congreso con respecto al Poder Ejecutivo y saque usted mismo sus propias conclusiones.

Mito núm. 3. La fuerza del Poder Legislativo se encuentra en que, por medio de la discusión racional en sede parlamentaria, los congresistas encuentran ¨la verdad¨, ergo pueden realizar una labor de mayor calidad en la creación de las leyes.

Falso. Si bien es cierto que, en el parlamento, en teoría, se discute de manera racional y se llega a entendimientos a través del diálogo, esto no es más que una utopía, como lo es el ¨socialismo científico¨ o ¨la mano invisible del mercado¨. En un país ideal, ocurriría lo que Jeremy Bentham manifestó hace 2 siglos: ¨En el parlamento se encuentran las ideas, el contacto entre las ideas hace saltar chispas y se llega a la evidencia¨. Pero para ello se necesitan congresistas capacitados, bien intencionados y comprometidos con una idea de Nación. Contrario sensu, lo que tenemos en nuestro país es un Congreso de personas muy mediocres, en su mayoría, que velan por sus propios intereses y por intereses de partido, que también son sus intereses.

Así, en vez de discusión racional, tenemos una especie de circo, pero uno que no produce risa ni nos hace disfrutar, sino uno que da ganas de llorar. En ese sentido, vale la pena citar las palabras de Richard Thoma: ¨Bien entendido, claro está, el formidable peligro que encierra el democratismo, muy particularmente en el moderno Estado industrializado, en el que arribistas y parlanchines ganan la atención de la masa, donde hábiles financieros corrompen y esquilman al Estado, en el que rige la más chata mediocridad y donde lo más bajo sobrepasa a lo más noble¨.

Mito núm. 4. Una de las fortalezas del Poder Legislativo estriba en la publicidad de sus actuaciones, es decir, el legislador labora públicamente, frente a la población, y no de manera oculta.

Falso elevado al cubo. Como decía Juan Bosch, ¨En política hay cosas que se ven y que no se ven, y generalmente las que no se ven son más importantes que las que se ven¨. El Congreso no es la excepción. Los diputados y los senadores se reúnen muchas veces a puertas cerradas, sin que nadie se entere, a tratar temas de interés nacional y cuyas decisiones nos afectan a todos. Como decía el profesor Carl Schmitt: ¨Comisiones reducidas o reducidísimas de partidos o coaliciones de partidos deciden a puerta cerrada, y lo que acuerdan los representantes de los intereses del gran capital en reducidísimo comité acaso resulte aún más importante para la vida cotidiana y el destino de millones de personas que las decisiones políticas¨.

En adición a lo aludido en el párrafo anterior, es menester señalar que no es necesario estudiar a Carl Schmitt, Noam Chomsky, Rousseau, Michel Foucault, etc., solamente hay que mantenerse atento al comportamiento de nuestros ¨representantes¨ en el Congreso y nos daremos cuenta, de manera apodíctica, lo señalado.

Deseo terminar como empecé, con una cita de una declaración reciente, en este caso de Giorgio Agamben: ¨Estamos en un fin de ciclo, estamos ante el final de la democracia burguesa, con su idea de separación de poderes¨. Y yo agrego que la crisis del Poder Legislativo es la crisis de la democracia moderna. ¿Cuál será el desenlace? No lo sabemos. Y ya lamentablemente Walter Mercado no está para decirnos nuestro futuro.