(Posición del Foro por un Estado Laico “Eugenio María de Hostos” sobre la responsabilidad histórica de la Iglesia Católica Romana en la persecución y sentencia a muerte que dictara el Gobierno de Pedro Santana contra Juan Pablo Duarte y los Trinitarios.)

 

Es necesario desmitificar al Duarte que promueven quienes le atribuyen ser el fundador del  nacionalcatolicismo  que hoy prevalece en República Dominicana.   Le asignan responsabilidad  por inscribir las palabras “Dios Patria y Libertad” en la segunda versión del escudo nacional y ocultan que Duarte fue masón y fue el blanco de la persecución religiosa dirigida por Tomás de Portes, jefe supremo de la Iglesia Católica Romana.

La concepción masónica de Dios, al igual que la de los fundadores de los Estados Unidos, fue deísta.  El deísmo excluye la concepción de un Dios personal que interviene para romper las leyes de la naturaleza para favorecer las súplicas de algún humano, o de los que se dicen representarlo en la tierra.

Pero más que por sus creencias personales, la Iglesia Católica Romana excomulgó a Duarte por su postura intransigente de fundar una nación soberana.  Los que lo tildan de débil se equivocan.  Duarte no fue ignorado, fue el blanco de los ataques de quienes deseaban anexar la patria a una potencia europea.    Su excomunión y la de los Trinitarios no fue suficiente para sepultar el liderazgo del indiscutible Padre de la Patria Dominicana.

Para lograrlo, la Iglesia Católica Romana, manipuló la conciencia religiosa del pueblo amedrentando con la “excomunión mayor de cualquiera clase de persona” que desobedeciera “los mandatos y órdenes, tanto del General de División, y jefe supremo Santana, como los de la Junta Directiva”, así como de cualquiera “que se mezclase en trastornar las disposiciones de nuestro sabio gobierno.”

Tomás de Portes, Carta Pastoral del día 24 de julio de 1844.  Archivo General de la Nación. Colección del Centenario de la República Dominicana, Volumen II páginas 47 a 55.