La economía dominicana ha tenido un prolongado crecimiento económico; algunos economistas y organismos internacionales lo sitúan en alrededor del 5% promedio en los últimos cincuenta años además de que el producto per cápita se ha duplicado en los últimos diez años.
No obstante, este comportamiento no ha sido suficiente para reducir la desigualdad, el desempleo y la pobreza, según las cifras oficiales. Por ejemplo, durante el período 2005-2010 el acelerado crecimiento económico mejoró marginalmente el coeficiente de desigualdad (en el 2004 el GINI era de 0.537 y en el 2008 era de 0.526) y se han mantenido elevadas tasas de desempleo promedio que alcanza el 14.2% para ese mismo período. Tampoco se han registrado avances significativos en la reducción de la pobreza, a no ser por la comparación cuestionable, a mi juicio, del nivel de pobreza registrado durante los años de los fraudes bancarios (cuando la pobreza alcanzó el 55.5% de la población) y el período de estabilización económica (48.3% para el 2009, según CEPAL).
Si se comparan las mediciones de pobreza entre 2006 y 2008, la misma continua siendo elevada al registrar 49.4% en el primer año y de 48.3% en el 2008, según las cifras de la CEPAL. Cabe destacar que el gobierno acostumbra usar la línea de pobreza del Banco Mundial que equivale a dos dólares diarios, con la cual quienes devengan el salario mínimo (RD$5,150) no se consideran pobres ya que ganan por encima de dos dólares diarios (RD$2,244).
Actualmente, las explicaciones oficiales del mantenimiento de elevadas tasas de desempleo consisten en que las mismas corresponden a la tasa de desempleo natural; fundamentándose en el paradigma monetarista que considera que la política monetaria se acomoda a las condiciones del intercambio y que niega la relación inversa entre la inflación y el empleo. Esta explicación es un mero eufemismo y no es, en modo alguno, una respuesta a esta dificultad.
En el caso de la desigualdad, la posición oficial es similar a la de Simon Kuznets (1955); en su artículo seminal Crecimiento Económico y Desigualdad del Ingreso, el autor argumenta que durante las primeras etapas del desarrollo económico, la desigualdad en la distribución del ingreso tiende a ser elevada, porque permite mayor acumulación de capital e inversión, las cuales estimulan el crecimiento económico. Posteriormente, cuando la economía alcanza el desarrollo, entonces se resuelven los problemas de distribución del ingreso y de pobreza, según apuntaba el autor.
Sin embargo, la evidencia empírica contradice la hipótesis de Kuznets ya que la desigualdad se reduce cuando las economías crecen. Estos resultados fueron reportados por varios autores, tales como Bonabou (1996) que encontró que países con elevada desigualdad crecen más lentamente y ofreció como ejemplos los casos de Corea del Sur y Filipinas entre 1965 y 1988. De la misma manera, Alesina y Rodrick (1994), Parsson y Tabellini (1994), Peroti (1996) y Hausmann y Gavin (1996b) concluyen que existe una relación negativa entre el crecimiento promedio y medidas de desigualdad en el período 1960-1985 para un conjunto de países.
El desarrollo dominicano es muy especial en la literatura económica porque respalda la hipótesis de que es posible crecer con amplias desigualdades sociales. Las reformas ejecutadas en 1992-94 y 1996-2000 no promovieron avances sociales significativos aunque fueron consideradas por algunos organismos internacionales como el origen del rápido crecimiento económico moderno. El telón de fondo de este episodio de elevado crecimiento con desigualdad consiste en que el producto per-cápita de RD es mayor que el promedio de la región latinoamericana, además de que se duplicó entre el 2000-2010; pero la pobreza, el desempleo y la desigualdad son elementos que conforman las agendas políticas de todos los potenciales candidatos, incluyendo a los del partido de gobierno.