Aunque en años recientes nuestro país ha logrado disminuir la pobreza, la desigualdad social acusa un lacerante estancamiento. La concentración de los ingresos y la riqueza ha permanecido prácticamente intacta durante las últimas décadas y la movilidad social ha sido ínfima.  Enfrentar tal situación requiere que la clase política incorpore el tema en su discurso y en las discusiones del esperado Pacto Fiscal a fin de que se adopten políticas públicas que garanticen el “crecimiento inclusivo”.   

Paradójicamente, el clamor por una mayor atención al problema de la desigualdad social es algo que hace casi una década los dominicanos tuvimos presente al formular nuestra Estrategia Nacional de Desarrollo 2010-2030 (END).   En su introito se dice que “el reto del desarrollo no sólo demanda una transformación productiva, sino también una transformación social e institucional, con miras a garantizar que el proceso de crecimiento incluya al mayor número de ciudadanos y ciudadanas, y que sea social, política y ambientalmente sostenible.”  Para los autores de la END estaba claro que el país se encontraba empantanado en materia de movilidad social.

En su libro El Dilema Económico de la Democracia Dominicana, (INTEC, 2016, págs. 171-173) Rolando Guzman demostró que ese introito de la END estaba bien justificado.  “Todas las evidencias mostradas hasta este punto permiten establecer al menos cinco conclusiones generales.  La primera conclusión es que durante los primeros 50 años de vida democrática, la sociedad dominicana redujo sus niveles de pobreza, que se encuentran hoy ligeramente por debajo del nivel imperante en tres o cuatro décadas atrás…. Una segunda conclusión razonable es que, contrario a las apreciaciones frecuentes en la discusión local, tanto los niveles de pobreza como los de desigualdad tienden a reducirse en los momentos de crecimiento y aumentan en los momentos de recesiones o crisis….  Una tercera conclusión se refiere a la clara existencia de una cierta asimetría en la relación de los indicadores de bienestar social con el crecimiento económico, en el sentido de que las crisis macroeconómicas llevan al aumento de la pobreza y desigualdad de forma rápida y significativa, mientras en los periodos de crecimiento su reducción es muy lenta….  La cuarta conclusión es que la velocidad de reducción de la pobreza ha sido muy baja, y muestra retrocesos frecuentes.  De igual modo, la velocidad de mejora en el Índice de Desarrollo Humano tendió a reducirse a lo largo del tiempo, en comparación con el patrón observado en el mundo y en América Latina….  Y, por último, una quinta conclusión es que el país no fue nada exitoso en reducir sus niveles de desigualdad, pues los datos sugieren que en los últimos años la distribución de los ingresos podría estar al menos tan concentrada como en cualquier otro momento.”

En efecto, en materia de desigualdad social en la RD acusamos hoy una indolencia que raya en lo delictivo. A pesar de que los organismos internacionales nos consideran un país de mediano desarrollo, figuramos entre las naciones más desiguales de un continente que registra la mayor desigualdad del planeta.  Según un reciente estudio de Oxfam (2014), “el 20% de la población dominicana más pobre no alcanza ni el 5% de las riquezas del país; mientras que otro 20% de los más ricos se beneficia en un 50% del patrimonio nacional, lo que hace cada vez más profunda la brecha de desigualdad social.” (Ver https://www.listindiario.com/la-republica/2014/11/19/345784/desigualdad-social-en-rd-es-una-de-la-mas-alta-de-latinoamerica).

La manifestación más obvia e incapacitante de la desigualdad social se percibe en los niveles de pobreza de la población.  Según estimados de la CEPAL del 2013, el 41% de la población dominicana estaba sumido en la pobreza (monetaria) y el 20% en la indigencia. Nuestro Ministerio de Economía, usando una nueva metodología sobre la “pobreza multidimensional”, reporta no obstante que en el 2016 el porcentaje fue de apenas un 23.1%.  De cualquier modo, el economista Pavel Isa reportó (2017) que existen casi tres cuartos de millón de dominicanos que viven en la indigencia, que el 12% de la población esta subalimentada y que un 7% de los infantes sufre de desnutrición crónica.”  Es decir, el número de pobres puede haber disminuido, pero aun así al menos una cuarta parte de la población está severamente restringida en su capacidad de consumo y en su bienestar (ver gráfico).

Fuente: http://documentos.bancomundial.org/curated/es/422201505723115037/pdf/115257-PUB-SPANISH-PUBLIC-5-10-17.pdf

  

Un reciente reporte de prensa ofrece una idea de cómo el Estado responde a esta situación (https://www.listindiario.com/la-republica/2017/12/15/494983/margarita-cedeno-presenta-logros-del-programa-prosoli).  “Mientras que la directora general de Prosoli, Altagracia Suriel, indicó que en el Cibao 112,590 hogares en pobreza extrema y moderada reciben el apoyo de los programas de protección social del Gobierno, y que este año 10,140 tarjetas Progresando con Solidaridad fueron entregadas a igual número de hogares que calificaron para ello. Dijo que unos 65,095 reciben la transferencia monetaria condicionada “Comer es Primero” para la compra de alimentos básicos; y 75,559 el Bono Gas, para desincentivar el uso de carbón y leña, y así proteger el medioambiente. De igual manera, 27,758 reciben el Bono Luz para el pago del servicio eléctrico; 13,276 hogares con miembros en edad escolar (5-21 años) obtienen el Incentivo a la Asistencia Escolar; mientras que 6,719 reciben el Bono Escolar Estudiando Progreso.”

A juzgar por las evaluaciones internacionales, esta asistencia estatal parecería estar teniendo un impacto positivo en el cuadro de la pobreza.  El FEM ahora ofrece el Índice de Desarrollo Inclusivo para medir el grado de progreso socioeconómico en función de las políticas estructurales y la fortaleza de las instituciones (http://www3.weforum.org/docs/WEF_Forum_IncGrwth_2018.pdf). En su versión del 2018 el país ocupa la posición #21 en el ranking de 74 países emergentes evaluados, con una puntuación de 4.19 y donde el país avanzado que mejor desempeño tiene (Noruega) alcanza 6.8. Tal puntuación representaría una mejoría en tanto la del año pasado fue de 3.09

Sin embargo, hay una razón poderosa para dudar de la reducción reportada de la pobreza y de que la mejoría de un año a otro en la puntuación del FEM ha impactado favorablemente la movilidad social.  El pasado año Pavel Isa advirtió: “Los factores distintos del ingreso han jugado un limitado rol en la disminución de la pobreza”, mientras cojeamos “en agua y saneamiento, vivienda, educación, empleo y protección social.  OXFAM ha denunciado que el Estado gasta mucho más en publicidad que en vivienda.”  Esto sugiere que la observada mejoría en los ingresos no se ha traducido necesariamente en una gran mejoría en los niveles de bienestar y que la transmisión intergeneracional del estatus socioeconómico sigue tan campante.  Según un reporte del Banco Mundial del 2014, “hace dos años que el país muestra una movilidad económica muy baja, con menos del 2% de la población escalando a un grupo económico más alto en la última década, comparado con el promedio regional del 41%” (http://economia.gob.do/mepyd/wp-content/uploads/archivos/libros/crecimiento-equidad-republica-dominicana.pdf).  

Por su lado, Oxfam apunta que “cuando hablamos de movilidad social hablamos de algo mucho más profundo que el ingreso; hablamos de conocimiento, de oportunidades, de conciencia de clase, de poder”. “Son estas variables las más determinantes en la movilidad social y sobre todo en que esta movilidad sea sostenible y positiva para la sociedad en su conjunto.” Mientras, el economista Ceara Hatton (2013) concluye: “Nuestra economía, aunque crece, genera empleos de muy mala calidad; entonces, ante esa realidad, uno de los mecanismos de movilidad social que domina es la política, porque el acceso a una educación adecuada o a un empleo depende de la relación con el partido oficialista y el clientelismo, porque lamentablemente hemos llegado a la degeneración del sistema político”.

Diferentes analistas llegan a conclusiones diferentes para explicar la lenta reducción de la pobreza y la desigualdad frente a un rápido crecimiento económico.  Basta aquí con citar lo que concluye un reporte del Banco Mundial del 2017 (http://documentos.bancomundial.org/curated/es/422201505723115037/pdf/115257-PUB-SPANISH-PUBLIC-5-10-17.pdf): “Algunas características de esta economía pueden ayudar a explicar por qué la pobreza no ha disminuido más rápidamente a pesar del rápido crecimiento, incluyendo (a) un mercado laboral que no traduce las ganancias de productividad en aumentos salariales; b) una economía nacional con vinculas intersectoriales débiles; y c) un sector público que no compromete o distribuye suficientes recursos particularmente bien para reducir la pobreza.”  Hacer un diagnóstico certero sobre las causas de la pobreza y la desigualdad será el primer requisito para poder encaminar los acuerdos necesarios para el Pacto Fiscal.